La oposición al régimen franquista estaba protagonizada casi exclusivamente por organizaciones que se reclamaban del espacio comunista, con el PCE a la cabeza. El PSOE casi no existía en el interior y la derecha contraria al franquismo era casi anecdótica. Fue así, al menos, hasta los primeros años de la transición.
En esas diversas formaciones marxistas iniciamos nuestra militancia política muchas personas en los años setenta del pasado siglo. Jóvenes movidos por nuestra gran preocupación social, por nuestro radical rechazo a las injusticias, a la falta de libertades, a las profundadas desigualdades, a la brutalidad de una prolongada dictadura que nos había aislado del resto del mundo.
Y, también, hombres y mujeres que rechazábamos el olvido que sufría Canarias por parte del Estado y con claros ideales nacionalistas.
El PUCC fue, casi desde sus inicios, una organización que aunque atenta a lo que sucedía en el mundo y a las transformaciones de las izquierdas, pensaba desde y para Canarias.
Colectivos
En ese espacio, el PUCC, al que pertenecí, era un partido distinto. Sin duda el más heterodoxo, el más abierto, el menos dogmático; y el que contaba con liderazgos más colectivos.Atento a los distintos movimientos sociales (feminismo, ecología, sindicalismo pacifismo, movimiento estudiantil…) y preocupado por el papel determinante de los servicios públicos –especialmente la educación y la sanidad- para alcanzar auténticos niveles de equidad.
De los primeros en rechazar y desmarcarse del sovietismo y del estalinismo, en el año 1977. Así como de renunciar, en su segundo Congreso, en el año 80, a la simbología y a la etiqueta de comunistas.
No podíamos identificarnos en modo alguno con sistemas autoritarios, burocratizados, sin libertades, insostenibles ecológicamente y por completo ajenos a los intereses de la mayoría.
Nacionalismo transformador
Afrontamos entonces con audacia una evolución interna muy vinculada al mayor entendimiento de la situación de Canarias y a la necesidad de un nacionalismo popular transformador, participando de forma activa en la creación de la UPC. Luego, tras la desaparición de esta, constituimos UNI, disuelta en el 93, y que formó parte de la creación de ICAN.
Tras la desaparición de lo que fue PUCC-MIRAC-UNI, muchas de las personas que formamos parte de ese proyecto continuamos en la actividad política partidaria en distintas formaciones, y seguimos hoy, especialmente en el PSOE, Sí Se Puede Tenerife y Nueva Canarias. Otras lo han hecho, más recientemente, en Podemos.
Veinticinco años después de su disolución, el legado que queda es esa fructífera mezcla de compromiso social y político, trabajo por los derechos nacionales de esta tierra, empeño en la solidaridad internacional… enriquecido por nuevos valores y empeñado en construir una sociedad más justa, una Canarias con más capacidad de decisión, democrática, transparente y participativa.