En termodinámica, la entropía (simbolizada como S) es una magnitud física que permite determinar la parte de la energía que no puede utilizarse para producir trabajo.
Aunque también puede ser una medida del desorden molecular de una materia o sustancia, para el común de los mortales es sinónimo de desorden y caos.
Sea como sea, lo cierto es que cualquier acepción de esa palabra puede aplicársele al Consejo de Administración de la Radiotelevisión Canaria (RTVC).
Un órgano, dependiente del Parlamento de Canarias, cuya situación actual refleja como ninguno hasta dónde ha llegado el déficit democrático de los viejos esquemas partitocráticos, cuestionados por opciones de participación novedosas que están removiendo las bases del status quo.
Un órgano que, por Ley, debe organizar y controlar como delegado del Parlamento, los servicios públicos de radiodifusión y televisión dependientes de la Comunidad Autónoma.
Corresponde al Consejo entre otras funciones, la planificación de la actuación de la RTVC, la determinación de la producción propia que debe incluir la programación anualmente o la aprobación del anteproyecto de presupuesto del ente público y sus sociedades.
Todas estas cuestiones, en stand by desde hace meses.
La renuncia del consejero Miguel Guerra (Nueva Canarias) el pasado 23 de septiembre deja al órgano inoperativo al no tener el quórum necesario para cumplir con las funciones que le otorga la ley.
Una situación que por efecto, o por defecto, por acción y omisión, han permitido los tres principales grupos parlamentarios al dejar que la Cámara regional incumpla la legislación.
En un momento histórico en el que se exige a las autoridades catalanas que cumplan la Ley, ha pasado desapercibido que la Cámara canaria lleva siete años vulnerándola sin que tiemble ni una sola de las columnas que sustentan el palacete de la calle Teobaldo Power.
De los ocho miembros que fueron designados por el Parlamento cuando Adán Martín presidía el Gobierno en el año 2003 solo quedan cuatro, dos de Coalición Canaria y dos del Partido Popular, además del director general del ente público, Guillermo García.
Sin embargo, los dos consejeros nacionalistas, afines al sector crítico que ha descabalgado a Paulino Rivero como candidato a presidir el Ejecutivo regional a partir de 2015, han decidido darse de baja y no acudir a las últimas convocatorias de junio y julio, por lo que no se pudo reunir el Consejo.
Pero los primeros en dar la espantada fueron los miembros designados por el Partido Socialista Canario-PSOE. El ya fallecido Domingo González Chaparro y Manuel González Álvarez, actual viceconsejero de Relaciones con el Parlamento, decidieron darse de baja en 2009, en protesta porque por entonces ni CC ni el PP querían renovar el Consejo en base a los resultados electorales de 2007, cuando Juan Fernando López Aguilar arrasó en las urnas y llevó a los socialistas a ser la mayor fuerza parlamentaria de Canarias.
Prórroga antidemocrática
Esa situación habría posibilitado que el PSC obtuviera cuatro consejeros en el órgano de fiscalización del ente, lo que en modo alguno estaba en las pretensiones ni de Paulino Rivero ni de José Manuel Soria en ese momento.
Eran los años en los que el entonces portavoz socialista, Santiago Pérez, y su homóloga en la Comisión de Control de RTVC en el Parlamento, Gloria Gutiérrez, denunciaban que ni nacionalistas ni conservadores querían “modernizar y democratizar los medios de comunicación públicos” ni “dotarlos de instrumentos jurídicos que garanticen la independencia, pluralidad, transparencia y objetividad reforzando la presencia del control parlamentario para adaptarlos a la UE”.
Años en los que el PSC acusaba a los informativos de RTVC de ser “el NO-DO de Paulino” y Pérez denunciaba la actitud “reiterada” de CC y PP de concederse a sí mismos una “prórroga ilegal y antidemocrática” de los resultados electorales de 2003.
Días en los que el actual consejero de Presidencia, Francisco Hernández Spínola, afirmaba que el director general del ente “no tiene el perfil adecuado” para timonear RTVC y que los socialistas iban a impedir que siguiera en el puesto si accedían al Gobierno, lo que sería la primera de las medidas democratizadoras del canal autonómico.
Los socialistas llegaron al Ejecutivo, sí, pero en virtud de los pactos dejaron en manos de CC la RTVC, pues siempre había estado adscrita a Presidencia (Consejería que fue otorgada a Spínola) y la cedieron graciosamente a Economía y Hacienda.
Curiosamente, el grupo parlamentario que más denunció la situación antidemocrática en la que se encontraba el Consejo de RTVC ha sido quien, una vez llegado al poder, ha contribuido a perpetuarla.
Y ayudaron, además, a cambiar las reglas del juego durante el partido, algo que ni siquiera llegó a hacer el tandem Rivero-Soria, con el único fin de dejar en el dique seco en todos los órganos dependientes del Parlamento al partido que ganó las elecciones en 2011.
De esta forma, se consiguió renovar en 2012 la Audiencia de Cuentas y el Consejo Consultivo, pero se aparcó sine die al Consejo Consultivo, en funciones desde el año 2007 y con los mismos miembros elegidos desde 2003 por culpa del tactismo político cortoplacista.
Guerra presentó a finales de septiembre al presidente del Parlamento, Antonio Castro, su decisión de no continuar como consejero de RTVC ante la situación de bloqueo en la que se encontraba el dicho órgano.
Fue su fundido a negro y el nacimiento de la cúspide de la entropía.
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