Los diputados de la IX Legislatura se han juramentado en sacar de la parálisis al sector cultural canario, la “industria del alma” como ha asegurado la diputada socialista Victoria Hernández o un elemento de “cohesión social” y de “dinamización económica”, como dijo Luis Campos (NC): No es la primera vez que se intenta, pero el sector espera que sea la definitiva.
Corría el año 2011, concretamente fue el electoral mes de mayo cuando la entonces consejera responsable de Cultura, la nacionalista Milagros Luis Brito, anunció a bombo y platillo el Plan Canario de la Cultura hasta el año 2020 con el que el Gobierno pretendía sacar de la UVI un área que en solo diez años había visto como se reducía su presupuesto en un 80%, con consecuencias nefastas para el sector. Las urnas posibilitaron que el tradicional pacto CC-PP transmutara en una coalición entre CC y el PSOE, que volvía a los bancos azules después de una travesía de 18 años en la oposición, pero la Cultura siguió estando en manos de los nacionalistas, que incomprensiblemente se desgajó del área de Educación dirigida por el socialista José Miguel Pérez.
Aquel pacto dejó a la polémica Inés Rojas la gestión del área cultural, que en vez de poner en marcha el plan de su antecesora Luis Brito decidió redactar un documento menos ambicioso financieramente: la Estrategia Canaria de Cultura 2012-2015 que incluía un calendario y una veintena de acciones concretas a poner en marcha durante los cuatro años de la pasada legislatura. La excusa que puso Rojas fue que “la viabilidad del documento sometido a Gobierno como tal Plan se ha visto comprometida por el agravamiento de la crisis económica y su incidencia en las limitaciones presupuestarias de las administraciones públicas”.
Democratización y pluralismo
Entre los objetivos, se proponía “una transformación del actual modelo de gestión”, basado en la “democratización” del mismo, pasando “de un sistema vertical, protagonizado en exclusivo por cargos y responsables políticos, poco tecnificado, poco planificado y con un alto grado de decisión de las instancias unipersonales, a un sistema con espacios para la participación y la codecisión, tecnificado, planificado y plural”.
Un pluralismo que pretendía “desplazar el centro de gravedad del Gobierno de la gestión cultural directa al fomento de entornos propicios para la acción cultural pública, privada, mixta y asociativa”.
Objetivos y planes de trabajo que fueron papel mojado mientras el sector cultural continuó perdiendo peso en los distintos Presupuestos y el Consejo Canario de Cultura, que debía crearse en 2013 para velar porque la Estrategia se cumpliera, no se constituyó hasta 2014. Quizá por ello nada se supo de introducir la ‘RIC Cultural’ en el REF ni el Observatorio Canario de la Cultura (otro organismo creado en el estío de 2014) ha elaborado un estudio o informe para establecer “las prioridades y los contenidos de la imagen cultural de Canarias como elemento integrante de la proyección exterior del Archipiélago”.
La Estrategia marcaba también el “fortalecimiento de la empresa cultural canaria”, para lo que se apostaba por “fomentar la clusterización y la creación de Agrupaciones Empresariales Innovadoras (AEI) que permitan generar centros de referencia para la industria cultural” y la celebración de un foro profesional para el fomento de la clusterización de las empresas culturales“, previsto para 2013 y que no se celebró hasta la primavera del año 2015, en plena precampaña electoral.
Por supuesto, ni se ha creado el Lobby Cultura Canaria-Europa ni se aprobó la Ley de Mecenazgo o la de Bibliotecas ni se apuntaló la Canarias Film Commission ni se ha trabajado en suprimir las barreras para la importación y exportación de obras de arte visual y nada se sabe de la conferencia RUP Cultural.
Comisión de estudio
Todas esas medidas fueron fruto de un diagnóstico que ya existe pero que, sin embargo, en el actual Parlamento de Canarias parecen no querer asumir para poder elaborar uno propio, motivo por el que se ha creado una Comisión de Estudio para analizar la situación del sector cultural y mejorar su contribución al desarrollo económico y social de las Islas. Un diagónstico que debe apuntar las soluciones a, entre otras cuestiones, nivelar el consumo cultural canario a la media nacional, evitar su excesiva dependencia de la iniciativa pública o potenciar la aún débil industria creativa canaria, salvo excepciones concretas.
Pero la evaluación ya está hecha, y cualquier responsable político podría comrprobarla. El diagnóstico del Plan Estratégico del Sector Cultural de Canarias elabroado por el Gobierno de Canarias se estructuró en dos grandes apartados: el primero hacía referencia a los elementos de contexto que tienen claras repercusiones sobre la realidad cultural canaria. El segundo se encaró de analizar de forma amplia el sistema cultural del Archipiélago, mediante un repaso a los elementos que configuran la política cultural, una mirada a cada uno de los sectores culturales, un análisis de la realidad de cada isla y una aproximación a las relaciones entre la dimensión cultural y la económica, turística, social e identitaria, entre otras.
Retos
En Canarias existe una identidad cultural que se ha construido a lo largo de la historia desde múltiples influencias provenientes de los tres continentes porque fue una sociedad cosmopolita caracterizada por el mestizaje. Pero, según el diagnóstico ‘Retos de la cultura en Canarias’, la lejanía de los centros de producción mundiales es un factor que puede provocar “un cierto aislamiento en relación a las dinámicas culturales globales”, una dificultad que “se suma al mercado reducido y la lejanía de los principales mercados”, por lo que la solución pasa por incrementar la conectividad.El análisis llevado a cabo afirma además, que si la insularidad, la dificultad de acceso, sitúa Canarias en unas condiciones especiales en relación a otras realidades culturales, “la doble insularidad vinculada a la distancia y diferencias territoriales de las islas del Archipiélago”, hay que centrarse en “conectar culturalmente las islas, respetando cada identidad y a la vez creando una dinámica única que conecte Canarias con el exterior”.
En cuanto al sector de las artes escénicas canario el diagnóstico apunta a que se caracteriza “por una importante dependencia pública y por las limitaciones de enfrentarse a un mercado reducido y muy concentrado en las dos grandes ciudades de las islas capitalinas”, hasta el punto de que “un 77% de los 44 espacios escénicos estables de Canarias son de titularidad pública”, además de que las compañías estables deben su precaria estabilidad económica a las subvenciones públicas.
“Las dificultades con las que se enfrenta el sector, mercado reducido, circuito y espacios, tienen un acento especial en el caso de la danza. Esta disciplina, tanto en el ballet clásico como en la danza contemporánea tiene una presencia limitada en las Islas. Su presencia en la programación escénica en Canarias es, a todas luces, insuficiente”, se afirma en el diagnóstico.
Un panorama que empeora al saberse que en Canarias “un 71% de la población afirma no ir nunca o casi nunca al teatro, mientras que la media española es del 55,2%”.
Artes visuales
Y no es mejor para el sector de las artes visuales canario, caracterizado por “la diversidad de agentes, la ausencia de estructuras convergentes y redes que los articulen y por la existencia de grandes diferencias de escala entre ellos”. Por otra parte, la penetración de obras del mercado peninsular e internacional “es limitada” dados los “altos costes que supone la importación de este tipo de productos”.
De la misma forma, el especial régimen de aduanas de Canarias, derivado del Régimen Económico y Fiscal (REF), “dificulta la proyección exterior de las obras producidas por artistas residentes en Canarias limitando su circulación, algo que no ocurre en el resto del Estado y en los demás países comunitarios”.
A todo ello hay que sumar que “no existe un museo de referencia que explique la historia del arte en Canarias, que ha sido rica, fructífera y ha dado figuras de primer nivel”.
Este escenario es el que puede llevar a que un 60% de la población admita que nunca o casi nunca visita exposiciones y un 23% que hace más de un año que no lo hace, o que un 85,2% de la población nunca o casi nunca ha asistido a un concierto música clásica, frente a un 51,4% en el caso de la música popular.
Papel y audiovisual
Y si hablamos del sector del libro, el diagnóstico es claro: lejanía de los grandes centros de producción editorial, debilidad del sector editorial canario (estructurado por “empresas de muy pequeñas dimensiones con niveles de actividad y facturación muy bajos). dificultad en la distribución y debilidad de la red de bibliotecas canarias (”la relación entre número de visitas y volumen de población es de 4,43 en España y de 0,16 en Canarias y la ratio de usuarios inscritos por cada mil habitantes es de 353 en el primer caso y 8 en el segundo“).
El sector audiovisual, que es emergente en la práctica totalidad del mundo desarrollado, tampoco tiene buena salud en las Islas debido a la “falta de un marco legislativo propio” para el sector y de una “estructura de apoyo específica con amplia cobertura territorial”, que se complica por la “falta de liderazgo de RTVC Inexistencia de infraestructuras suficientes para la producción Debilidad del sector frente a otras realidades Estructura formativa inexistente a nivel superior pero potente a nivel intermedio Alta dependencia respecto al mercado local Insuficiente impacto de las potenciales ventajas fiscales del REF.
Capitalidad y desequilibrio
Por si fuera poco,“ la concentración de infraestructuras, equipamientos culturales y de la oferta cultural en las islas capitalinas las convierte en los centros culturales del Archipiélago”, pero este desequilibrio en las posibilidades de acceso a la cultura por parte de los residentes en islas no capitalinas contrasta con el hecho de que “son las islas no capitalinas las que cuentan con un mayor gasto en cultura por habitante”.
Un desequilibrio que, al igual que la insularidad, es doble, pues los habitantes de las zonas rurales de cada isla tienen más dificultades para acceder a la cultura que los que residen en los núcleos urbanos.
Además,ni siquiera el principal motor económico ayuda a la cultura a levantar cabeza, pues “Canarias tiene una posición débil como destino del turismo cultural” pues “el turista cultural se dirige a los principales centros de producción y patrimoniales como las grandes capitales” y aún no se ha hecho nada para remediarlo. Al respecto, el extenso diagnóstico efectuado asegura que “las estrategias de captación de público por parte de los agentes culturales no están del todo exploradas”.
Y es que, si bien es cierto que los más de 10 millones millones de turistas de las Islas tengan una presencia muy limitada entre su público cultural puede ser por el propio perfil del turista que visita las Islas, “seguro que tiene una clara influencia el hecho que la mayoría de la oferta cultural no está adaptada para este tipo de público (traducción idiomática, horarios, oferta de packs)”.
Y los medios de comunicación tampoco salen bien parados en su apoyo a la cultura, pues “es negativo” su papel “como agentes activos en el fomento del acceso a la cultura”, por lo que . “el reto de futuro no pasa sólo por difundir la oferta cultural sino por aportar visón crítica, constructiva y de generación de contenidos en la realidad cultural canaria”.
Sin embargo, pese a todos estos handicaps, en los años anteriores a la crisis la evolución del empleo cultural fue claramente positiva, “con un crecimiento del 48% desde el año 2000 al 2008 (llegando a la cifra de 21.900 empleos)” y ligeramente superior a la media española, del 43%, con un mínimo de 6,9 trabajadores el año 2007 y un máximo de 9,8 en el 2004.
Este es el panorama que reanalizarán los diputados integrantes a la Comisión de Estudio y los invitados a la misma, con el fin de tener el 15 de septiembre no solo un diagnóstico actualizado sino, una batería de propuestas para que, como dijo el diputado de Nueva Canarias (NC), Luis Campos, lograr por fin que “la cultura sea un elemento de dinamización económica y también de dinamización social”.