‘De progreso’, ‘de hormigón’, ‘canario’… Multivarios y variopintos acuerdos de gobierno han existido en el Archipiélago en los últimos 33 años. Todos, salvo el que suscribieron Coalición Canaria (CC) y el Partido Socialista Canario-PSOE en 2011 (tándem Paulino Rivero-José Miguel Pérez), se rompieron antes de que concluyeran sus respectivas legislaturas.
La última semana de septiembre de 2016 ha estado protagonizada por la ruptura del pacto que sostiene al Gobierno de Canarias. Según el PSOE, ya está roto por sus socios de CC y lo que resta es saber si se reformula para evitar que se rompa el Gobierno o si, finalmente, el gabinete que preside el nacionalista Fernando Clavijo se suma a la larga lista de los Ejecutivos que no consiguieron acabar la legislatura igual que la empezaron.
Una maldición que se logró fracturar la pasada legislatura, con el nacionalista Paulino Rivero como presidente y el socialista José Miguel Pérez de numero dos del gabinete. Quizás por ello, el dirigente de CC en Fuerteventura Mario Cabrera, diputado y miembro de la Mesa del Parlamento, apeló tras la moción de censura en Granadilla que ha sido la caja de Pandora de la crisis al espíritu de “poner en valor la estabilidad” que se aplicó en la pasada legislatura, “cuando perdimos cabildos y ayuntamientos pero el Gobierno siguió trabajando más allá de los problemas locales”.
“Es un tema grave para la estabilidad regional y algunos compañeros han puesto en jaque al Gobierno regional porque han pensado sin salirse del ámbito local, poniendo en peligro cabildos y ayuntamientos”, insistía Cabrera.
Y sabía de lo que hablaba, los acuerdos en el Gobierno han condicionado los pactos en ayuntamientos y cabildos, hasta el punto de que lo que sucedía en uno tenía traslación a otros, o viceversa. Baste recordar lo que sucedió en 1993 tras la moción de censura del germen de CC (AIC, AHI, AM, ICAN y CCN) al presidente socialista Jerónima Saavedra, que fue acompañada de descabalgamientos de alcaldes del PSC-PSOE en las semanas posteriores como si fueran fichas de dominó.
1983: El primero
1983: El primero
El primer Pacto de Gobierno se firmó en 1983 para que el primer presidente de la Comunidad Autónoma, Jerónimo Saavedra, pudiera formar gabinete. Ese acuerdo unió al PSOE con Asamblea Majorera (AM), la Agrupación Gomera de Independientes (AGI) y la Agrupación Herreña de Independientes (AHI).
Ese acuerdo no pasó la prueba de la cuestión de confianza a la que se sometió Saavedra tras la adhesión de España a la entonces Comunidad Económica Europea. Un examen fruto del nunca aceptado Protocolo 2 referido a Canarias, que dejaba a las Islas fuera de la Unión Aduanera y Política Comercial Común, de la Política Agrícola Común, de la Política Pesquera Común y del ámbito de aplicación del IVA.
Saavedra continuó gracias al Pacto de Progreso que unió al PSOE con el PCE-PCC, el Partido de la Revolución Canaria (PRC) y AM, con el que concluyó la primera legislatura aprobando la polémica Ley de Aguas.
1988: Cuestión de confianza
En 1987 irrumpieron con una fuerza parlamentaria no suficientemente prevista por el PSOE las entonces Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC), cuya campaña electoral consistió en un sistemático ataque a Saavedra y los socialistas a cuenta de que únicamente había gobernado para Gran Canaria. Fueron los tiempos de “ha llegado la hora de Tenerife” (aunque el líder de las AIC, Manuel Hermoso, siempre ha mantenido que la frase continuaba con “y de La Palma, La Gomera, El Hierro, Lanzarote y Fuerteventura”).
La caída de votos del PSOE fue importante, pero se mantuvo como primera fuerza parlamentaria. Fue cuando a Saavedra se le ocurrió el famoso “que pacten ellos”, previendo que la atomizada oposición (no existía la Ley Electoral actual y el mosaico de grupos parlamentarios era bastante colorido) pudiera llegar a un acuerdo.
Pero llegó. Un acuerdo a cuatro (CDS, AIC, Alianza Popular y la Agrupación Herreña de Independientes) que se llamó Pacto Canario y convirtió en presidente a Fernando Fernández, líder del entonces Centro Democrático y Social, el partido menos votado al hemiciclo en 1987. Duró poco. Las tensiones internas entre fuerzas tan dispares, sobre todo con motivo de la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), llevó al presidente a presentar una cuestión de confianza que perdió gracias a la abstención de los entonces insularistas.
En las paredes del Parlamento (y en los oídos de Fernández) aún resuenan las palabras que Hermoso pronunció en el hemiciclo a finales de 1988: “Un diez para el Gobierno, pero un cero para el presidente”. De esta manera, se reconstruyó el Gobierno porque los mismos socios apoyaron al entonces vicepresidente, Lorenzo Olarte, para sustituir al jefe del Ejecutivo defenestrado.
1991: El pacto de la aluminosis
odo parecía indicar que el Pacto Canario iba a tener una secuela a partir de las elecciones de 1991, pero el bloqueo de AM en la votación para convertir a Victoriano Ríos presidente del Parlamento hizo que Hermoso cruzara los escasos metros que lo separaban de Saavedra en el salón de plenos de Teobaldo Power y le tendió la mano. El líder socialista se la estrechó: había nacido el Pacto de Hormigón (armado con 41 diputados) que acabó en 1993 con aluminosis y una moción de censura al presidente.
Una censura gracias a la cual se creó Coalición Canaria (CC), que sustentó al Gobierno con los 31 diputados fruto de la suma de las AIC, el Centro Canario Independiente (CCI) de Olarte, Iniciativa Canaria (Ican) y Asamblea Majorera (AM). Un Gobierno que, con algún que otro sobresalto fruto de las fuerzas centrífugas y centrípetas que componían la amalgama de CC, llegó a finalizar su media legislatura.
1995: Comienzan los bipartitos
En 1995 se inauguró una nueva etapa, caracterizada por dejar de poner nombre a los pactos y por construir el Gobierno como un asunto de dos: CC y el PP. El suscrito en 1995 entre CC y el PP, que constó de dos fases (la primera con los nacionalistas en solitario y, la segunda, con los conservadores cogobernando) tampoco llegó al final en las mismas condiciones y por el camino quedaron el nacionalista Antonio González Viéitez (consejero de Política Territorial que dimitió cuando el PP entró al Ejecutivo) o Ignacio González (expulsado por los conservadores como consejero de Presidencia a petición de CC y del PP a petición de su líder, José Miguel Bravo de Laguna).
También acabó mal el pacto que nacionalistas y conservadores firmaron en 1999 y el que reeditaron en 2003, pues Adán Martín expulsó a los consejeros del PP a mitad de la legislatura.
Tampoco corrió mejor suerte el que firmó Paulino Rivero en 2007 con José Manuel Soria para dejar fuera de la Presidencia al vencedor de las elecciones de aquel año, el socialista Juan Fernando López Aguilar, pues los conservadores abandonaron el Ejecutivo cuando apenas faltaban seis meses para concluir la legislatura porque los nacionalistas suscribieron con José Luis Rodríguez Zapatero el Plan Canarias que garantizaba inversiones estatales en las Islas.
Eso sí, lo hicieron después de que Soria confeccionara los Presupuestos para 2011 y tras garantizar que, si CC no cambiaba ni un céntimo de euro, los apoyarían en el Parlamento para evitar la derrota del Gobierno.
2011: El mirlo blanco
No suele haber mirlos de plumaje blanco, ni gorilas o tigres albinos, pero alguno hubo. Lo mismo puede decirse del Gobierno que Rivero presidió con los socialistas como socios, pues en 2015 se convirtió en toda una rareza en la historia de la autonomía canaria cuando concluyó sin rupturas la legislatura.
Para ello, y después de 18 años sin estar juntos en los bancos azules, CC y PSOE tuvieron que hacer de tripas corazón y obviar afrentas pasadas y presentes, algo a lo que contribuyó el ex líder del PP y ex ministro de Industria, José Manuel Soria, que consiguió por méritos propios convertirse en el enemigo común de ambas formaciones. Eso, y los recortes unilaterales perpetrados por el Gobierno de Mariano Rajoy desde que se instaló en La Moncloa.
La entonces presidenta del Grupo Socialista, Dolores Padrón, lo resumió perfectamente en el último Debate sobre el Estado de la Nacionalidad de esa legislatura que sigue siendo rara avis en el devenir político del Archipiélago: “Ha tenido nuestro apoyo, y puede contar con que lo seguirá teniendo hasta el día en que el Ejecutivo deje de estar en funciones, porque en un momento de crisis como hemos padecido, dar estabilidad al Gobierno también denota responsabilidad hacia las canarias y los canarios”.
Unas palabras que, como recordaba Cabrera, deberían aplicarse ahora los actores que están inmersos en la enésima crisis gubernamental que caracteriza a los gabinetes canarios desde hace 33 años.