Fuerteventura a tiro del Palacio del Elíseo

“Sobre las maniobras de la isla de Lobos no hay nada y es simplemente un rumor interesado que tendrán que justificar quienes lo propagaron”. Así de claro intentaba ser el pasado 29 de mayo en el Congreso el ministro de Defensa, Pedro Morenés, cuando, a raíz de las protestas que han ocasionado las últimas decisiones del Gobierno central en relación con las instalaciones militares de Fuerteventura, contestaba una pregunta de la diputada del PP por Las Palmas Celia Alberto.

No obstante, Morenés (Guecho - Vizcaya, 1948) no decía toda la verdad, pues lo que había sucedido semanas atrás es que ante la oposición encontrada de la mayoría de instituciones y de distintos colectivos de la Isla, el ministerio desistió de llevar a cabo dichas maniobras.

El diario El Pais ya había dado cuenta el mes pasado de la renuncia de Defensa y es por eso por lo que resulta algo patético que Morenés volviera a insistir hace unos días en el Congreso en la teoría del rumor. Coalición Canaria iba a tardar muy pocas horas en desmentir al ministro aportando los documentos que dejaban clara la intención inicial del Gobierno de Rajoy: una comunicación del Ejército de Tierra dirigida por email a la consejera de Medio Ambiente del Cabildo de Fuerteventura, Natalia Évora, con fecha del pasado 8 de mayo que dejaba en evidencia a Morenés y en la que se anunciaba que, efectivamente, entre el 4 y el 6 de junio, tendría lugar un ejercicio militar en el islote por parte de la Brigada de Infantería Ligera Canarias XVI (Brilcan) del que la subdelegación del Gobierno en Las Palmas también había sido informada..

No se trataba por tanto de ningún rumor y en la comunicación firmada por el Jefe del Estado Mayor de la Brilcan, Waldo Barreto, se indicaba que la actividad a desarrollar en Lobos, y en la que no participarían más de 30 personas y dos helicópteros, iba a consistir en unos “ejercicios de control de zona y de puntos sensibles” mediante la “infiltración y exfiltración aérea y/o naval de una pequeña unidad” en el islote. Los desplazamientos se llevarían a cabo a pie por las vías autorizadas y respetando el medioambiente, sin que estuviera previsto construir allí ninguna estructura durante los ejercicios, y quedando aún por concretar los puntos de embarque y desembarque.

El ministerio de Defensa desistió de llevar a cabo maniobras en Lobos tras la oposición del Cabildo de Fuerteventura

Pero la consejera Évora no tardaría en replicar al email de la Brilcan advirtiendo de que las maniobras militares están expresamente prohibidas por el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de Lobos aprobado en 2006 a nivel regional por la Comisión de Ordenación del Territorio y del Medio Ambiente de Canarias (COTMAC). De nada sirvió que en la documentación enviada a la consejera por los militares figurase un breve estudio de impacto ambiental del responsable del operativo, el comandante Roberto Sánchez, asegurando que el impacto ecológico de los ejercicios no sería “nada significativo”.

La COTMAC había regulado en 2006 la protección de Lobos como Parque Natural y allí se establece que no puede haber maniobras militares ni aterrizajes, despegues o sobrevuelos a una altura inferior a 300 metros del suelo y que la única excepción la constituyen razones de fuerza mayor, como la gestión de la conservación del entorno, el salvamento de personas y casos excepcionales como catástrofes naturales, crisis sanitarias o alimentarias, o las situaciones especiales en que peligran los servicios esenciales, los derechos fundamentales o la propia integridad territorial del Estado que contempla la Ley de 1981 reguladora de los Estados de Alarma, Excepción y Sitio. “No ha sido el caso, lo que remito a los efectos oportunos” concluía de manera tajante Évora en su misiva a Barreto tras advertirle de la prohibición. Y el ministerio cedió.

Llegados a este punto cabe recordar que cuando en julio de 2002 se alcanzó el mayor nivel de tensión entre el Gobierno de José María Aznar y Marruecos por el incidente de Perejil, y con el Sáhara Occidental como telón de fondo, el ministerio de Defensa desplegó durante algunos días 25 militares en Lobos. ¿Podría ahora llevarse a cabo legalmente ese despliegue si volviera a producirse en el Mediterráneo o en Canarias una situación similar a la de entonces? Quien esto escribe quiere pensar que una interpretación flexible de las excepciones a la prohibición esgrimida por el Cabildo sí lo permitiría, pues lo contrario resultaría absurdo y la defensa de Canarias y del Estado del que forma parte estaría hipotecada por las normas sobre Espacios Naturales de las instituciones locales. Pero el mero hecho de que nos formulemos la pregunta es ya en si mismo significativo.

El islote estuvo ocupado en 2002 por el Ejército durante unos días con motivo de la crisis de Perejil

Y al margen de ello subsisten dos cuestiones bastante llamativas: la primera, y no por obvia poco importante, que después de haber planificado y anunciado el ministerio de Defensa unas maniobras militares, terminase por no llevarlas a cabo. La segunda, que el Gobierno de Rajoy, y los propios mandos del ministerio no podían ni debían desconocer cuando se las anunciaron al Cabildo los argumentos jurídicos que iba a esgrimir Évora y a los que, salvo explicación convincente en contrario, todo indica que el ministerio terminó por ceder y otorgar validez, entre otras cosas porque si razonable es que los ejércitos de vez en cuando se ejerciten también parece claro que deben hacerlo cumpliendo con las leyes, aun en los casos en que éstas puedan parecer restrictivas.

Hipótesis que dan miedo

Entonces ¿Por qué se anunciaron los ejercicios? ¿Es que se trataba de un mero tanteo para ver cómo reaccionaba el Cabildo? ¿O es que las maniobras eran verdaderamente necesarias porque existían amenazas a la integridad territorial, riesgo para los Derechos Humanos, etc., pero no se quiso entablar un pulso legal porque la defensa frente a esas amenazas puede efectuarse por otros medios? ¿Se valoró en algún momento llevar a cabo las maniobras a pesar de los argumentos del Cabildo, lo que hubiera conducido a una batalla legal? ¿O es que simplemente alguien metió la pata porque desconocía la protección jurídica de Lobos?

Y uno no sabe muy bien cuál de las tres hipótesis da más miedo, pero tal vez lo peor ni siquiera sea eso: ¿se imaginan ustedes a nuestros vecinos marroquíes planificando y anunciando unas maniobras en Tarfaya o en Tetuán y suspendiéndolas luego ante la negativa de una autoridad local? No les quepa la menor duda de que los amiguetes de la costa de enfrente -con los que, seminario de estrechamientos de lazos entre las dos orillas va, seminario viene, las relaciones son cada vez más idílicas- habrán tomado buena nota del espectáculo que en estos días se ha producido en la prensa y más de uno se habrá partido de risa?

Y si el Gobierno central ha quedado hasta ahora mal por su improvisación y por no ser diáfano en cuanto a sus planes en Fuerteventura, asimismo cabe preguntarse si la actuación de las autoridades majoreras -y la de muchas autoridades canarias en general- en lo tocante a estos asuntos relacionados con la Defensa es siempre la más responsable.

Y no se me entienda mal, porque no quiero decir que la defensa y seguridad de estas Islas dependa de que se hagan o no unas maniobras en Lobos, pero la impresión que en el exterior alguien puede recibir de falta de unidad respecto a cuestiones sobre las que debería haber consenso y no discrepancias -sea por unas maniobras, por el campo de tiro de Pájara, por la ampliación del acuartelamiento Valenzuela o por la puesta en funcionamiento de un radar en El Hierro-, ya que afectan a la seguridad de Canarias, no beneficia en nada a nuestras Islas.

Todo tiene además siempre una explicación y no surge por generación espontánea; y siempre es conveniente recordar la historia para comprender los males que hoy nos aquejan: el antimilitarismo en el conjunto de España, y particularmente en la izquierda, tiene raíces muy sólidas y justificadas, ya que el tradicional sustento en el Ejército de la clase dominante se vio sangrientamente refrendado el siglo pasado por el estallido de la Guerra Civil y por su condición de piedra angular de la Dictadura franquista. Y en dicho paradigma en Canarias se dan factores adicionales, como haber aparecido los uniformes ligados durante decenios a la imposición de una cierta idea del Estado y de la propia España que ahogaba las particularidades regionales y que en la Macaronesia ofrecía cierta imagen colonial. Vamos, que durante mucho tiempo siempre ha parecido que el Ejército era una cosa de godos, para que se me entienda mejor.

El traumático abandono del Sáhara y el repliegue de la Legión han condicionado las relaciones de la sociedad majorera con el Ejército

Pero en el caso de Fuerteventura todo ello se exacerba al sumarse el choque brutal que supuso el traslado allí de la Legión tras el bochornoso abandono del Sáhara. Y es que los aproximadamente 5.000 legionarios del tercio que se instalaron entre 1975 y 1996 en una ciudad como Puerto del Rosario que en aquel entonces no tenía más de 10.000 habitantes no sólo dejaron en los majoreros el recuerdo de una población ocupada por foráneos, pues en bastantes ocasiones tuvieron un comportamiento nada ejemplar y numerosos delitos de los que han dejado testimonio las hemerotecas. Además, la presencia de la Legión en Fuerteventura simbolizaba el fracaso que el Ejército acababa de cosechar en la misión que se le supone prioritaria, la que lo prestigia en otros países y que en España casi nunca se ha cumplido y que no es otra que defender a las sociedades en que está inserto frente a las amenazas exteriores. Porque, no lo olvidemos, lo que en el Sáhara sucedió con aquellas personas que tenían DNI español, y a las que el Ejército tenía que defender, fue que el Ejército -y el Estado español en su conjunto- incumplieron sus obligaciones internacionales y salieron de allí corriendo.

Paradojas nacionalistas

Aquella situación traumática ha condicionado hasta ahora las relaciones de la sociedad canaria en general, y particularmente de la majorera con el Ejército y está en la raíz de algunas de las grandes paradojas del nacionalismo canario, pero uno modestamente cree que el dicho nacionalismo debería ir haciéndose mirar bastantes de las dichas paradojas. Así, en una entrevista de estos días en la prensa de papel, el veterano Victoriano Ríos ha vuelto a manifestar -y digo ha vuelto porque no es la primera vez que uno le lee o le oye eso- que uno de los motores de la creación en 1993 del invento de CC fue el trauma del abandono español de la costa de enfrente en el 75. Dice con toda la razón Victoriano que entonces el Estado Español “incumpliendo la responsabilidad internacional sobre la que era su colonia, abandonó un territorio con sus habitantes, que ostentaban ciudadanía española, y los dejó desamparados frente a sus ancestrales adversarios marroquíes”. Y añade a continuación el médico tinerfeño que, como tras varias décadas la situación de los saharauis sigue sin resolverse, muchos canarios “nos seguimos preguntando si será el Archipiélago el siguiente territorio en continuar la misma política”.

Pues bien, la sensatísima preocupación de Victoriano la compartimos íntegramente muchos canarios como el que escribe. Lo que sucede es que si esto es así y el futuro de Canarias va, además, ligado a que algún día se repare la iniquidad cometida con el pueblo saharaui, resulta bastante contradictorio seguir poniendo trabas a todo lo que el Ejército planifica en las Islas, y que se supone que no sólo no debería ir en perjuicio de Canarias sino otorgarle seguridad frente a potenciales amenazas externas. Dase además la circunstancia -y vuelvo al caso de Perejil y Lobos- de que cuando en aquel islote deshabitado se aposentó temporalmente en 2002 un grupo de militares españoles lo fue en medio de una crisis en la que -como este servidor de ustedes explicó en el número 2 del Semanal de CANARIAS AHORA- la arena diplomática del Sáhara estaba detrás de las cabras de Perejil. Y no es que uno crea que tanto el pasado de la acción exterior de España en el Norte de Africa como los indicios que tenemos de lo que actualmente está haciendo el Gobierno del PP (a los que me referiré algo más abajo), sean para confiar demasiado en un ministerio de Defensa que, no sólo es antipático para mucha gente, sino que, para colmo de males, suele ser bastante opaco y oscurantista en sus proyectos. Ni que tenga ninguna esperanza de que el Gobierno de Rajoy y Soria vaya a hacer diplomáticamente algo para que se haga justicia en favor de los saharauis, acunado como está, básicamente, en esta y otras cuestiones a la sombra de Francia, como también señalábamos en el citado número 2 de esta suscripción digital. ¿Pero por qué no conceder al Gobierno alguna vez el beneficio de la duda y no oponerse por principio, como muchas veces parece que ocurre en CC, a todo proyecto del ministerio de Defensa?

Y es que el trabe del 75 parece haber conducido a algunos a la chiripitifláutica conclusión de que, como las Fuerzas Armadas españolas nunca han sido de fiar, lo mejor es que se vayan, que nosotros nos defenderemos mejor solos y como se decía en tiempos en el Estadio Insular Arriba de ellos porque-somos-los mejores bueno y qué. A veces incluso se acompañan esas majaderías de fondo solemnes proclamas sobre plataformas de paz tan deseables y benéficas como necesariamente compatibles con una seguridad y defensa que aunque ellos no consideran importante constituye la condición indispensable de aquéllas. Pero también hay ocasiones en que su incoherencia queda totalmente al descubierto, como cuando son los primeros en reclamar que ante dramas humanos como el de la inmigración procedente de Africa el Estado se haga mucho más presente en Canarias que en Palencia porque-como-estamos-más-alejados-y-somos-distintos-necesitamos-más-al-Estado-ynecesitamos-untratodistinto, en exigir que se lleve a la Península a los menores extranjeros porque saturan los centros de aquí, o en pedir que se empleen en alta mar medios contundentes, que no sólo presten ayuda y salvamento a los inmigrantes irregulares, sino que los disuadan de emprender el viaje, incluyendo para ello la Marina si es necesario. Y no estamos hablando de amenazas militares precisamente, sino de la pacífica llegada a Canarias de gentes que no buscan sino un futuro mejor para sus vidas.

Operaciones en el desierto

Siguiendo con las medidas de Defensa, aunque también han sido objeto de las fricciones de estos días la ampliación del campo de tiro de Pájara -que el ministro visitó el pasado 18 de marzo sin aviso alguno al Cabildo de Fuerteventura- o la del acuartelamiento Valenzuela, poco se ha hablado de las nuevas funciones del Regimiento de Infantería Soria 9, que precisamente tiene su sede en lo que era el antiguo cuartel de la Legión en Puerto del Rosario.

Y es que probablemente allí sea donde se encierre la principal clave del reforzamiento de las instalaciones que actualmente está acometiendo Defensa: según informó el Boletín del Ejército de Tierra del pasado mes de abril, el regimiento ya cuenta con una sección de adiestramiento para actividades de patrullaje en el desierto similares a los operativos que Francia está llevando a cabo en la guerra que desde enero pasado desarrolla en Malí. La unidad le fue presentada al ministro Morenés en su discreta visita al campo de tiro de Pájara y en el seminario DOCEX que celebraron en Granada también en esos días altos mandos de los ejércitos español y francés, ya se intercambió información al respecto.

Y probablemente allí también se pusieron las bases de lo que podría ser el inicio de una etapa de colaboración entre las Fuerzas Armadas de ambos países en el que, uno de los escenarios para el adiestramiento de las unidades españolas y francesas, podría ser Fuerteventura.

No está de más por ello recordar la naturaleza de la guerra denominada eufemísicamente Operación Serval en la que se metió Francia en Malí, después de que distintos grupos yihadistas entre los que se encontraba Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y en su mayor parte procedentes del exterior, se apoderaran de la norteña región tuareg de Azawad e iniciaran una ofensiva hacia el sur, implantando la ley islámica más estricta allí por donde pasaban. Cuando los rebeldes amenazaron con tomar Bamako, Francia, como tantas otras veces sucede en su patio trasero africano cuando considera que los intereses de la llamada Francafrique están amenazados -y le preocupan mucho sus minas de uranio de Níger- se sintió con el derecho de intervenir y lo hizo, aunque no había ninguna resolución de la ONU que le autorizara explícitamente a hacerlo.

Si hubiese sido Estados Unidos, todas las ciudades de Europa se habrían llenado de gente en la calle y no les cuento en España. Pero, claro, si la imperialista es Francia, como por razones que serían largas de explicar la peña no les tiene a los galos las ganas que les tiene a los gringos, poca gente protesta. Y no es que uno crea que los norteamericanos sean mejores en sus patios traseros particulares, lo que quiero señalar es que a Francia, cuyo patio trasero es el que tenemos más a mano y con quien parece que estamos condenados a colaborar, no se la mide con el mismo rasero por lo que hace en su particular patio trasero.

Por lo demás, debe también reseñarse que, según opinión de muchos expertos, la insurrección en Malí fue la consecuencia directa de la guerra de Libia en la que se metió en 2011 Occidente bajo el liderazgo entusiasta del galo Sarkozy, quien no solo quería derribar a Gadafi sino ganar poder e influencia para la mencionada Francafrique, pero que al mover allí el avispero yihadista creó más inestabilidad en el norte de África y en el Sahel.

Guerras que no se ganan

Y es que si bien las crónicas indican que Francia ha alcanzado buena parte de los objetivos que se planteó en la guerra, pues ha ido expulsando a los yihadistas de las ciudades del sur y mediante pactos con los tuaregs han tenido que ir retrocediendo hacia el desértico norte, lo que también dicen casi todos los análisis es que no han sido totalmente reducidos, al margen de que estas guerras que cada vez son menos convencionales -como las de Afganistán o la de Irak- no terminan de ganarse nunca del todo y a veces contribuyen a avivar a largo plazo los fuegos que pretenden apagar.

Rajoy y Hollande mantienen excelentes relaciones y España está respaldando activamente a Francia en la Guerra que sostiene en Malí

El deseo del presidente Hollande tras enviar allí unos unos 4.000 soldados, fue desde el primer momento africanizar el conflicto mediante una coalición articulada por los países de África Occidental, en su mayoría francófonos, que conforman la CEDEAO. Actualmente hay allí unos 6.300 soldados africanos en una misión que sólo hace pocas semanas recibieron la bendición definitiva de la ONU y que podrían llegar a alcanzar en verano la cifra de 12.000. La Unión Europea estuvo en un principio bastante renuente a las peticiones de ayuda de Francia, con solo unos 460 militares de 22 países entre instructores, fuerzas de protección y personal de apoyo, aunque España, con 58, es tras Alemania la que más aporta. De estos 58 militares, 15 son instructores, 35 pertenecen a la Legión (que no olvidemos que aún existe) y otros ocho están destinados en los cuarteles generales de Bamako y de Koulikoro, pero Morenés ya ha hablado de que quiere incorporar unos 30 más a partir de junio que deberán ser ratificados por el Parlamento. Además, España colabora con un avión de transporte con base en Senegal que transporta tropas de otros países y material a la zona del conflicto.

Cabe recordar que Coalición Canaria se abstuvo de apoyar la participación de España cuando los ministros Morenés y Margallo solicitaron el preceptivo respaldo del Congreso, argumentando falta de información por parte del Gobierno, mientras otros partidos como los nacionalistas de centro- derecha, el PSOE o UPyD mostraron un apoyo crítico.

Y más pistas: El pasado día 28 Rajoy y Hollande se reunieron en el Elíseo en lo que sólo puede ser catalogado como el principio de una buena amistad equiparable a la de Humprey Bogart y Claude Rains en Casablanca. Y no sólo hablaron de economía y de crear una alianza en la UE frente a Angela Merkel sino de colaboración frente al terrorismo islamista, profundizando en las excelentes relaciones que ya hay entre los ministerios del Interior de ambos estados.