Fábricas de tabaco, estaciones transformadoras, instalaciones de la Refinería… Tenerife es uno de los enclaves más afortunados en cuanto a número y calidad de piezas de patrimonio industrial. Pese a ello su estado de abandono en la mayoría de las ocasiones es significativo: los destacados edificios que albergaban las fábricas se encuentran en desuso o cerca de la ruina, las estaciones transformadoras presentan añadidos dado que su grado de conservación depende del interés que le ponga cada uno y para disfrutar del patrimonio de la Refinería habrá que esperar a que Cepsa abandone las instalaciones de Santa Cruz.
Dulce Xerach, como consejera de Cultura del Cabildo, promovió la conservación de este espacio. Asegura que tomó conocimiento de la importancia del patrimonio cuando visitó la Refinería en la década de los noventa para comprar hierro para hacer su casa, un elemento que resultaba muy barato tras la caída del telón de acero. En ese momento junto con el arquitecto Fernando Menis descubrieron El Tanque e iniciaron una larga lucha por su mantenimiento, que hoy décadas después sigue siendo cuestionado. El interés luego lo plasmaría en su acción política como consejera de Cultura del Cabildo y del Gobierno de Canarias y en su tesis doctoral que tuvo como asunto central el patrimonio industrial.
Como conocedora explica que se trata de una riqueza “con mucho potencial pero que no siempre es comprendida. Cuesta hacer entender a la gente que se trata de unas piezas a conservar no a que desaparezcan”. Pero cree que cuando la Refinería desaparezca o se redimensione será cuando se descubra una nueva dimensión formada por edificios que bajo su punto de vista deben ser conservados. Como representante pública intentó mejorar la situación de este patrimonio en la ley canaria pero no quedó muy satisfecha con el resultado final. Impulsó la conservación del Almacén de Cepsa pero no pudo ver concluido el expediente. Ahora como ciudadana se alegra de que finalmente las naves Carboneras de Valleseco queden integradas en el proyecto de remodelación de la playa. El catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna (ULL) Alberto Darias Príncipe, hoy jubilado, centró parte de sus estudios en este tipo de arquitectura. Al final no le quedó más remedio que recalar en el mayor de los pesimismos sobre su actual conservación y peor aún, sobre las perspectivas de futuro. El profesor no duda en calificar de “desatino absoluto” el estado actual de muchas de estas piezas arquitectónicas dado que “la triste realidad es que no se les ha hecho ningún caso y como resultado la mayoría de ellas se está cayendo”. Los edificios de las fábricas de tabaco que aún se conservan en Santa Cruz son: La Victoria, La Tinerfeña, La Lucha, El Águila Tinerfeña y La Belleza.
Darias Príncipe está firmemente convencido de que estos inmuebles pueden tener una segunda vida y resultar muy útiles. Ejemplo, de ello serían los planes del Cabildo para convertir la fábrica de tabaco La Victoria situada al principio de la avenida Islas Canarias en una Escuela de Artes Escénicas. Pero lo cierto es que tan sólo se trata de un proyecto que se lleva planteando desde hace años sin ninguna repercusión más. De resto, sobre la fachada del impresionante edificio cuelga el cartel de “Se Alquila”, seguido de un número que data de los tiempos cuando aún no se había implantado la telefonía móvil. Y es que resulta imposible alquilar un inmueble de estas características mastodónticas. La pieza es obra del arquitecto Antonio Pintor. Su propietario original, Luis Zamorano, logró el visto bueno municipal para construirlo el 23 de marzo de 1922. Se trata de una edificación dominada por las grandes cristaleras. Las plantas rodean un amplio patio central. La parte baja fue destinada a la fabricación de cigarrillos y almacenamiento, mientras que en la de arriba se seleccionaba el tabaco.
La Lucha se encuentra ubicada en la calle El Pilar. De estilo ecléctico, su construcción se inició en enero de 1924. Su propietario, Manuel López Luis, obtuvo una licencia para edificar nueve viviendas más la fábrica. En la actualidad la planta baja permanece alquilada a distintos negocios. La tabacalera La Belleza, en la calle Pérez de Rozas, también se mantiene en pie. El arquitecto, Miguel Martín Fernández de la Torre, optó por un estilo racionalista, de vanguardia en aquella época. Terminó de construirse en 1930. La fábrica El Águila Tinerfeña está en Pérez Galdós, esquina con Suárez Guerra. En 1923, el Ayuntamiento dio licencia para su construcción, al más puro estilo ecléctico. El edificio tiene dos fachadas iguales que dan a ambas calles. Se construyó entre 1923 y 1926 y fue un proyecto del arquitecto Domingo Pisaca.
Una vez cerrada la fábrica, el edificio fue adquirido por Víctor Zurita, propietario del periódico ‘La Tarde’, nombre por el que es conocido este inmueble en la actualidad. Cuando el diario cerró, el edificio permaneció vacío hasta que el Parlamento de Canarias lo compró en 1984. En el año 2000 fue remodelado para poder albergar la sede de la Audiencia de Cuentas. Finalmente, las fábricas La Belleza de la que una está situada en la Plaza de la Concepción, en pleno centro de Santa Cruz y la otra en los alrededores de la plaza de toros. El edificio puede ser calificado de elegante, de ventanales ovalados y tres grandes balcones.
En la época en la que estas fábricas estaban a pleno rendimiento, hubo mucho interés por los puros y cigarrillos que en ellas se fabricaban. El diario ABC dedicó en el año 1934 un reportaje a la tabacalera La Lucha. “Nos satisface poder ofrecer la realizada de estos edificios suntuosos para que desvirtúen el equivocado concepto que se tiene todavía de la industria tabaquera de Canarias”, decía el artículo.
Los estudios elaborados por Darias Príncipe incluyen, por ejemplo, el impacto que trajo consigo la introducción del hierro como nuevo elemento utilizado en la construcción. O también las llamativas estaciones eléctricas transformadoras de las que todavía existen tres ejemplos en Santa Cruz y dos en La Laguna. En su diseño participaron algunos de los mejores arquitectos contemporáneos de principios del pasado siglo, pese a que en teoría su función se limitaba a garantizar el servicio eléctrico.
Prueba de que han cumplido a la perfección la doble función de servir como elementos con un alto valor arquitectónico y tener utilidad técnica es que, por un lado, aún Unelco-Endesa las mantiene en activo y por otro, varios estudiosos, entre los que está el propio Darias Príncipe, han pedido su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC).
En el caso de Santa Cruz una de las estaciones está situada en una esquina del parque García Sanabria, otra en la calle 25 de Julio y la tercera en la de Horacio Nelson. Además, hay otras dos que no tiene forma de torre que se ubican en la Cruz del Señor y en Ofra. De hecho, la más importante es la de Cruz del Señor, a pesar de que en este caso no existe ni siquiera ninguna referencia en el Plan General de Ordenación (PGO). Se trata de una obra racionalista que iba a ser incorporada a una casa que nunca se llegó a construir. Su arquitecto es José Blasco y data de la década de los años 40 del pasado siglo.
El autor de las demás estaciones es Antonio Pintor, quien diseñó también el Teatro Leal. La construcción se sitúa en el primer cuarto del siglo XX que fue cuando la luz eléctrica llegó a Santa Cruz. En La Laguna también existen dos valiosos ejemplos de este tipo de estructuras cuya función era reducir la tensión con la que circulaba la electricidad. Casi un siglo después en Santa Cruz dos de ellas todavía siguen prestando esta función.
En el caso de la situada en la calle Horacio Nelson se trata de una edificación simétrica compuesta de dos elementos y rodeada de puntos de luz hechos con hierro fundido. Servía para suministrar electricidad al barrio de Salamanca y todavía es utilizada por la compañía Unelco-Endesa como queda bien claro por los carteles que hay pegados en su exterior. En la actualidad todas ellas se han convertido en esculturas urbanas. Sin embargo, disponen de varios añadidos que no corresponden a la época original, debido a que su conservación no es obligatoria. La de Horacio Nelson se eleva sobre una base prismática que servía como almacén e instalación de maquinaria y de unas grandes molduras surge luego una torre de cuatro lados.
Algo muy similar puede servir para referirse a la situada en la calle 25 de Julio, rodeada por un jardín. Es un almacén y su torreón es de carácter ecléctico. La del García Sanabria es la que se encuentra más abandonada, llena de pintadas y al estar cubierta por grandes árboles pasa casi desapercibida. En el barrio de Salud-Ofra y más concretamente en la avenida Ángel Romero, se puede encontrar una estación transformadora que servía además como edificio de viviendas. La tipología es racionalista y los estudiosos creen que la solución adoptada finalmente, “está muy bien pensada, ya que se resuelve el doble uso de la edificación reconciliando así dos funciones que parecían imposibles”. Hoy aparece tapada por un muro de aspecto calificado de “deplorable”, pese a lo cual es un ejemplo de “equilibrio entre funcionalidad y seguridad”. Pintor realizó el trabajo por la amistad que le unía con el presidente de la compañía eléctrica.
La refinería como museo
Un enclave que es valorado como El Dorado de la arquitectura industrial tinerfeña lo constituyen las instalaciones de la Refinería, situadas en principio en el extraradio de la capital tinerfeña. Pero el crecimiento de la ciudad la ha convertido en un anacronismo ubicado en pleno centro de Santa Cruz. Hoy pocos dudan del nivel de contaminación y daño para la salud que origina esta actividad y se da por hecho su final a medio plazo, en el peor de los casos. Una vez cerrada la Refinería se convertirá en una especie de impagable museo de elementos industriales. Como adelanto está El Tanque, que es precisamente uno de los depósitos que se consiguió mantener en pie después de que la Refinería abandonase el enclave donde hoy se sitúa Cabo Llanos, la nueva Santa Cruz.
Un grupo de jóvenes arquitectos encabezado por Fernando Menis, consiguió con el tiempo que incluso haya sido declarado BIC y que desde 1997 albergue una actividad cultural, pese a sus evidentes intermitencias. “El prestigio tanto de la intervención arquitectónica como de los actos ocurridos en el espacio resultante desde entonces ha sido extraordinario, sobrepasando las fronteras nacionales y convirtiéndose en modelo a seguir como ejemplo en la recuperación de los bienes del Patrimonio Industrial”, asumió en su momento el Ministerio de Cultura que apoyó la declaración BIC del espacio.
“Al conservar el Tanque se protege nuestro patrimonio histórico industrial y utilizándolo como espacio cultural llenamos de contenido los conocimientos, los recuerdos, las imágenes y todo lo que configuró y organizó las actividades de origen industrial que han tenido lugar, de manera excepcional, en Santa Cruz de Tenerife en el siglo XX”, indican sus defensores, entre los que está la experta en arte Dulce Xerach.
Este singular espacio ha sido objeto de innumerables peticiones de conservación: historiadores, artistas plásticos, músicos, actores, periodistas, arquitectos, gentes de la calle de toda condición han venido sumándose a la iniciativa de un manifiesto creado para defender El Tanque y que alcanzó su apogeo con el apoyo a la declaración como BIC. El Tanque figuró entre las 15 obras seleccionadas en España y Portugal para el premio Iberfad de arquitectura 1998 y recibió el Manuel Oraá de arquitectura que otorga cada dos años el Colegio de Arquitectos de Canarias. Además, el espacio sido objeto de publicación en innumerables libros y revistas de carácter arquitectónico, histórico y cultural.
No tuvo el mismo resultado el frustrado proceso para declarar BIC el conocido como almacén de Cepsa, una obra del arquitecto, José Blasco. Un intento que resultó bastante ajetreado y culminó dándole la razón a la Refinería cuando este asunto pasó por los tribunales.
Tal y como se señaló en el Premium dedicado a las guerras entre la Refinería y el resto de instituciones canarias, la defensa de la industria se basó en que el expediente había caducado y no se emitió el número mínimo de dictámenes que exige la Ley autonómica de Patrimonio. La Refinería alegaba la “inexistencia de notorios y singulares valores históricos, arquitectónicos y artísticos del citado almacén”. Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) jamás se llegó a pronunciar sobre las características del inmueble a proteger.Desde Cepsa se dejó claro que no tienen ningún interés en demoler este edificio, sino que simplemente intentan evitar las limitaciones que se imponen a estos inmuebles a la hora de ejecutar determinadas obras y permitir ciertos usos. La declaración BIC no sólo afectaba al almacén sino que también incluía una delimitación con forma de cuadrilátero.
La Refinería siempre sospechó que detrás de este intento de protección en realidad se escondía la intención de aumentar el control y la presión sobre la industria por medio de los rígidos condicionantes que exige la declaración BIC. Ahora, una vez transcurrido el plazo legalmente establecido de dos años tras la última resolución judicial emitida en 2012, el Gobierno canario podrá volver iniciar el expediente.
En el caso de La Laguna, Darias Príncipe ha sido especialmente crítico con lo ocurrido en la Antigua Estación del Tranvía de La Cuesta. Según denuncia el catedrático, el Plan Urban que a principios de la pasada década se desarrolló en este ámbito “sin sustentar los criterios de actuación en los lógicos fundamentos patrimoniales locales, toponímicos, históricos, artísticos y arqueológicos, ha menospreciado y destruido, consciente o inconscientemente, significativas rejerías y un extraordinario patrimonio industrial, singulares edificios de madera recortada inglesa, que dialogaban con otros ya descontextualizados y también desparecidos”.