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LA GRAN GUERRA Y SUS CONSECUENCIAS POR JACQUES TARDI

“La Gran Guerra”, “la Guerra que iba a terminar con TODAS las Guerras” sería recordada no como la última gran contienda, sino como el mayor y más sistemático “matadero de seres humanos” nunca visto hasta aquel fatídico momento.

Al final y tras cuatro largos años, más de diez millones de personas murieron, cerca de veinte millones sufrieron algún tipo de herida y, aproximadamente, seis millones de combatientes fueron declarados desaparecidos en combate. Para rematarlo todo, la contienda sirvió para que justificar, de algún modo, la limpieza étnica y el extermino de la población civil como represalia o, simplemente, como elemento de presión y/ o sometimiento ante la llegada de un nuevo jugador al tablero de juego.

La firma del tratado de Versalles –necesario, pero excesivo y vejatorio para muchas de las partes implicadas, no sólo para con los derrotados sino para con algunos países que lucharon en el bando ganador- supuso el primer escalón para que en el década de los veinte y los treinta, los ideólogos del fascismo y el nacionalsocialismo construyeran sus postulados de oído, revancha y agravio frente a los vencedores en la Gran Guerra, muchos de los cuales volverían a pagar un enorme tributo en sangre, pocos años después, justo cuando el Reich alemán decidió declarar la Segunda Guerra Mundial.

La Gran Guerra estuvo marcada, no sólo por el inmovilismo de las potencias implicadas, empeñadas en mantener una táctica –la llamada guerra de trincheras, que demostró ser tan desastrosa como mortífera e insana para quienes debieron soportarla- sino por la crueldad y el sadismo con el que se trató de mantener la disciplina entre unos combatientes que no entendían la razón de tanta insensatez.

Cada país implicado tuvo su dosis de insensatez, aunque Francia e Italia fueron, con mucho, los países que llevaron hasta el extremo el manual disciplinario, aunque Gran Bretaña y Alemania tampoco se quedaron atrás en su empeño por evitar cualquier fisura entre sus soldados. De sobra son conocidos los juicios en los que se llevó hasta al paredón de fusilamiento a soldados que decidieron que seguir siendo “carne para los cañones” no solucionaría el futuro de su país, o que, por el capricho y la cobardía de sus superiores, sirvieron de ejemplo para que el resto entendiera una simple máxima; es decir, si no se muere por la balas del enemigo, se muere por las balas de tu propio ejército.

Atrás quedaron las soflamas, los grandes palabros y los altisonantes titulares con los que se ungió la contienda, nada más ser declarada. Y atrás quedaron los llamativos y nada apropiados uniformes militares que, durante los primeros compases de la guerra, uno y otro bando enarbolaban como símbolo del poder y la gloria con la que marchaban hasta el campo de batalla.

Cien años después, la realidad de aquella barbarie sigue retumbando en los campos de batalla que recorrieron buena parte de Europa y, aún hoy en día, se encuentran fragmento de los millones y millones de obuses disparados por cada uno de los ejércitos en liza, a modo de macabro “souvenir”.

Y cien años después, pocos autores han sabido plasmar de manera tan clara, directa, descarnada y soberbia la que fue aquella megalómana carrera hacia el exterminio de toda una generación de jóvenes de todas partes del mundo como lo ha logrado hacer Jacques Tardi.

C'était la guerre des tranchées (La guerra en las trincheras, 1993) y Putain de guerre ! (¡Puta guerra!, 2014) ambas publicadas por Norma Editorial en nuestro país, reflejan como ninguna otra obra, la realidad de los soldados franceses –conocidos como “Poilus”- los “peludos” y “machotes” soldados franceses que, durante cerca de cuatro años, fueron masacrados entre la podredumbre, las ratas y los cadáveres de quienes tuvieron la fortuna de morir antes de tener que sufrir aquellas condiciones tan mortíferas como lo eran los obuses disparados por las tropas alemanas.

Tardi nos cuenta las pequeñas historias que, día tras día se iban sucediendo, sin dejarse ningún detalle atrás, por muy políticamente incorrecto que éste pudiera llegar a ser. Por ello, nada ni nadie escapa al ojo crítico y mordaz del dibujante, quien, solo o secundado por el guionista Jean-Pierre Verney, responsable del guión de ¡Puta guerra!, nos muestra la guerra tal cual fue, sin rebajas ni edulcorantes que nos ayuden a digerirla.

Es más, las páginas finales de ¡Puta guerra!, recuerdan mucho a las palabras escritas por Dalton Trumbo en su novela Johnny cogió su fusil, obra que puede ser considerada como la mejor novela escrita contra la insensatez de la guerra. La galería de mutilados con la que nos obsequia el dibujante francés es tal que te agita y te revuelve la conciencia, si aún la posees, y te hace replantearte hasta dónde puede llegar la demencia y la insensatez del ser humano con tal de salirse con la suya.

Ambas obras, dignas de figurar en la biblioteca de cualquier universidad –sección historia contemporánea- debería ser de obligada lectura para quienes quieran entender qué fue lo que de verdad pasó en aquella guerra que iba a terminar con las contiendas, tal cual las conocíamos hasta entonces.

Puede que, cuando el lector termine, no se sienta muy orgulloso de pertenecer a la raza humana, pero eso es algo que cada uno deberá sobrellevar como buenamente pueda. Y si están pensando un buen regalo para estas navidades que a tocan a la puerta, olviden los calcetines, las colonias varias y las tazas de café que luego se agolpan en los estantes sin ningún uso conocido y compren cualquiera de la ediciones presentadas por Norma Edtorial.

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Formato: Cartoné con camisa y cinta

Tamaño: 19 x 26

Páginas: 144Color + DVD

ISBN: 978-84-679-0257-0

PVP: 29,95 €

© Jacques Tardi, 2014

© Norma Editorial, 2014

“La Gran Guerra”, “la Guerra que iba a terminar con TODAS las Guerras” sería recordada no como la última gran contienda, sino como el mayor y más sistemático “matadero de seres humanos” nunca visto hasta aquel fatídico momento.