Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

EL ULTIMO VUELO DE JUAN GIMENEZ

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Debo confesar que con ambas ya se había ganado “mi corazón y mi mente”, sin necesidad de intercambiar una sola palabra. No obstante, la realidad siempre supera a la ficción y, durante la primera comida a la que acudimos, me tocó sentarme junto a él, sin que ninguno de los dos hiciera nada, sobre todo yo. Admito que esa misma mañana me había pasado por una librería de la ciudad, antes de acudir al evento. En uno de los expositores encontré un ejemplar de la revista Ilustración + Comix Internacional# 21, publicada por Toutain Editor -fechada, ésta, en agosto 1982- en tan buen estado que parecía que acabara de salir del almacén.

Al principio, no dije nada. Ni se me ocurrió sacar el ejemplar, dado que tampoco sabía cómo podía reaccionar él. Al final, antes de llegar al postre, se lo puse delante y fue cuando me empezó a contar cosas, tanto de aquella portada, en la que aparecían los personajes principales de la historia Ciudad, como de su etapa con Josep Toutain y su relación con el guionista, también argentino, Ricardo Barreiro.

Juan Antonio Giménez López (1943-2020) CC BY-SA 4.0. 2006

Con este último, Juan Giménez desarrolló, en primer lugar, As de Pique, la historia que, para mí, es el mejor fresco gráfico sobre los raid aéreos que asolaron la Europa ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. Y en segundo lugar, la suma del talento de ambos autores dio como resultado una obra donde se plasmó la inexorable deshumanización, en un grado más extremo, a la que estaba abocado cualquier escenario bélico con el uso masivo de la tecnología.

Yo le hablé de álbum “Factor Limite” y del tanque Minitrack – Mark VII. Él me habló de War III (revista 1984)y de Silver, historia protagonizada por otra de sus grandes pasiones; es decir, las motocicletas. 1

En el caso particular de Ciudad (Astiberri) Juan Giménez me contó, con todo lujo de detalles, que en ella, “El loco” Barreiro quiso volcar todas sus querencias literarias, cinematográficas, televisivas, estéticas e, incluso, buena parte de sus pesadillas más recurrentes y atraparlas todas dentro de una ciudad fantástica y megalítica, la cual alberga a náufragos de diferentes mundos y de la que resulta prácticamente imposible escapar.

Él, por su parte, se empeñó en plasmar todo aquel caudal de conceptos recurriendo a un detallismo tan sorprendente y desenfrenado que logra atraparte de una forma tan opresiva como les ocurre a los protagonistas que se encuentran en aquella urbe, digna de una película de Lucio Fulci.

Sobre la serie As de Pique, el dibujante me recordó cómo, en la revista Skorpio, le propusieron dibujar una serie bélica, Un día alguien me llamó y me dijo: Juan, a vos que te gustan tanto las maquinitas y esas boludeces ¿no querés hacer una serie de aviones? 2

Aceptar el reto de una serie como aquélla suponía poder homenajear La Amapola Negra (1958-1959), un trabajo gráfico de Héctor Oesterheld y Francisco Solano, autores a quienes Juan Giménez admiraba mucho, tal y como me explicó. Además, le sorprendió que un “pibe” como yo conociera la obra de Oesterheld y Solano, teniendo en cuenta mi edad por aquel entonces. 3

Ni en el más loco de mis sueños podía imaginarme que, diez años después, sería yo quien fuera a escribir la introducción del tomo recopilatorio de la serie As de Pique, publicado, éste, por Dolmen Editorial en el año 2012. Eso sí, antes debí pasar por un test sobre la historia de la aeronáutica -oficiado por Juan Giménez- sentado en uno de los sillones del Auditorio del Hotel Meliá Sitges, durante la celebración del festival de cine de género que se celebra en dicha localidad.

© Dolmen Editorial, 2012

También tuvimos tiempo para poder hablar de su trabajo en la película de animación de Columbia Pictures Industries, Inc. Heavy Metal (Gerald Potterton, 1981), largometraje en el que se encargó de diseñar al personaje de Harry Canyon y el escenario en el que éste se desenvolvía. Un vez integrado en el organigrama de la producción, sus responsables entendieron que era la persona ideal para trabajar en el desarrollo del segmento animado B-17. Lo mejor fue cuando me dijo que para poder documentarse “como era debido” los productores le dieron la oportunidad de subirse en una bombardero real que se había utilizado en la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, también revelaba los quebraderos de cabeza que les daba a los animadores con sus diseños, maquinaria y demás, mientras me sonreía, recordando todos aquellos momentos.

Luego de aquel primer encuentro, seguimos viéndonos en muchos de los salones de cómic a los que ambos acudimos, compartiendo sala, película y sobremesa durante la celebración del Festival de Cine Fantástico de Sitges e, incluso, nos sentamos junto al guionista y psicomago Alejandro Jodorowsky, responsable de las letras y la ensoñación de la saga gráfica La casta de los Metabarones (Random House Mondadori) en pleno auge de la colección.

En el año 2014 tuve el privilegio de presentar su obra, por primera vez, en Finlandia, dentro de una exposición dedicada a la editorial E.C.Comics, sello editorial del que Ricardo Barreiro se nutrió para el enfoque de la serie As de Pique, menos propagandístico y mucho más real, tal y como sucedía con la directriz sobre la que se articularon las narraciones escritas por Harvey Kurtzman para las cabeceras Two-Fisted Tales (1950-1955) y Front Line Combat (1951-1954).

La ultima vez que pudimos hablar fue en octubre del pasado año 2019, cuando lo invité a un evento de cómic en Gran Canaria. El declinó la invitación, pero se mostró igual de amable, ocurrente y terminamos, como no podía ser de otra forma, hablando de aviones.

© Toutain Editor, 1984

Sólo espero que ahora, que ya nos ha dejado, tenga tiempo de irse montado en el asiento de su motocicleta favorita, al igual que el protagonista de Silver, y descubrir otros mundos y otros parajes donde, antes que él, llegaron los tripulantes del B-17 As de Pique, es sí, ya sin el acoso del Messerschmitt Me 262 “Schwalbe” pilotado por el general alemán Adolf Galland, líder de la Jagdverband 44. 4 y 5

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2020

As de Pique y Silver © Ricardo Barreiro y Juan Giménez, 1978-2020

Notas:

1-El album “Factor Límite” incluía las historias Esplendor en la Hierba y Puesto Avanzado.

2-Skorpio (1974-1996), revista de Ediciones Record, estaba dirigida por Alfredo Scutti. Publicó doscientos treinta y cinco números. En sus páginas aparecieron las series Corto Maltés (1974) de Hugo Pratt y Alvar Mayor (1976) de Carlos Trillo y Enrique Breccia; entre otras muchas.

3-La serie La Amapola Negra (1958-1959) se desarrolló en quince episodios en la revista Hora Cero. Al igual que lo hiciera más tarde As de Pique, narraba las aventuras de la tripulación de un bombardero norteamericano B-17 durante la Segunda Guerra Mundial.

4-La historia Silver se encuentra dentro del álbum El extraño juicio a Roy Ely, publicado por Toutain Editor en el año 1984

5-Adolf Josef Ferdinand Galland (1912-1996) fue uno de los pilotos alemanes más conocidos de la Segunda Guerra Mundial, con 104 victorias confirmadas, que comenzó su carrera durante la Guerra Civil Española, formando parte de la Legión Condor, en 1937. Además de por su forma de volar, el piloto se hizo famoso por llevar pintado, en la carcasa de su aeroplano, un dibujo inspirado en el ratón Mickey Mouse.

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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

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