Seguro que habrá quien se eche las manos a la cabeza y diga que, como la sacrosanta Transición, bastante costó consensuar un Día de Canarias en aquellos primeros años 80 del siglo XX tras siglos de caciquismo, pleito insular de ciertas elites, colonialismo, dictadura y retraso. Habrá quien considere un sacrilegio sustituir el oficializado 30 de mayo por cualquier otra jornada como referente de canariedad (no es la intención), pero, al menos para muchos de los miles y miles de isleños y residentes que este sábado se manifestaron por las calles de las 8 islas y en ciudades como Madrid, Barcelona, Granada, Málaga, Londres, Berlín o Ámsterdam, este 20 de abril es ya tan o más importante como Día de Canarias, al menos de una Canarias diferente, que el estatutario.
Y lo es porque, haya o no reacciones y cambios reales desde las administraciones y las estructuras del poder real en las Islas, nada debería ser igual tras la demostración de fuerza popular de este sábado (luchas de cifras aparte) de muchos canarios que no comparten el modelo de desarrollo, el crecimiento ad infinitum, el desequilibrio total en el reparto de la riqueza y la sensación de que el abismo entre los que se llevan gran parte de la tarta turística y los que se han de conformar con las migajas se agranda cada vez más, si cabe. Encima, muriendo de éxito por la masificación, por el colapso de zonas como Anaga, por las infinitas colas, por parques nacionales desbordados… Por un mal entendido progreso.
Las calles de las capitales de las siete Islas y hasta de La Graciosa mostraron que, al menos para una parte importante de la sociedad canaria, las Islas no van por donde deberían. El desarrollo y progreso del que muchos presumen no lo aprecia un porcentaje más que significativo de los isleños, por muchos récords turísticos que haya, de empleo y PIB, al tiempo que se sigue en los puestos de cola en paro estructural, renta, convergencia, pobreza, dependencia y otros muchos índices. Y eso quedó muy claro en las proclamas, pancartas e imágenes.
En Santa Cruz de Tenerife, y llegados desde toda la Isla mediante Titsa, coches particulares, el tranvía o guaguas aportadas por colectivos como la Coordinadora El Rincón y otros (que no tenían plazas desde hace bastantes días), la gente se concentró pronto en la plaza Weyler y aledaños, de donde partía la protesta. A las 11:000 ya estaba la plaza llena. Pero también esperaban muchos en otros puntos para sumarse, algo que no paró de producirse en el recorrido de la marcha, que hizo en su totalidad Canarias Ahora.
A medida que se acercaban las 12:00, hora fijada para la partida, se hacía más evidente que aquello estaba petando. A los manifestantes ya concentrados le llegaban informaciones del colapso en la autopista del Norte (de las pocas veces que algunos se alegraban de algo así), los alrededores de Weyer y Capitanía General estaban desbordados y se tardó una hora en dar los primeros pasos. De hecho, cuando la cabecera ya iba por la zona del Pilar, los que aún estaban en el punto de partida, cerca de la parada del tranvía, no se lo podían creer porque apenas habían dado dos pasos, y no precisamente el escritor. Los primeros vídeos aéreos que se difundieron entonces eran simplemente espectaculares: un resumen, un latido, un grito.
Quince minutos después, los “adelantados” de este intento de “reconquista sostenible” ya habían llegado a la plaza de España, el final del trayecto y punto para la lectura de los manifiestos, y los que aún estaban por Weyler apenas habían avanzado otros 20 metros. Impresionaba.
Entre las proclamas, gritos, consignas, cánticos, mensajes en pancartas o cartones, improvisaciones y lemas, una amplísima gama: desde el previsible “lucha por tu tierra” de una pancarta grande de fondo negro a ese otro clásico de “Coalición Canaria es una inmobiliaria”. Pero, con el aliño de pitos, bocinas, chácaras, bucios, tambores y otros instrumentos, hubo mucha tralla e inventiva en camisas, pegatinas, carteles, mediante megafonía o a voz en grito: “Canarias no se aguanta, Canaria se levanta”; “Menos cemento, más fundamento”; “El capital (…) destruye el litoral”; “Clavijo, escucha, el pueblo está en la lucha”; “Ecotasa, que cuide nuestra casa”; “No es turismofobia, es canaricidio; por un cambio del modelo turístico”…
Por supuesto, predominaron las banderas de siete estrellas verdes, aunque también las hubo republicanas, constitucionales, oficiales de Canarias y hasta palestinas. Hubo cabezudos de Clavijo y Marichal (Ashotel) a modo de guiñoles, hojas de palmeras quemadas como símbolo sombrío, mucha cartelería contra el alcalde de Adeje y se notó la presencia de sindicatos y partidos de la izquierda. Y, por supuesto, muchas más proclamas. El grito más coreado fue el de “Canarias no se vende, Canarias se defiende”, pero también hubo sarcasmo: “No a tumba sin alma” (en alusión a las villas de Adeje) o un letrero lapidario, “Se vende trastero, 120.000 euros”. También mensajes como el de “Menos población, más conservación”; “Decrecimiento no es pobreza”, “Canarias no se peta, Canarias se respeta”, “Basta ya de especular, Canarias no es un solar”, “No es turismofobia, es supervivencia (o claustrofobia)” o, una con gran carga, “La única minoría peligrosa es la de los ricos”.
Evidentemente, y en algo tan masivo, hubo gente de todas las edades y condición, pero también muchas familias con niños y niñas con pancartas muy esclarecedoras: “Pensé que había nacido en un paraíso”, “Por qué ya no tengo vecinos” o “Dónde vamos a vivir nosotras”, llevaban dos niñas de una misma familia en pequeños carteles que aprovechaban las dos caras.
La sempiterna guerra de cifras
A medida que se empezaba a difundir algunas cifras iniciales, la indignación se multiplicaba. Algunos medios hablaban de 15.000 personas y parecía un chiste. Que la delegación del Gobierno lo elevara a 20.000 no lo arregló, que luego subiera a 32.000, tampoco. Los curtidos en estas concentraciones calculaban, como mínimo, 60.000, algunos manifestantes creían haber superado lo de las torres de Vilaflor de 2002 (entre 100.000 y 150.000: las guerras llevan tiempo…) y una media de 80.000 parecía más que razonable. Al final, los organizadores redondearon en 100.000 (Bibi, de la Coordinadora El Rincón), según lo apuntado a Canarias Ahora, aunque algunos tenían claro, como Daniel Duque (Salvar La Tejita), que no hubo menos que en la protesta contra el puerto de Granadilla o Vilaflor “porque pasaron horas y la marcha seguía”.
Eso sí, y según diversas fuentes, la Policía Local, que solo contó con 25 miembros cuando, mañana, destinará más agentes a los actos de la Policía Nacional en la capital tinerfeña, confiaba en el civismo de los participantes y en que no hubiera ninguna emergencia porque les sería muy difícil actuar.
En torno a las 14:30 horas, comenzaron las primeras intervenciones en la plaza de España, en frente del Cabildo. Eso no significaba que la manifestación hubiera acabado. Al contrario. Canarias Ahora aún iba por la plaza del Príncipe y ya se difundían intervenciones como la de las kellys, que, entre otras cosas, clamaban por “la eliminación de las cargas brutales de trabajo”.
Lectura del manifiesto
Sobre las 3 de la tarde, se leyó el manifiesto. Un texto firmado por todas las entidades convocantes y que explican las razones de este 20A y el grito en la pared de que “Canarias tiene un límite”. Unos argumentos fundamentados en datos como los siguientes: “En Canarias, se destruyen 4 km de costa al año. Los turistas consumen 6 veces más agua que un vecino o vecina y 800 litros por día frente a los 127 de los residentes”. Además, “la juventud de las Islas tendría que dedicar el 99,4% de su salario al alquiler para poder emanciparse. Las zonas con mayor impacto y desarrollo turístico de Canarias, donde se supone que se genera más riqueza, son, sin embargo, las que están en mayor riesgo de exclusión” o “el 70% de las kellys tiene que automedicarse para soportar la carga de trabajo”.
Asimismo, recordaron que, “si Canarias fuera un país, sería el séptimo del mundo con más coches”. Además, esgrimieron que “la población de calderones tropicales residente en Los Cristianos (Arona) sufre estrés constante debido al tráfico marítimo” y que “la Agencia Europea de Medio Ambiente señala el uso y la planificación del suelo, las prácticas de turismo insostenible y la sobrepesca como factores no-climáticos que acentúan el impacto del cambio climático en la región Macaronésica, incluyendo Canarias”.
Frente a esto, y aparte de una ecotasa finalista, de un reparto de la riqueza mucho más justo, de la limitación a la compra de viviendas por extranjeros, de un futuro realmente sostenible o la paralización de proyectos como Cuna del Alma o el hotel La Tejita, lo que realmente se ha hecho ha sido un grito de “hasta aquí”, un despertar, un puño sobre la mesa, un aviso, un tajinaste que no se pliega, una queja escéptica para muchos o una alivio repleto de orgullo y esperanza en forma de tres signos: 20A. Un “nuevo” Día de Canarias para miles y miles de isleños hayan nacido o no aquí, aunque el oficial, el estatutario, se mantenga para siempre.
Aunque la mayoría es anónima y quizás eso es lo que más hace temer a ciertos partidos y gobiernos, un hito como este surgió en redes por ciudadanos hartos del caminar de la perrita. De eso se hizo eco la plataforma de colectivos ecologistas de Tenerife y enseguida logró réplicas en las 7 islas restantes y en otras ciudades españolas y de Europa, en algo sin precedentes y que se transformó en una marea casi interminable, con apoyos tan simbólicos en Santa Cruz como el de todas las murgas.
Sin embargo, a veces conviene recortar quién se mojó desde el principio: Salvar La Tejita, Coordinadora El Rincón - Ecologistas en Acción, Ben Magec - Ecologistas en Acción, Salvar El Puertito, Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza – ATAN, Fundación Canaria Telesforo Bravo-Juan Coello, El Grupo de Ornitología e Historia Natural de las islas Canarias – GOHNIC, Plataforma Los Silos-Isla Baja, Red ASIREM, Plataforma Los Silos-Isla Baja, Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Canaria – ACBC, Rebelión Científica Canarias, Asociación para el Desarrollo Comunitario Agentes del Cambio, Asamblea en Defensa de Nuestra Tierra – ADNT, Asociación Abeque, Agentes por el Cambio y Colectivo Ecologista Tabona.
La gran pregunta, por supuesto es si habrá un antes y un después.