Un amarillo intenso inunda desde esta semana la calle Nogal, una de las principales arterias del Risco de San Nicolás. Un color que sirve como nexo de todas las intervenciones realizadas a lo largo de cincos días en este céntrico barrio de la capital grancanaria con motivo del X Encuentro Internacional de Arquitecturas Colectivas, un evento que ha atraído a más de 80 colectivos internacionales hasta este rincón de la ciudad.
Con motivo de este encuentro, que ha servido para acoger en la ciudad debates, conferencias, exposiciones, recorridos y talleres, el Risco cuenta desde este jueves con tres espacios recuperados para las vecinas y vecinos. Antes de esta actuación se realizó durante meses un trabajo de mapeo llevado a cabo por el Colectivo MICROmacro, conformado, entre otras por, Sara Delisau, Ángeles Mesa y Aurora Ramón, siendo las dos últimas culpables en parte de que las Arquitecturas Colectivas llegaran hasta Canarias este año. En el IX encuentro celebrado en 2016 en Madrid estuvieron presentes y propusieron que la edición de este año se celebrara en el Archipiélago, idea que salió adelante y que ha hecho que, tras cinco días en Gran Canaria, el evento esté hasta este 23 de julio en La Laguna.
Como explica Delisau, su colectivo primero realizó contactos con el tejido asociativo y visibilizó espacios en los que se necesitaba intervenir. Así, fueron encontrando rincones en los que hacían falta crear zonas verdes, zonas de sombra o estancias. “Fuimos creando ese mapa en base a lo que las vecinas y vecinos necesitaban”, narra la arquitecta, al tiempo que añade que finalmente se fue acotando la zona de intervención hasta decidir meterse de lleno en la zona conocida como San Lázaro. “Fueron los mismos vecinos quienes pidieron que se hiciera en aquella parte del barrio, la más necesitada, donde está más abandonado”, aclara, y por tanto se tomó como columna vertebral las escaleras de la calle Nogal.
El primer punto de los trabajos tuvo lugar en el espacio existente en la intersección de la calle Madera con las escalinatas. Donde antes había un solar lleno de escombros y basuras, ahora ha comenzado a nacer un jardín decorado en sus paredes con siluetas de habitantes del Risco, una pérgola para dar sombra y también un columpio. “Ahora queremos un punto de riego para poder cuidar la vegetación”, cuenta Agustín Suárez, conocido como Tana en el vecindario. Y es que una de las claves de este proyecto es que son los propios moradores de San Nicolás quienes se encargarán del cuidado de los nuevos parques. Uno de estos cuidadores es Antonio Santana, quien estos días cedió el uso del agua y la luz necesarias para la maquinaria que se ha empleado y que se encarga de regar el nuevo jardín.
Siguiendo por la empinada escalinata se localiza la segunda actuación. A medida que se llega a la zona alta se vislumbra una enorme pared ahora pintada en blanco que ha dado luz y color al paseo. En este muro se puede leer el lema “Cultura en/es lucha”. “La acción realizada tiene dos vertientes, por un lado concienciar de que nadie nos va a venir a cuidar el barrio y por otro reivindicar. Muchos vecinos están por la labor, pero siempre hay la minoría que no, pues hay que meter esa minoría en la cultura, la cultura también ayuda a transformar el barrio”, argumenta Suárez.
A los pies de este enorme mural se encuentra un gran solar de titularidad municipal que, como apunta este vecino, en el Plan General de la ciudad está ideado como uso cultural, pero sin embargo está vacío con un cartel que reza con letras negras sobre amarillo “Centro Cultural Municipal 196.000€”, un toque de atención a la desidia de las instituciones que en su día pusieron los riscos como eje vertebral de la candidatura para la Capital Europea de la Cultura 2016 y que con el paso de los años apenas han realizado intervenciones en ellos. En el solar estudiaron también hacer alguna actuación, pero debido a las dificultades técnicas y la falta de seguridad los organizadores lo descartaron. Suárez señala que este es uno de los puntos peligrosos del vecindario ya que existe el riesgo de que con las lluvias las toneladas de escombros hagan caer el muro. “Más allá de que algún día pueda tener un uso cultural, hay que resolver la seguridad ciudadana y es de las cuestiones que no se pueden dejar para el futuro, el cartel reivindica la obra”, subraya.
Ya en lo alto, en la plaza en la que reina el grafiti de María de los Pirulines, el barrio cuenta ahora con un gimnasio al aire libre con vistas a la parte baja de la ciudad. Donde antes había un área desaprovechado, hoy los niños juegan y estrenan la gran hamaca y el columpio de dos plazas. Al final se realizaron sólo tres actuaciones, pero estaba previsto que se hicieran cuatro, aunque la última se descartó. Tanto desde el Colectivo MICROmacro como los vecinos más activos confían en que gente del barrio continúe con la inercia de estos días y concluyan los trabajos. “Hemos ideado crear una barbacoa, tenemos la idea de programarnos y ya que conocemos las dinámicas para hacerlo posible queremos generar un proceso para hacer una actuación y seguir utilizando la metodología”, indica Suárez.
La lección que ha dejado estas jornadas con activistas de todo el mundo es la empoderación del ciudadano. “No podemos estar toda la vida esperando y dependiendo, nosotros también podemos realizar cosas”, comenta Suárez. “El primer toque de atención es hacia la vecindad, pero al mismo tiempo a las instituciones porque se les está diciendo que la ciudadanía asume lo que legalmente les corresponde asumir a ellos como es la adecuación de servicios o la seguridad ciudadana. Es una llamada a las instituciones de que en el Risco no estamos de acuerdo con la estrategia de dejarlo sin intervenciones ni cuidados de cara a dejar generar procesos especulativos. Lo que queremos es revitalizarlo, rehabilitarlo y mantener la población local”, recalca este vecino.