Por qué Canarias es un claro ejemplo de cómo seguir la evolución de la pandemia en estos momentos

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —

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Un dato bueno y otro no tan bueno: Canarias reportó en la semana del 27 de febrero al 5 de marzo solo dos ingresos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) a causa de la COVID, una cifra que no se repetía desde agosto de 2020, cuando la pandemia había estallado en primavera y otorgó un respiro en verano. Pero el Archipiélago también es, en estos momentos, la comunidad con la mayor incidencia del virus en España, con 865,19 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, doblando la media nacional (429,71). Una doble realidad que es un claro ejemplo de cómo medir la evolución de la pandemia actualmente, después de ómicron y las vacunas.

El Ministerio de Sanidad y las autonomías han acordado este jueves dejar de lado el sistema de contabilización diario de la COVID y pasar a notificar solo los casos graves o los que se den en personas vulnerables. Los informes que el Gobierno publica cada jornada y que terminan llenando los informativos se convertirán en resúmenes semanales o bisemanales de la epidemia, abriendo la puerta a una nueva fase de control de la enfermedad. Una de las claves, como adelantó elDiario.es, será el uso exclusivo de PCR y antígenos a mayores de 65 años, inmunodeprimidos, embarazadas o ámbitos vulnerables. Aún se desconoce cuándo entrará en vigor.

Canarias pasó las peores semanas de la pandemia a principios de año. A mitades de enero, por ejemplo, registró 71 muertes en siete días. Eso nunca había ocurrido. Para que nos hagamos una idea, la cifra más alta que se había alcanzado previamente en el mismo espacio de tiempo era de 34 fallecidos, en enero de 2021. Ómicron demostró a la población canaria y al resto del mundo que el virus sigue presente. Y que en caso de mutar, como lleva haciendo estos dos años, puede volver a causar estragos.

Pero la imagen ahora es otra. Y eso que el Archipiélago vivió un pequeño repunte de contagios a finales de febrero provocado, previsiblemente, por el aumento progresivo de la movilidad y la vuelta al trabajo presencial. Según análisis de Google realizados a partir de la geolocalización de los teléfonos móviles, los canarios están muy cerca de recuperar la rutina de la presencialidad que había antes de que un patógeno invisible a los ojos sacudiera los cimientos de la Tierra.

Que la letalidad de la COVID ha caído en picado es un hecho. Pero si esta ya es menor que la de la gripe estacional, es una información cuanto menos relevante. Según ha informado recientemente el Financial Times, de cada 100.000 contagiados de ómicron en Reino Unido, 35 fallecerían, mientras que el equivalente de infectados por la gripe resultaría en 40 decesos. “¿Es ómicron igual que la gripe? No. Pero las vacunas han hecho que los riesgos individuales sean similares”, ha dicho Raghib Ali, investigador clínico asociado al departamento de Epidemiología de la Universidad de Cambridge. En España, según el último informe del Instituto de Salud Carlos III, la tasa de letalidad está en 0,2% teniendo en cuenta los diagnósticos desde el 14 de octubre de 2021.

“Es evidente que estamos entrando en una fase distinta de la pandemia, una fase en la que los casos pierden importancia y por tanto contarlos no tiene mucho sentido”, reflexiona Lluís Serra, catedrático en Medicina Preventiva por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). “Hemos perdido la capacidad de rastreo y la capacidad diagnóstica, con una inmensa mayoría de los casos prácticamente asintomático”.

Serra asegura que si Canarias lidera la tabla de incidencia es “porque estamos haciendo más test que el resto de comunidades autónomas”. Ya se está afrontando una actitud “menos activa”, incide el epidemiólogo, y “la COVID ha dejado de ser el problema grave que era hace dos años”. El Archipiélago testó del 28 de febrero al 6 de marzo a 32.092 personas, una tasa de 1.473 por cada 100.000 habitantes. Solo cuatro autonomías realizaron más pruebas.

Otro factor que sin duda ha influido en el incremento de infectados en las Islas, que ya se estabilizó hace unos días, es la presencia de la subvariante de ómicron, la BA.2, más transmisible que la original pero no más grave, según los estudios realizados hasta ahora. Canarias es la comunidad con mayor prevalencia de este linaje en toda España. Hasta un 49,8% de los casos diagnosticados pertenecen a esta cepa.

“Es probable que tenga algo que ver. También que algunas de las medidas se han ido relajando. Eso puede estar influyendo que los casos de COVID estén por encima de la media nacional, pero en estos momentos no tienen una consecuencia crítica en lo que se refiere a hospitalizaciones”, apunta María del Mar Tavío, catedrática en Microbiología por la ULPGC. “El virus va a seguir circulando entre nosotros. Como ha ocurrido con otros virus respiratorios”.

Por ese motivo, agrega la experta, no es sorprendente que haya temporadas en las que la incidencia aumente. Y otras en las que esté muy por debajo. “Estamos cerca de entrar en la primavera, esto hace que las condiciones meteorológicas mejoren y permita que tengamos más vida en el exterior. Cuando volvamos de nuevo al otoño-invierno, no podemos descartar que volvamos a hacer un seguimiento tan estricto como se ha hecho hasta ahora”.

Para Quique Bassat, pediatra especialista en Medicina Tropical y Epidemiología del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), el valor de la incidencia no es ahora “engañoso” como podría parecer. Certifica cuánto está circulando el virus en una población determinada y lo hará siempre. Pero sí es verdad que “lo digerimos diferente”. De hecho, mientras el Archipiélago vivía ese pequeño subidón de infecciones, las autoridades iban guardando en un cajón las medidas de protección contra el virus.

“La llegada de ómicron, con todos sus contagios, pero relativamente menos trascendencia clínica, nos ha abierto la puerta a repensar cómo convivir con la COVID. Es un buen momento de cambiar la manera de vigilarlo. Y la gente está con ganas de recuperar la vida que tenía antes de todo esto”, remacha Bassat. Es plausible pensar que, en el caso de que el nuevo modelo de vigilancia estuviera ya implantado, Canarias pasaría de liderar la lista de comunidades con peores datos de coronavirus a estar a la cola de España.