Canarias y el mundo entero pueden extraer una principal conclusión de los últimos días: ómicron, la última variante del coronavirus, ya circulaba por el territorio antes de lo pensado. Y suerte que la incidencia del virus, tanto en el Archipiélago como en el resto de España, se encontraba en niveles mínimos cuando llegó, porque de haber partido de un punto de salida superior, quizá se estarían replicando las cifras que se están registrando en Reino Unido, donde esta semana se ha estimado que el dato real de contagiados diarios ha alcanzado los 200.000 positivos. Es como si en las Islas se contabilizaran alrededor de 6.300 nuevos infectados en un solo día.
El Gobierno de Canarias trata de buscar respuestas a lo que está pasando. Desde el miércoles pasado se supera diariamente la barrera de los 1.000 contagios, solo el viernes se sumaron ocho muertes más por la enfermedad y la tendencia es global; esto no está ocurriendo únicamente en el Archipiélago. Según el viceconsejero de Presidencia del Ejecutivo, Antonio Olivera, hay cuatro posibles causas, algunas de ellas difíciles de verificar, como la “relajación” de la población canaria, vacunada con la pauta completa en un 76,2%. Otras, sin embargo, como la prevalencia de la variante ómicron o la movilidad de los canarios, sí se pueden examinar.
La explosividad de ómicron en Canarias
La principal explicación que da Olivera al repunte del virus en las Islas es la llegada de la variante ómicron, de la que se han detectado en Canarias 78 casos (hasta el jueves pasado), 65 de ellos en Tenerife. Este lunes, Sanidad informó que, de 1.107 pruebas secuenciadas en el Archipiélago entre el 6 y el 12 de diciembre, el 15,2% se corresponde con esta variante. Ninguna comunidad autónoma presenta una cifra mayor.
En Canarias hemos pasado de confirmar 3.039 contagios en la semana que va del 6 al 12 de diciembre, a notificar 7.700 la próxima, récord de toda la pandemia. En Sudáfrica, donde se detectó por primera vez ómicron, cada persona infectada está transmitiendo la enfermedad a otras 3/3,5, al menos el doble de lo que ocurría con la anterior variante predominante, delta.
Esto se puede entender mejor mediante un ejemplo temporal. Supongamos que el 1 de diciembre se detectan en Canarias 20 casos de coronavirus: 10 en la provincia de Las Palmas y otros tantos en la de Santa Cruz de Tenerife. Si en la región más oriental prevalece delta, a un ritmo de dos contagiados por caso desde el quinto día de la infección, podríamos llegar a confirmar 800 nuevos positivos el 29 de diciembre, 30 días después. En cambio, en las islas occidentales está ómicron. Como se transmite a tres personas por infectado, el valor ascendería a 6.075 el 29 de diciembre.
Un ejemplo paradigmático de lo rápido que se expande ómicron es un brote acaecido en Noruega hace unas semanas. El 26 de noviembre, 117 trabajadores de una empresa de energías renovables celebraron una cena navideña en un restaurante de la capital, con uno de los invitados recién llegado de Sudáfrica. Según un estudio del Instituto Noruego de Salud Pública, el 74% de los visitantes acabó contagiado por ómicron. Prácticamente todos estaban vacunados y la media de edad del grupo era de 38 años. Ninguno ha requerido hospitalización.
En Canarias tenemos el ejemplo de una curva exponencial del coronavirus en Tenerife. Allí, los positivos en la semana del 13 al 19 de diciembre crecieron a una velocidad de 22,5% cada jornada, es decir, se doblaron los casos cada cuatro días. Si la tendencia continúa durante esta semana, podríamos ver en torno a 5.000 nuevos diagnosticados el 24 de diciembre. No obstante, es previsible que el ritmo decaiga con el paso del tiempo. Susan Hopkins, asesora médica en la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido, declaró al Financial Times que, en las tres semanas que lleva estudiando la variante Ómicron, la tasa de crecimiento parecía “acortarse, en lugar de alargarse”.
¿Cómo está afectando esta ola a hospitalizaciones y muertes en Canarias?
Es muy pronto para conocer el impacto que está teniendo el subidón actual de positivos en los complejos hospitalarios y las defunciones. Por lo pronto, sabemos que la pasada semana, en la que se detectaron 7.700 contagios, hubo 116 ingresos. En la ola de COVID de las Navidades de 2020 (antes de la vacunación masiva), en la semana con más casos se contabilizaron 2.075 infecciones y 131 hospitalizaciones. En resumen: antes había un ingresado por cada 14,62 casos; ahora uno por cada 66,37.
Las primeras investigaciones sobre ómicron sugieren que la variante es menos letal que sus predecesoras. Según un estudio preliminar de la Universidad de Hong Kong, este linaje se reproduciría rápidamente en las vías respiratorias altas, pero diez veces menos que delta en el pulmón, lo que implicaría, en principio, una menor letalidad. En Sudáfrica, desde el 15 de noviembre, el riesgo de caer en una cama de hospital por COVID es un 29% más bajo que en la primera ola de la pandemia, según Discovery Health, el mayor proveedor de atención médica privada del país africano. Otro estudio, esta vez del Imperial College de Londres, no ha encontrado evidencias de que ómicron sea menos severa que delta, por lo que deja la incertidumbre latente sobre este asunto.
Bajo esta premisa, el miedo de los expertos es que se imponga de nuevo la sensación de bajo riesgo individual, como hubo al principio de la crisis del coronavirus, y se olvide la salud colectiva. Parece evidente (y los datos lo avalan), que las vacunas están salvando decenas de miles de vidas. Pero también es lógico pensar que, a más casos, más ingresos. Y que una curva de contagios de récord podría saturar la atención primaria (como ya lo está en Canarias) y los hospitales del Archipiélago (eso sin contar que se sumarían más afectados de la COVID persistente).
Un informe del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades, publicado el 15 de diciembre, ve “muy probable” que las hospitalizaciones y las muertes aumenten con la llegada de ómicron. Además, según registros de la capacidad asistencial de los centros sanitarios de las Islas, en los últimos dos años no ha habido menos camas disponibles que ahora. Ante un repunte de ingresos por COVID u otras patologías, podría haber un colapso sanitario.
Pero hay una buena noticia: las personas que dan positivo en coronavirus tardan menos en recibir el alta, según se desprende de los datos abiertos que proporciona el Gobierno de Canarias para el seguimiento de la epidemia. En enero de 2021, un infectado en las Islas tardaba de media 12,18 días en superar la enfermedad; en diciembre de este mismo año, la supera en 8,24 jornadas. Esto mismo destacó Chris Whitty, director médico de Inglaterra, en una reciente comisión sobre Salud Pública en la Cámara de los Comunes británica: “El número total [de pacientes COVID en hospitales] podría ser incluso menor [que en otras olas] aunque se alcance el dato más alto de ingresos diarios”. En estos momentos, Canarias cuenta con 273 hospitalizados por COVID en planta y 65 en UCI.
¿Y qué sabemos de la habilidad de ómicron para sortear las vacunas?
Por ahora, que quizá el concepto “totalmente vacunado” pueda cambiar, como subraya este artículo del medio The Atlantic. La rapidez con la que Sanidad está aprobando las dosis de refuerzo para los adultos refleja la necesidad de un tercer pinchazo que pueda reponer la protección contra ómicron. Según un estudio preliminar con datos de Sudáfrica, dos dosis de Pfizer tienen una eficacia contra la hospitalización del 70%. Acorde a otra investigación del Imperial College, esta pauta de inyecciones protege en tan solo un 19% frente a la infección (aunque las vacunas no fueron diseñadas para ser esterilizantes).
“Alguien que se consideró completamente vacunado en septiembre estaría parcialmente vacunado ahora (y la definición oficial [de ”totalmente vacunado“] puede cambiar de manera inminente). Pero alguien que ha sido reforzado tiene el mismo nivel de protección contra la infección por ómicron que una persona vacunada pero no reforzada contra delta”, resume el periodista de The Atlantic especializado en información científica, Ed Yong.
Un pequeño estudio británico concluye que la dosis de refuerzo de Pfizer dobla la protección que ofrecían las dos primeras dosis contra ómicron. Esto podría explicar por qué en Canarias, entre las franjas de edad de 70-79 años y más de 80, la curva de contagios subió un poco a principios de noviembre, pero ahora adopta más bien la forma de una meseta, ya que ambos son los grupos poblaciones con mayor cobertura en dosis de recuerdo, un 73%; la otra cara de la moneda la conforman los que tienen entre 20 y 29 años, cuya curva de incidencia del virus se asemeja, esta sí, a una pared, sinónimo de la explosividad de los contagios.
La movilidad antes de ómicron: ¿nos movimos más de lo normal?
La otra gran causa que asoció Olivera al incremento de la transmisión de la COVID en Canarias es el aumento “notable” de la movilidad en las últimas semanas. Para comprobar esto, hemos analizado los datos anonimizados de movilidad que proporciona Apple a través de la localización de los habitantes de cada comunidad (vía teléfonos móviles) y cómo se está produciendo ese desplazamiento: a pie, en coche o en transporte público. Desde el verano de este año, cuando el grupo de inmunizados contra la COVID-19 ya alcanzaba un porcentaje elevado, se aprecia en Canarias un incremento de la actividad de todas las variables, especialmente del uso de autobuses urbanos e interurbanos.
Las cifras muestran cómo han aumentado todos esos viajes con respecto al 13 de enero de 2020, la jornada de referencia que recoge Apple para hacer comparaciones (hay que analizar estos registros con cautela, porque solo se emplea una fecha como base). Según estos valores, los canarios se movieron mucho en agosto, bajaron el ritmo entre octubre y septiembre y volvieron a desplazarse con bastante frecuencia en noviembre. Desde entonces, y quitando el puente de la constitución, donde sí se aprecia una pequeña subida, la movilidad ha ido cayendo.
Sin embargo, estos no son los únicos datos. Google también ofrece apuntes de cómo ha ido variando la continuidad de estas métricas. Y, además, lo hace con dos características únicas: diferencia entre provincias, por lo que se puede examinar si hay similitudes o no entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas; y clasifica los recorridos en varias categorías: al lugar de trabajo, por ocio (restaurantes, cafés, museos, cines…), por transporte (estaciones de autobús), etc. En este caso, Google compara los datos, que también han sido obtenidos gracias a la geolocalización de los teléfonos, con la media que cada lugar registró en enero de 2020. Si un valor está en negativo, significa que los residentes de esa región aún no se desplazan con la asiduidad que lo hacían antes de la crisis.
Con la información en la mano, no se aprecia ninguna desemejanza considerable entre las dos provincias canarias. En ambas, la movilidad ha ido creciendo hasta acercarse este mes de diciembre a lo contabilizado en prepandemia, sobre todo en los viajes a tiendas y ocio, estaciones de transporte y supermercados y farmacias. Los desplazamientos al trabajo, por otro lado, han caído en picado. La principal diferencia está en las visitas a los parques; los habitantes de Santa Cruz de Tenerife están acudiendo a ellos algo más que los de Las Palmas (en términos relativos).
Olivera dijo que la intensificación de los movimientos de los canarios antes del repunte de casos había sido “notable”. Quizá, visto lo visto, no ha ocurrido del todo así, pero sí es cierto que en las últimas semanas se ha notado una intensificación que podría haber contribuido al estallido de contagios que está detectando el Archipiélago estos días. Según algunos estudios, la movilidad está estrechamente relacionada con la expansión del virus (incluso después de las vacunas).
Un equipo de investigadores norteamericanos e israelíes publicó este verano un informe basado en tres millones de datos de telefonía móvil de Israel para predecir, según los trayectos realizados por los ciudadanos, dónde se iban a producir nuevas infecciones. Otro, de matemáticos brasileños, estudió lo mismo para las ciudades de los estados de Sao Paulo y Río de Janeiro.
Javier del Águila, epidemiólogo e investigador postdoctoral en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), explicó a elDiario.es que existe una correlación entre los patrones de movilidad en toda España y el comportamiento de la epidemia. “¿Por qué siempre hay puntos calientes? ¿Por qué sucede primero en la parte noreste de España, luego llega a Madrid y de Madrid a las zonas centrales? Para que la COVID pase de Salamanca a Toledo la tiene que llevar alguien, el virus no se va a mover solo”.
Pero este principio de causa-efecto no siempre se cumple. Un artículo publicado en la prestigiosa revista Nature, basado en las cifras de movilidad que ha acumulado Estados Unidos en el último año, resaltó que solo se puede explicar esta relación de causalidad en la primera ola de la pandemia. Después de eso, “no está claro si persiste en diferentes lugares y tiempos”. Un segundo análisis, esta vez publicado en BMC Public Health, señala en la misma dirección. Laura Alessandretti, experta en el estudio de dinámicas humanas, cree que esto se debe a que, a pesar de que las personas continúan saliendo e interactuando y eso puede incrementar el riesgo de contagio, ahora adoptan otras medidas de distanciamiento social.
“Los trabajos que se centran en el poder predictivo de los datos de movilidad para el pronóstico de epidemias confirman estos hallazgos. La información sobre los volúmenes de viajes locales en los Estados Unidos podría usarse consistentemente para anticipar tendencias a la baja en la incidencia de la COVID, pero no tendencias al alza”, concluye Alessandretti en el texto Lo que la movilidad humana nos cuenta sobre la expansión de la COVID-19. Esta correlación difusa entre un indicador y otro tiene su ejemplo en Canarias con los datos de Facebook, que también recaba la última actualización de la evolución de los desplazamientos.
Hay dos parámetros. Por un lado, está el que escrudiña la cantidad de personas que se mueven en una región y lo compara con lo registrado en febrero de 2020, Cambio en el movimiento (definido igual que el resto de métricas: 0 es igual a normalidad); y por otro, el que analiza la fracción de la población que permanece dentro de un área pequeña (600 metros cuadrados) durante todo un día, Quietos en el lugar. En ambos casos, no hubo patrones que vaticinaran una explosión de positivos. Ni en verano, cuando el Archipiélago sufrió su peor ola de la epidemia por ahora, ni en esta ocasión.