25N, Día contra la Violencia de Género

Canarias, una de las comunidades con mayor tasa de violencia sexual: por qué aún hay miedo a romper el silencio

Imagen de archivo de una de las manifestaciones convocadas contra la primera sentencia de 'la manada'.

Jennifer Jiménez / Natalia G. Vargas

0

Canarias es la quinta comunidad autónoma con más casos de delitos de violencia sexual, según los datos del Ministerio del Interior. Pese a que esto refleja un aumento de las denuncias, este tipo de violencia sigue aún muy silenciada, mientras surgen movimientos como el “se acabó” o el “cuéntalo” de Cristina Fallarás que han contribuido a visibilizarla. La violencia sexual es una de las múltiples que sufren las mujeres por el hecho de serlo y que centran parte de las reivinciaciones de este 25N. La red feminista de Gran Canaria, por ejemplo, saldrá a la calle con el lema: “Contra las violencias machistas, ¡Haz tu parte!’. En Tenerife, el Foro contra la Violencia de Género reivindicará los derechos de todas las mujeres: ”En unos momentos en los que se recrudece la ofensiva ideológica contra los derechos de las mujeres, de las personas disidentes sexuales y de género y de las migrantes, necesitamos seguir caminando hacia la construcción de un mundo libre de violencias“. 

La violencia sexual solo se denuncia en un 8% de los casos, tal y como reflejó la Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer realizada por el Ministerio de Igualdad. “Esto es, entre otras cosas, porque todas las violencias contra las mujeres son estructurales. Entonces, es muy difícil ir en contra de algo que está en la estructura misma de la sociedad. Es muy difícil hablarlo en público”, explica la portavoz de la Red Feminista de Gran Canaria, Nereida Vizuete. “Estamos empezando a ver ahora que nos es más fácil compartir en las redes porque leemos los testimonios unas de otras y nos animamos a hacerlo. Pero prácticamente todas las mujeres han vivido algún tipo de violencia sexual, de intimidación, de miedo. Esa investigación del Ministerio también hablaba de que una de cada dos mujeres ha sufrido algún tipo de agresión”, expone.

“Todas hemos ido con miedo por la calle, todas hemos cruzado una esquina rápido y todas hemos llevado la llave en la mano en algún momento …”, expresa. “Denunciar es personalmente difícil, familiarmente difícil y el contexto te lo pone difícil”, sostiene Vizuete. Para la portavoz de la Red Feminista de Gran Canaria, aunque hay “buena gente y con formación”, ir a la policía es un “hostil”. “Quien diga lo contrario es porque no ha ido, porque la gente que trabaja en esto lo puede decir perfectamente en cualquiera de los servicios”, apostilla.

Muchas chicas son violadas en el desierto. Lo vemos, pero en medio de aquella realidad no podemos hacer nada, estamos obligadas a soportarlo

Para proteger a las víctimas durante su denuncia y para paliar el miedo a este procedimiento, “es importante que los testimonios se recojan desde el acompañamiento y la validación, y no desde la duda y la revictimización”, sostiene Marisol Bardón, psicóloga que trabaja desde un enfoque sensible al trauma y con perspectiva feminista. La experta insiste en que “hay una campaña de culpa muy dañina”. “Nos enseñan que hay hombres que agreden y que somos nosotras las que tenemos que aprender a comportarnos”, critica Bardón. 

La especialista en violencia sexual y de género Kika Fumero recuerda la evolución que se ha producido desde el caso de La Manada. “Cómo teniendo un caso tan evidente y teniendo las pruebas tan claras, pues, pese a eso, la primera sentencia que se emitió fue que no había sido violación, que la víctima había disfrutado”, recuerda. “Imagínate aquel tono de exposición, de desgaste, también de violencia institucional y psíquica”, incide. 

El estrés postraumático, la pérdida de autoestima, el miedo y el trauma son algunos de los síntomas más frecuentes entre quienes han sufrido agresiones sexuales. Cuando la violencia se produce dentro del seno de la familia, el impacto es aún mayor. “Es peor porque son hombres con los que hemos establecido vínculos de seguridad y confianza. Además, se suman los mensajes que recibimos como ”te habrás confundido“ o ”lo habrás malinterpretado“, añade la psicóloga Marisol Bardón. 

En esta línea, Kika Fumero señala que la violencia a la que una mujer se expone no es solo la institucional una vez pone la denuncia, sino que se enfrenta a su entorno más cercano, donde también se puede dar ese miedo al señalamiento. “Y luego también la vergüenza. De hecho, hemos visto, desde La Manada hasta el día de hoy, cómo la vergüenza, el miedo, siempre ha sido una característica y un motivo fundamental a la hora de no interponer una denuncia por parte de las víctima”. Y recuerda el caso de Giséle Pelicot y cómo se enfrentó a un juicio público. “Exigió que fuera público con todo lo que eso suponía, y poner su cara por delante, porque la vergüenza también tenía que cambiar de bando y la vergüenza tenía que ir dirigida a quienes habían perpetrado tal atrocidad”, apunta. 

“Cuando no tienes tantas pruebas como tenía, por ejemplo, Pelicot, se hace sumamente difícil. ¿Qué pasa con la violencia sexual? Que tambalea todo el sistema, porque en él impera la cultura de la violación”, remarca Fumero. Se tambalea porque “todos los hombres tendrían que revisarse” y entonces “cuesta mucho hablar de ello”, asevera la experta.

Elisa Pérez Rosales, del Foro contra la Violencia de Género de Tenerife, subraya que las mujeres no se sienten seguras para denunciar. “A pesar de las denuncias que hay, hay que pensar en todo lo que no se denuncia”, insiste. “El sistema no les da esa seguridad y se vuelve a poner en cuestión la palabra de las mujeres”, resalta. 

Contar las violencias en las redes 

El miedo a no ser creídas y a ser señaladas ha empujado a las mujeres a buscar nuevas vías para contar las violencias sexuales a través del anonimato. Por ejemplo, a través de las redes sociales. “Tal vez no sea lo que más nos ayuda desde el punto de vista de la salud mental, partiendo de que el entorno online no es un espacio seguro. Para nuestra salud mental no hay nada tan reconfortante como sentir el apoyo en el espacio físico, por ejemplo, abrazar a una amiga”, plantea la psicóloga. Para Bardón, las redes sociales son un recurso que está y que sirve de desahogo, pero defiende que son claves las redes de apoyo físicas. 

Por su parte, la portavoz de la Red Feminista de Gran Canaria apunta que estos espacios han servido para globalizar las denuncias, para mostrar que las mujeres no están solas y encontrar ese apoyo que no siempre es fácil de conseguir en el entorno. “No es fácil verbalizar cuando todo el mundo conoce al agresor o todo el mundo le pone nombre, o dependiendo del poder que tenga esa persona. Todo esto lo hemos visto en el Me Too, el Cuéntalo, el Se Acabó de las deportistas, lo hemos visto en el cine, en la cultura, en el deporte, en la música…”, subraya.

“Las mujeres de cualquier ámbito, cuanto más globalizamos y cuanto más espacio tenemos para compartir las experiencias, más cuenta nos damos de que no estamos solas y, al final, es como un espejo que refleja la realidad que compartimos y que nos permite también crear plataformas de autodefensa de alguna forma”, incide Vizuete. Asimismo, sostiene que es necesario crear “espacios de prevención, de reparación y para compartir”. “A veces es solo el hecho de saber que no estamos solas. Estos días el debate ha sido en muchas ocasiones que hay que denunciar en los juzgados, y es que a veces las mujeres no quieren ni esa clase de denuncias. Necesitan compartir lo que han vivido, echarlo fuera. A veces eso es suficiente”, plantea. 

Hay una campaña de culpa muy dañina. Nos enseñan que hay hombres que agreden y que somos nosotras las que tenemos que aprender a comportarnos

Sobre los espacios que han surgido en redes al albur del movimiento ‘cuéntalo’ de Cristina Fallarás, Fumero destaca que las mujeres necesitan espacios donde poder expresarse y sentirse seguras. “Cuando una habla, es liberador y también te empodera en el sentido de escuchar a otras y hacer piña. Eso es sumamente curativo. Porque te reduce el miedo, te reduce o te quita la vergüenza”, incide. “Yo creo que esos espacios son necesarios. Ahora bien, también considero que se tiene que hacer con rigurosidad y el despliegue de muchas cuentas a mí me pone en un estado de expectativa porque el trabajo tiene que ser un espacio riguroso y donde la información sea veraz”, destaca la experta en violencia sexual. Además, recuerda que la extrema derecha está acechando ante el mínimo fallo.

Sobre estos espacios, Elisa Pérez Rosales remarca que cuando sale un testimonio de este tipo salen más ''porque muchas otras se sienten identificadas y ven que no están solas''. “Se genera como una especie de empatía con el relato que cuentan las demás y desde el foro tampoco es que digamos que sean lo más apropiado, pero sí es un medio que han entendido las mujeres que es más seguro”, resalta. La experta sostiene que en las redes las mujeres tampoco están libres de sufrir violencia y añade que “ lo más grave es que el propio sistema no haga una autocrítica para ver qué está ocurriendo”, señala. También sostiene que hacen falta más recursos y que la violencias machistas estén en la agenda política. 

La educación sexual, clave 

Hablar de sexo y también del impacto de la pornografía es fundamental. La trabajadora social Idaira Alemán insiste en que “guste o no”, la pornografía ocupa un lugar privilegiado en la aeducación sexual de la mayor parte de los jóvenes. “Creo que es fundamental hablar de ello para reflexionar sobre la influencia que está teniendo en las relaciones sexuales y generar nuevas fuentes de aprendizaje que generen relaciones sexuales sanas”, indica. 

Alemán está al frente de la iniciativa ‘Por no hablar’, donde se imparten talleres y la juventud “reflexiona mucho, se queda pensando muchísimo en cómo la pornografía construye su deseo”, aclara. La experta explica que una de las preguntas que hacen los jóvenes es “cómo pueden escapar del porno”. “Creo que es algo significativo porque al final están siendo bombardeados constantemente mediante stickers de WhatsApp, mediante aplicaciones y no quieren. O sea, hay muchos jóvenes que no quieren estar siendo bombardeados con este tipo de contenido y que no se sienten cómodos con ello”, añade. 

“Lo importante en esto y lo que tenemos que tener claro es que todos los huecos que dejemos en blanco viene la pornografía a rellenarlos”, puntualiza. Explica que esos talleres invitan sobre todo “a reflexionar y también a liberarnos de alguna manera”. “El porno al final es una gran mentira, y lo que nos intenta vender es una imagen de libertad sexual, pero justamente es lo contrario. No nos deja desarrollar nuestra sexualidad de una manera libre, sino que viene directamente a condicionarla”, apunta.

Para Víctor Romero, matrona de Atención Primaria, “la educación sexual es inevitable”. “Con lo que hacemos y lo que decimos, hacemos educación sexual. Pero también con lo que no hacemos y lo que no decimos”, insiste el sanitario, con experiencia en la promoción de la salud sexual en los centros educativos de Lanzarote. Cuando la respuesta a una pregunta sobre sexualidad es el silencio o la vergüenza, las personas tienden a buscar información por otras vías, como la pornografía. “Lo que se muestra en ella son patrones que se basan en la diferencia, en la superioridad del hombre sobre la mujer, y en la falta de consentimiento y comunicación”, expone. Reproducir esas conductas en la vida real empuja a relaciones sexuales irrespetuosas y no placenteras y, además, a poner en peligro la salud de las personas, explica Romero.

Para el experto, reducir la educación sexual al coito, la penetración y las relaciones sexuales es algo “obsoleto”. “Es también abordar los sentimientos, la comunicación, la autoestima, el miedo o los placeres”, añade. También es fundamental enfocar la sexualidad de forma positiva, centrándola en los afectos y las emociones y no solo en los embarazos no planificados y en las enfermedades de transmisión sexual. “Que no solo la veamos como un riesgo para nuestra vida, sino como una parte más del ser humano, como algo positivo”, propone. 

Según Víctor Romero, la educación sexual es responsabilidad de la sociedad en su conjunto y debe ofrecerse no solo en la infancia y la adolescencia, sino también en la edad adulta, con el fin de evitar situaciones de violencias. “No hablar abiertamente de estos temas puede hacer que una agresión sexual a un menor pase desapercibida en su entorno. Hablar del cuerpo, de cuáles son las zonas privadas y por qué nadie debe tocarlas, mirarlas, ni fotografiarlas”, indica. 

En esta línea, la fisioterapeuta de suelo pélvico Mónica Vargas subraya la importancia de la educación sexual para sensibilizar sobre la violencia sexual dentro de la pareja, que también pasa inadvertida. “Puede estar acompañada de la fuerza física, pero en otras ocasiones se ejerce mediante una presión psicológica para forzar a la otra persona a tener relaciones sexuales aunque no lo desee”, explica. La especialista indica que hay dos momentos especialmente sensibles: el posparto y la premenopausia. En estas etapas la disminución del deseo sexual de las mujeres puede sumarse a dolores físicos. “A veces la propia mujer no entiende lo que le pasa y siente la obligación de satisfacer los deseos sexuales de su pareja. Si no cede, puede sentir miedo, culpa… Si cede a la coacción, puede sentirse forzada y violada por su propia pareja”, añade.

Lo que tenemos que tener claro es que todos los huecos que dejemos en blanco viene la pornografía a rellenarlos

La educación afectiva sexual es una de las reivindicaciones en materia de violencia sexual de la Red Feminista. “Creemos que debe ser transversal, que debe estar desde las escuelas, y que debe ser integral también”, dicen. Por otro lado, abogan por que todo el mundo tenga perspectiva de género, “desde los espacios sanitarios, la administración pública, la policía,...”. Es necesario que todo el mundo entienda que esta violencia es estructural, que no te revictimicen ni te juzguen cuando vas a cualquiera de los espacios, cuando vas a intentar buscar ayuda. 

Nereida Vizuete señala que hay espacios que se empiezan a dar y que con la conocida como Ley del Solo Sí es Sí ve un “avance enorme”. Sin embargo, recuerda que la implementación completa no se ha dado todavía. Por ejemplo, los centros de crisis 24 horas no se han abierto en la mayoría de las comunidades, “en la nuestra ni están ni se les esperan en mucho tiempo, y eso es preocupante”. “Es preocupante porque nos quedamos sin herramientas. Nosotros hemos denunciado un montón de veces que no hay recursos, que no hay financiación, que no hay una visión integral, y ahora, en este momento específico, se nota una barbaridad”. 

“Es decir, la ausencia, por ejemplo, de actividad del Instituto Canario de Igualdad es flagrante. El recorte en el presupuesto de casi un millón de euros es doloroso porque afecta directamente a la atención a víctimas de violencia y a las políticas de igualdad. Y por otro lado, pues en fin, estamos viendo un Gobierno de Canarias y en general unas administraciones como muy pasivas, muy a la espera, muy en la foto, en el lazo violeta, pero sin recursos, sin políticas específicas, sin visiones integrales, y estamos, pues como siempre, el tercer sector sosteniendo, dándonos la mano y poniendo parche donde podemos, pero no es suficiente”, añade la portavoz de la Red Feminista. 

Las violencias hacia las mujeres migrantes

Canarias es, además, un punto de destino y de paso para miles de mujeres migrantes. En concreto, las mujeres que toman la ruta de África Occidental hacia el Archipiélago sufren graves vulneraciones de derechos: agresiones sexuales, violencia psicológica, física, secuestros o sobornos, entre otros. “La realidad enfrentada no era como les habían contado”, reza el informe Alzando voces. Análisis de discursos y resistencias de las mujeres migrantes subsaharianas en Marruecos, elaborado por Alianza por la Solidaridad. “Lo más difícil para mí fue el tránsito entre Argelia y Marruecos. Muchas chicas son violadas en el desierto. Lo vemos, pero en medio de aquella realidad no podemos hacer nada, estamos obligadas a soportarlo”, contó una superviviente a las investigadoras durante este estudio. 

La violencia se extiende también a las niñas y adolescentes. Una de cada tres menores ha experimentado o presenciado agresiones sexuales u otras formas de violencia de género mientras huían de sus países hacia España e Italia, según el estudio Girls on the move publicado en 2023 por Save the Children. La violencia machista también aparece entre las razones que empujan a muchas de ellas al Atlántico, como por ejemplo el matrimonio forzado o la mutilación genital femenina. “Algunas ni siquiera comunicaban su decisión de emigrar por miedo a ser castigadas, golpeadas y torturadas”, concluye el análisis.

Etiquetas
stats