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La brecha de género en Canarias: así influyen los roles tradicionales en el empleo y el poder adquisitivo de las mujeres

La representación de mujeres y hombres en los distintos ámbitos de la sociedad canaria aún presenta notables diferencias. Según el informe anual del Instituto Canario de Igualdad (ICI) sobre las brechas de género en el Archipiélago, ellas tienden a estar menos representadas en sindicatos, asociaciones profesionales o de empresariado y en partidos políticos, pero también en asociaciones deportivas y de ocio. Los hombres, sin embargo, copan estos espacios en cifras que van desde un 52,9% a un 64,1% en el caso de formaciones políticas. Las mujeres, por su parte, siguen teniendo mayor presencia en asociaciones religiosas (67,2%), solidarias (60,46%) o vecinales (54,12%). 

Se trata de unos datos que no se podrían entender sin tener en cuenta el contexto. Los roles de género tradicionales y aprendidos en nuestra educación siguen pesando en la forma de comportarse de mujeres y hombres y perpetuando estereotipos. Unos roles que repercuten en el acceso y permanencia de ellas en el empleo. De hecho, las mujeres son minorías en todos los sectores económicos excepto en Servicios, con brechas significativas en áreas como agricultura (38,86 puntos), industria (52,50) o la construcción (88,69). Las mujeres aún son minoría en la población activa (46,31%) y ocupada (46,31%), pero además lideran los trabajos a jornada parcial (69,73%), mientras que son ellos mayoría entre quienes trabajan a jornada completa (57,42%). 

Los ingresos medios de las mujeres también son inferiores en el conjunto de ocupaciones analizadas en este informe, con una brecha global de género de 14,1 puntos porcentuales. La brecha más alta se localiza en el área de servicios personales, protección y seguridad (33,56 puntos), seguida del comercio (23,7 puntos) y contabilidad y administración (18,90 puntos). “Los hombres ganan sistemáticamente más que las mujeres, lo que permite, no solo un poder adquisitivo inmediato superior, sino una generación de pensiones a su vez superior a la de las mujeres”, detalla el estudio. Las desigualdades salariales además no se localizan generalmente en el salario base, sino en los complementos, sujetos a factores subjetivos y a la clasificación de las ocupaciones, marcada por prejuicios. 

Y es que, los complementos se han valorado tradicionalmente en mayor medida por el uso de la fuerza bruta, una característica que “la tecnificación y la mecanización de los procesos de producción han convertido en obsoleta”. Así mismo, se ha puntuado históricamente la supuesta mejor aptitud de los hombres en materia de vigilancia, defensa y seguridad, también desfasada si se tienen en cuenta los medios técnicos y el hecho de que las mujeres están mejor preparadas en esas facetas, “e incluso en dirección de recursos humanos, prejuicio ampliamente desmontado por la experiencia de gestión desempeñada por las mujeres”. 

La sobrecarga de los cuidados

Otro dato destacado en cuanto al empleo es que ellas son mayoría en la población inactiva, especialmente cuando se encuentran en situación de matrimonio (brecha de 9,01 puntos) y de viudez, separación o divorcio. Entre las razones, destaca que son las mujeres quienes dedican más tiempo a las labores domésticas y al cuidado (brecha de 72,20 puntos), unas tareas que no generan derechos laborales (desempleo o vacaciones) ni derechos pasivos (pensión de jubilación o discapacidad). 

Ellas además son las que solicitan en mayor medida excedencia para el cuidado de familiares en general (brecha de 68,22 puntos). En el cuidado de menores la diferencia se acentúa y se registra una brecha de 71,27 puntos. Por ello, el informe concluye que “la correlación entre excedencia laboral para el cuidado y situación de desigualdad en el mercado laboral se convierte en un círculo vicioso difícil de romper: los contratos precarios, a media jornada o temporales, devienen en una desigualdad de derechos y oportunidades de las mujeres”. 

Los datos reflejan de nuevo la feminización global del riesgo de pobreza. De hecho, más mujeres que hombres ganan menos de 500 euros (51,92%). Sobre este asunto, también evidenció datos reveladores el informe Foessa, que apuntaba que los hogares que registran tasas de exclusión más elevadas son aquellos cuya persona sustentadora tiene menos de 30 años y es mujer (31,2%).

El uso del tiempo libre también evidencia esta situación de desigualdad. Las mujeres dedican más tiempo a la familia y ellos a salir con amistades, según la Encuesta de ingresos y condiciones de vida en los hogares canarios. Ellas también emplean más tiempo en ver la televisión, leer libros o asistir al teatro y ellos a ir al cine, leer periódicos o asistir a espectáculos deportivos y hacer deporte. 

Los hombres, mayoría en la cárceles

Las cárceles canarias son ejemplo de dónde radica la violencia. La mayor parte de la población reclusa en marzo de 2019 eran hombres (92,03%) frente a una minoría significativa de mujeres (7,96%). Además, del total de población enjuiciada y condenada en 2018, tanto española como extranjera, la casi totalidad (98,97%) son hombres y una minoría irrelevante son mujeres (0.97%). 

Por último, el ICI también destaca que el número de llamadas atendidas por el Servicio de Atención a las Mujeres Víctimas de Violencia de Género se viene contabilizando desde el año 1999 y se incrementó progresivamente entre ese año y en 2010. Hasta 2015, la mayoría de llamadas se producían por agresión física, seguida de psíquica, “otros motivos”, riesgo de agresión, amenaza de muerte y agresión sexual.