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Canarias, resignada a esperar que la COVID no siga causando estragos en Europa para salvar su temporada turística

Toni Ferrera

Las Palmas de Gran Canaria —

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Se podría decir que esta es la temporada turística más esperada de la historia de Canarias. Por el tiempo que ha tardado en llegar, por el aluvión de ingresos que se prevé, por las ganas de cientos de miles de viajeros internacionales de dejar atrás definitivamente la pandemia. Pero en noviembre, a pocas semanas de alcanzar las Navidades, la COVID vuelve a frenar los cantos de sirena. Lo que antes era un optimismo generalizado ahora empieza a resquebrajarse, sobre todo por lo que está ocurriendo en el centro de Europa, con Austria y Alemania viviendo situaciones críticas, y con la certeza de que el alto porcentaje de vacunación alcanzado en el Archipiélago no es suficiente para sofocar el incendio; si los países deciden cerrar sus fronteras para contener la enfermedad, las Islas no podrán hacer más que observarlo con impotencia. Y ya hay estados encaminados (otra vez) a ese episodio de la historia.

Francia ha pasado de notificar 39,42 casos de coronavirus por cada millón de habitantes el 1 de julio a contabilizar 306 este lunes; el subidón en Alemania ha sido más explosivo: de 8,98 a 614,78; Italia también lo sufre (de 14,56 a 158,15); igual que Países Bajos (de 48,27 a 1238,41) y Reino Unido (de 405,32 a 614,98). En estos países la transmisión de la COVID ha aumentado más de lo que se preveía. Y son precisamente estas cinco naciones las que más viajeros internacionales exportan a Canarias junto con Bélgica, que también tiene la incidencia disparada.

“La situación epidemiológica general en la Unión Europea se caracteriza por una tasa general de notificación de casos alta y en rápido aumento, y una tasa de mortalidad que crece lentamente”, sentencia en su último reporte semanal el Centro Europeo de Prevención de Enfermedades Infecciosas (ECDC, en sus siglas en inglés). “Se prevé que los contagios, las muertes y las admisiones hospitalarias y en UCI se incrementen durante las próximas dos semanas. (…) Los países con los porcentajes de vacunación más bajos son los más afectados”.

Es una incógnita saber si estos países seguirán el camino de Austria, donde se ha impuesto un confinamiento suave por el descontrol de la epidemia. Pero el ejemplo ya está ahí. En Austria, las personas solo pueden dejar sus casas para lo esencial, por lo que el lujo de conducir hasta el aeropuerto y viajar permanecerá enterrado las próximas dos semanas como mínimo. En Alemania hay temor de vivir algo similar. “Al final del invierno habrá vacunados, recuperados o muertos”, dijo el ministro de Sanidad germano esta semana.

Las esperanzas de los empresarios turísticos canarios siguen intactas, pero ya hay cierto miedo a que los muros cimentados en los meses de septiembre y octubre se tambaleen. “La temporada turística es excepcional… Sin embargo, está supeditada a las medidas restrictivas o no que pudieran tomarse en países emisores de turistas”, sostiene José María Mañaricúa, presidente de la Federación de Empresarios y Turismo (FEHT) de Las Palmas. “La situación no es la mejor. Después de una recuperación relativamente rápida que se veía en el turismo, estamos viendo que esos contagios en el centro de Europa la están poniendo en peligro. Estamos pidiendo medidas claras para seguir mostrando la máxima seguridad”, añade José Marichal, presidente de la Asociación Hotelera y Extrahotelera de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Entre esas “medidas claras” está el certificado COVID, ahora exigido por todas las asociaciones hosteleras del Archipiélago después de haber sido tumbado por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) en verano.

Mientras la COVID y su variante más contagiosa, delta, se expande por toda Europa, las Islas se preguntan qué hacer para seguir mostrándose en el escaparate como un destino seguro. El Ministerio de Sanidad ha planteado este martes fomentar el teletrabajo en las comunidades (mal plan para Canarias, una de las autonomías con mayor presencialidad laboral) y garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias básicas (distancia física, ventilación y uso de mascarillas). Todas las aristas de esta nueva ola apuntan a una sola conclusión: ni siquiera con altas tasas de vacunación se consigue parar la enorme contagiosidad del virus.

“Hay ciertas cosas que el tiempo ha puesto en su lugar. El 70% de la población vacunada, una vez que se vieron los efectos de la variante delta, dijimos: cuidado, que con esa cifra no vamos a lograr la inmunidad de rebaño”, razona José Luis Arocha, epidemiólogo y experto en prevención de enfermedades transmisibles en establecimientos alojativos. “Aunque hubiera un 100% de vacunados [en Canarias, el dato es de un 86,26% entre la gente que puede vacunarse, es decir, los mayores de 12 años] seguiría habiendo contagios. El virus va a estar. Depende de la capacidad de reacción que tengamos”.

Arocha pide no volver al lío de las medidas efímeras que ha habido estos dos años, con restricciones que caían una semana y volvían la siguiente. Es consciente de que no se puede ir al horizonte de COVID cero, pero también de que los comercios no pueden estar cerrando cada dos por tres. “Prefiero que las medidas se mantengan en el tiempo. En los hoteles, certificado COVID y resto de directrices higiénicas. Así se puede mantener la incidencia no muy alta”, incide en el experto, que confiesa que en verano apenas recibía notificaciones de contagios en establecimientos turísticos, y ahora tiene cada semana. Canarias es la comunidad que más casos ha importado en los últimos siete días, un total de 75. Madrid, en segundo lugar, pero con mucho más tráfico de pasajeros, solo 52.

Para Beatriz González Valcárcel, doctora en Economía de la Salud por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y miembro del comité científico que ha asesorado al Gobierno de Canarias durante la pandemia, “el problema no está en las Islas, sino en los países emisores de turistas”. “Están fatal. Como nosotros en los peores momentos. En eso no se puede hacer nada”. Y con los brazos cruzados, a Canarias solo le queda esperar por que la epidemia no empeore y chafe los avances de la recuperación. “Que se cortara la temporada sería tremendo, pero es todo tan incierto. Es una pesadilla”.