Canarias, entre las zonas más problemáticas por desertificación

España se seca. Un 18% del territorio corre un riesgo alto o muy alto de desertificación y otro 19%, un peligro medio. Las zonas más problemáticas son las islas de Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, según publica este miércoles El País en su edición digital.

Ésa es la realidad y el punto de partida del Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAND) del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, que acaba de entrar en vigor tras su publicación este martes en el BOE. La iniciativa, lleva desde 2003 sin nueva dotación presupuestaria, año en el que la sequía amenazaba a un 31% de la superficie y en el que ya acumulaba un importante retraso. Ahora la amenaza de la desetificación afecta a un 37%.

Según señala El País, España firmó, junto con otros 70 países, el Convenio de Naciones Unidas vigente desde 1996 que obligaba a diseñar planes nacionales para combatir que la sobreexplotación de los recursos, el cambio en la agricultura y lo que entonces se esbozaba como un inicio del calentamiento global estaba cambiando el paisaje. Esto no se ha materializado hasta once años después, en 2007, cuando se presentó el documento de 262 páginas que muestra parte de una radiografiá clara de la situación, y en el cual se estima que las zonas más problemáticas son las islas de Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, en conjunto con Murcia, Alicante, Almería y el este de Castilla-La Mancha (Albacete y Ciudad Real). Todas estas comparten, según el documento citado, una gran sobreexplotación y salinización de los acuíferos.

Las medidas apuntan a una recuperación de la cubierta vegetal y de los cauces de los ríos

En cuanto a las medidas propuestas, se apunta a una recuperación de la cubierta vegetal y de los cauces de los ríos con el propósito de paliar el avance cen desierto. Para ellos se sugiere la “repoblación forestal con especies autóctonas” para “contribuir a la reconstruccíón de una vegetación estable y madura con respecto a las condiciones del lugar” y “tratamiento selvícolas de las masas forestales protectoras existentes” para “mejorar el tamaño, la densidad y la cobertura del suelo que proporciona la vegetación, garantizando su estabilidad, calidad y diversidad”. Se propone además la “gestión del matorral mediterráneo”, la “ordenación del pastoreo”, la protección de los “buenos suelos productivos” o los “suelos en cultivos de áreas de montaña mantenidos por razones sociales”, y la construcción de “diques y otras obras de estabilización de cauces torrenciales”.

En cualquier caso las explotaciones deberán presentar planes de sostenibilidad. Con el objetivo de evitar la sobreexplotación, en el programa se recogen las condiciones para el manejo de pastos y rastrojos, matorrales, qué superficies se pueden arar y cuáles no, así como el número de animales para cada superficie.

El objetivo del plan va más allá de la estética del territorio español, pues la falta de una vegetación estable tiene consecuencias directas en el aprovechamiento del terreno. No obstante, se sostiene que la vegetación nunca podrá ser demasiado frondosa por el régimen de lluvias del sureste español.

La erosión agrava la desetificación

El informe recoge los datos, aún incompletos, de la pérdida de suelo según el tipo de vegetación o cultivo. La erosión es un problema asociado a la desertificación, pues la agrava y acelera. Las mayores tasas se han recogido en el valle del Guadalquivir, aunque todo el territorio español se ve moteado por puntos rojos que indican pérdidas de más de 25 toneladas de suelo por hectárea al año. Las más afectadas son las zonas con cultivos arbóreos y viñedos de secano, y las que menos, las que tienen un arbolado más frondoso.

Las partidas ya invertidas en el Plan Hidrológico Nacional y el de Desarrollo Rural ascienden a 26.000 millones de euros. Aunque aún se desconoce la cuatía total de la recuperación forestal, no toda tendrá que ser de nueva aportación porque parte ya estaba presupuestada en esos planes.

Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción, destacó “el retraso en la aprobación pese a ser uno de los países más afectados por la desertificación”. “El plan no aborda la pérdida de suelo fértil por la urbanización masiva. Se está infravalorando el impacto del urbanismo en la desertificación”, dijo. Y concluyó: “Llega tarde y es insuficiente pero es mejor que nada, ya que sí aborda algunas prácticas agrarias que provocan desertificación”.

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