El canario es el español más irritado, pero confía más en las instituciones

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

Los canarios son los españoles más irritados, como consecuencia de su enfado por el paro, la corrupción y la gestión de los asuntos públicos, pero sus niveles de confianza en las instituciones superan la media en todos los indicadores, según recoge la oleada de invierno del Barómetro Index Life.

Este barómetro, presentado este jueves, sondea por comunidades autónomas el estado de ánimo de los españoles a través de parámetros como la calidad de vida, las fuerzas de ánimo, la irritación, la tristeza, la alegría o la incertidumbre.

También les pregunta por su confianza en el sistema sanitario, las fuerzas de seguridad, los tribunales de justicia, el propio país, el sistema democrático, la Unión Europea y la ONU.

En una escala de 1 a 10, los residentes en las islas manifiestan mayores niveles de irritación y de incertidumbre que la media del país: 7,22 de irritación, frente a 6,48, y 7,30 de incertidumbre, frente a un promedio de 6,97.

En cambio, puntúan su calidad de vida ligeramente por encima de la media (5,88 frente a 5,80), se ven algo mejor de ánimo (6,35 frente a 6,20), se declaran un poco más alegres (5,93 frente a 5,87) y, en consecuencia, menos tristes (5,42 frente a 5,58).

En el cuestionario de confianza, el sistema sanitario y las fuerzas de seguridad obtienen puntuaciones en el Archipiélago por encima de la media: 6,65 frente a 6,02 en el primer caso y 6,50 frente a 6,31 en el segundo.

Lo mismo ocurre tanto con España como país (5,62 frente a 5,31) como con la UE (5,60 frente a 5,33) y la ONU (5,75 frente a 5,08).

También es superior la confianza de los canarios que la del conjunto de los españoles en los tribunales de justicia y en el sistema democrático, aunque ambas instancias reciben puntuaciones inferiores a cinco (4,67 frente 4,42, los tribunales; y 4,94 frente a 4,73, el sistema democrático).

Los responsables del barómetro no interpretan esta última puntuación como un “desengaño con el fondo del sistema democrático”, sino “más bien con la capacidad de gestionar los problemas que está mostrando nuestro actual sistema de gestión pública”.