Los chicos del barrio tocan para los reyes de España
200 niños de barrio se irán a la cama este lunes con la convicción de que el esfuerzo tiene recompensa, de que la música es patrimonio de todos y de que, con un violín prestado, mucho trabajo y grandes dosis de ilusión uno puede conseguir que un día todo un rey se siente a escucharlo.
Ha sucedido esta tarde en Las Palmas de Gran Canaria, en el polideportivo del Batán, con chavales de algunos de los barrios más humildes de la ciudad como protagonistas y los reyes de España como testigos de lo que ha conseguido Barrios Orquestados, un programa puesto en marcha en 2011 por el compositor José Brito y un puñado de colaboradores que, seis años después, tiene hasta lista de espera.
Don Felipe y doña Letizia tenían esta noche invitaciones para escuchar en el Teatro Pérez Galdós cantar La hija del regimiento a Javier Camarena, el tenor mexicano que está haciendo historia arrancando bises en escenarios poco dados a obsequiar con ese tipo de agasajos, como el Metropolitan de Nueva York o el Real de Madrid.
Su apretada agenda les ha impedido aceptar la invitación que les había cursado para ello la Temporada de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria, que cumple 50 años, pero los reyes no han querido prescindir del encuentro con la cultura que incluyen casi siempre en su programa oficial allá donde se desplazan.
Y en esta ocasión, su cita con la cultura ha sido de nuevo con la música, pero en un formato diferente, a cargo de una orquesta de pantalones vaqueros, camisetas blancas, coletas escolares, zapatillas deportivas y sonrisas, muchas sonrisas infantiles.
El fundador de Barrios Orquestados“ José Brito, ha explicado a los reyes que en su equipo creen que, en esta vida, todo el mundo tiene algo que aportar a la sociedad y que sus alumnos han aprendido que ”lo más excelso que se puede ofrecer“ es la música.
Desde su experiencia inicial en Tamaraceite, en la capital grancanaria, Barrios Orquestados se ha extendido en estos años a otros tres barrios de Las Palmas de Gran Canaria (Jinámar, Risco de San Nicolás y Cono Sur), uno de Agüimes (Cruce de Arinaga) y dos de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna (La Cuesta-Finca España y Ofra), rebasa ya los 300 alumnos en sus clases y no de deja reclutar simpatías.
Quizás por eso el 55% de su presupuesto lo cubren donativos de la sociedad civil, a pequeña y a mediana escala, incluso ahora que cuentan con el apoyo del Gobierno de Canarias, el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas, entre otras instituciones.
Y su postulado es sencillo, explica José Brito: si un niño muestra interés por la música y tiene dotes, merece que le den la oportunidad de aprender a tocarla, proceda de donde proceda.
En Barrios Orquestados, los niños son seleccionados en los colegios por el propio programa, tocan con violines, violas, violonchelos prestados, reciben valores de convivencia y ciudadanía mientras aprenden y acaban arrastrando a sus familiares.
Sus alumnos conforman una singular orquesta de cuerda que esta tarde ha deleitado a los Reyes de España con cuatro piezas: una canción congolesa titulada Banahá, una adaptación de uno de los mayores éxitos de Michael Jackson (Billie Jean), una versión de la Marcha turca de Beethoven y una canción chilena que es todo un himno en el Altiplano andino (La reina del Tamarugal).
Don Felipe y Doña Letizia no solo han seguido sus interpretaciones con agrado, sino que han dado muestras de haber conectado completamente el espíritu de los chavales: han reído, han acompañado con palmas e, incluso, han tamborileado con los dedos sobre las piernas algunas de las canciones, como sin poder evitarlo.
Luego, los reyes han dedicado un buen rato a compartir experiencias con los chicos, a hacerse fotos, a repartir besos y abrazos e, incluso, a firmar un autógrafo a un chico que se plantó delante de don Felipe con una libreta y un boli para llevarse su firma de recuerdo. Y como los niños acabaron encantados, la dosis de abrazos y agasajos a las fueron sometidos el monarca y su esposa se prolongó con los orgullosos padres y abuelos de los músicos.
Y el barrio... encantado, con los reyes y con los niños que un día se ganaron a pulso tocar ante ellos.