MADRID, 28 (EUROPA PRESS)
Un estudio del programa Atenció Primària Sense Fum, del Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña, ha demostrado que los bebés cuyos padres fuman presentan niveles de nicotina hasta tres veces superiores cuando comparten habitación con estos, y en comparación con quienes duermen en otra estancia, según los resultados que publica 'BMC Public Health'.
Según las conclusiones de esta investigación, el conocido como “humo de tercera mano”, adherido a la piel o a la ropa, es el responsable de estos elevados niveles de nicotina. Además, se ha observado que ventilar las habitaciones no resulta efectivo para reducir la concentración de tóxicos del tabaquismo pasivo.
“El tabaquismo pasivo es la primera causa evitable de muerte en los países desarrollados durante la infancia”, explica a SINC, en declaraciones recogidas por Europa Press, la autora principal de la investigación, Guadalupe Ortega.
En el estudio, cuyos resultados se analizan actualmente, participaron 96 centros de Atención Primaria de Cataluña. Los expertos encuestaron a padres y madres de 1.123 bebés (menores de 18 meses), que tenían al menos un progenitor fumador. Analizaron las muestras de cabello de 252 bebés para determinar sus niveles de nicotina, y realizaron visitas de seguimiento a los tres y a los seis meses.
Lo declarado por los progenitores coincide en gran medida con los resultados obtenidos del análisis capilar: un 73 por ciento de los adultos afirmó fumar o que permitía fumar en el domicilio, mientras que el 83 por ciento de los cabellos analizados mostraron altos niveles de nicotina.
La investigación también demuestra, gracias a los análisis de nicotina del cabello, que cuando los padres realizan algunas prácticas habituales para proteger la salud de sus hijos, no se eliminan los tóxicos del tabaco.
Es el caso de ventilar la habitación después de fumar, hacerlo en la ventana, cuando el bebé no está en la vivienda o en una estancia diferente. “La única solución para mantener un espacio libre de humo es fumar fuera de la vivienda”, subraya la experta.
EL RIESGO VARÍA SEGÚN EL SEXO
El trabajo también refleja que la influencia de los progenitores varía según el sexo. Como generalmente las madres suelen pasar más tiempo con los bebés, aquellas que son fumadoras exponen más a sus hijos al tabaco. Además, su periodo de lactancia fue menor respecto al de las no fumadoras.
Los niños y niñas, según el estudio, se encuentran más expuestos en lugares privados, como el domicilio o los coches, así como en bares y cafeterías, donde se permitía fumar en 2009 (cuando se realizó el trabajo de campo).
“La ampliación de la ley de control del tabaquismo es importante por el efecto indirecto que conlleva sobre la concienciación de la población en general”, asegura la investigadora. A su juicio, con la aplicación de la norma han aumentado las consultas para dejar de fumar.
Los expertos trabajan ahora en la elaboración de un análisis para identificar las variables que más influyen en la exposición de los menores. Esta información proporcionará a los pediatras una escala de detección de riesgo en tabaquismo pasivo en la infancia.