Patricia Chevaller, educadora responsable de uno de los módulos de menores extranjeros no acompañados de La Esperanza (Tenerife), aseguró este martes que lo más difícil de sobrellevar son los conflictos racistas entre los chicos, que en su mayoría han llegado a las Islas en patera.
Esta educadora indicó que “entre los chicos que están en el centro surgen conflictos racistas entre bereberes y saharauis o senagaleses y marroquíes”.
Patricia Chavaller hizo estas declaraciones cuando miembros de la comisión de Trabajo y Asuntos Sociales del Senado visitaban acompañados por la consejera canaria de Bienestar Social, Inés Rojas, el dispositivo de emergencia para la atención de menores extranjeros no acompañados que gestiona el Gobierno de Canarias en Tenerife.
El problema de racismo es más bien “entre ellos mismos”, dijo Chevaller, quien consideró que el trato que se dispensa a los menores es bueno, aunque “la comida sea de catering y los propios chicos digan que comen potaje todos los días”.
Otro de los problemas en los centros de acogida, a juicio de Chevaller, es la diferencia de edad entre los chicos, pues “los más mayores pegan a los pequeños”, pero eso siempre ha pasado en cualquier familia, indicó.
Respecto a la educación que reciben, Chevaller explicó que una vez que se logra salvar la barrera del idioma con las clases de español por las mañanas se les va escolarizando por niveles, y si demuestran que tienen buena actitud pueden ir a estudiar fuera del módulo.
Por lo general, tienen buen comportamiento, añadió. “Nunca hay un menor solo fuera del centro y saben bien que desde que metan la pata se les quita la formación”, explicó.
La educadora dijo también que desde agosto de 2006, una vez al mes, cada chico tiene un bono de 50 euros para que se compren ropa en una tienda concreta y allí puede elegir lo que le guste. “Como a cualquier niño de su edad les gusta la ropa de marca, pero no tienen falta de ropa”.
La atención médica la dispensan educadores en los tres turnos, si es que necesitan un tratamiento específico, y en caso de una emergencia se les traslada al hospital por urgencias.
Además, en caso de tener familia en la Península pueden ir a visitarles.
Chevaller tiene mucha comunicación con los chicos: “Los considero como de mi familia”.Pero reconoce que sus buenos conocimientos de francés también ayudan.