El pasado 13 de febrero, en torno a las 20.00 horas, tuvo lugar un terremoto en la dorsal Atlántica de magnitud 7.1 en la escala Richter que provocó un pequeño tsunami en la costa gallega y que no fue registrado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) debido a un problema informático que sufren desde hace unas semanas. Desde el IGN indican que el motivo por el que no se enteraron fue que desde hace un mes están cambiando el sistema de cálculo lejano porque el que había estaba obsoleto y el actual está en periodo de prueba, por lo que no funciona al 100%, aunque aseguran que están ultimando los ajustes.
Según explica el geógrafo, climatólogo, experto en riesgos naturales y miembro del Grupo Intergubernamental de expertos sobre el cambio climático, Jonathan Gómez Cantero, si este seísmo se hubiera producido en tierra hubiese sido “altamente catastrófico” ya que también fue muy superficial, lo que significa que las ondas se trasmiten mucho mejor. Tras este temblor el Centro de Avisos de Tsunamis del mar Caribe, que pertenece a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), envió una nota urgente hablando de la posibilidad de un pequeño o mediano tsunami local.
Entre dos y tres horas más tarde los mareógrafos de Puertos del Estado registraron anomalías en las olas, sobre todo en Galicia, que certificaron que se había producido un tsunami que era pequeño. En este caso fueron olas de 20 centímetros que, aunque parecen de poca altura, tienen mucha energía y se desplazan a mucha velocidad, por lo que pueden entrar tierra adentro y realizar destrozos, cosa que no ocurrió porque en la costa gallega predominan los acantilados.
¿Pudo haber sido mayor el tsunami del pasado 13 de febrero? Gómez Cantero comenta que nuestro país tuvo suerte ya que antes de este temblor de magnitud 7.1 se produjeron otros dos de magnitudes 5.3 (similar al de este lunes en la provincia de Albacete) y 4.9, a los que siguieron cuatro réplicas de magnitudes comprendidas entre 5.2 y 4.6. Esto permitió liberar la energía en varias fases, pero si el seísmo hubiera sido mediante solamente un terremoto, cree que podría haber llegado a ser superior a 8 en la escala Richter, lo que habría asegurado “daños materiales y casi seguro en las personas”.
Gómez Cantero denuncia que el protocolo en España tiene que pasar por los ordenadores de la red sísmica de Madrid. Y es que en el Atlántico Norte hay instalado un nuevo sistema de avisos que está avalado por la Unesco “que por suerte o por desgracia” no se ha puesto a prueba con un fenómeno real, sino todo con pruebas teóricas. En este método de avisos las boyas mareográficas que alertan el tsunami registran las olas y mandan una señal a Madrid, pero aquí es donde llega el problema. El geógrafo advierte de que desde la capital española tienen que avisar a todas las protecciones civiles y ayuntamientos que en ese momento se encuentran en las zonas afectadas.
Así, recuerda que cuando hay desastres estos se deben por concatenaciones de errores, algo que podría suceder en nuestro país. Este experto indica que el protocolo que se sigue es avisar primero a Protección Civil nacional y esta tiene que contactar con Protección Civil de las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Por tanto, si la alerta tiene lugar de noche, en fin de semana o festivo, en el IGN solamente está el servicio de guardia que está compuesto por una sola persona, que sería la que tiene que avisar a Protección Civil nacional, que también está de guardia.
“España estará afectada tarde o temprano por un tsunami y ahora mismo hay una concatenación de errores que no están solventadas. Si sucediera un tsunami en el mismo sitio que el terremoto del otro día, tendríamos una hora 45 minutos de respuesta hasta que llegue la ola, lo que da tiempo a que no se muera ni una sola persona ya que hay dos opciones: evacuación vertical (subir a las plantas altas de un edificio o a una montaña) o evacuación horizontal (alejarse de la costa)”, indica Gómez Cantero. En su opinión, el sistema ideal sería el japonés, donde los ciudadanos son avisados a través de un sms desde el momento en el que la boya en el mar registra el tsunami.
Similar sistema al del país asiático utilizan en Chile, donde la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior y Seguridad Pública (Onemi) junto a la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel) crearon, en enero de 2014, el Sistema de Alerta de Emergencias que envía un sms en caso de riesgos de tsunami, seísmos de mayor intensidad y erupciones volcánicas. Esta alerta se despacha automáticamente vía texto a una zona georeferenciada, la cual no se verá afectada por la congestión de las redes porque utilizará otros canales de frecuencia para llegar a los teléfonos de forma segura. Para esto los ciudadanos tienen que activar este aviso, aunque no todos los teléfonos son compatibles.
España es un país situado en una zona de riesgos sísmicos, por lo que los 7.879 kilómetros de costa (Canarias, Baleares, Península y las dos ciudades autónomas) pueden verse afectados por un tsunami en cualquier momento. El más recordado es el famoso terremoto de Lisboa en 1755 que arrasó Cádiz, Huelva, Marruecos e incluso llegó al mar Caribe, provocando miles de muertos a lo largo del Atlántico, según rememora Gómez Cantero, que también expone que hace no mucho, el 21 de mayo de 2003, un terremoto de magnitud 6.8 en la costa de Argelia originó un tsunami de tipo medio que provocó 50 minutos más tarde daños en Baleares, donde pilló a todos desprevenidos.