El fiscal general del Estado lamenta la muerte de Luis del Río, “una persona fundamentalmente honesta y comprometida”

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, ha lamentado el fallecimiento de Luis del Río. El exfiscal superior de Canarias murió este jueves en Madrid como consecuencia de un cáncer. Desde 2022 ejercía como fiscal de sala coordinador de Seguridad Vial.  Tenía 61 años.

“Luis es, en el recuerdo de todos, una persona fundamentalmente honesta y comprometida, dos cualidades que, unidas, solo pueden dar como resultado un ser humano excepcional. Compañero de toda la carrera y amigo del diálogo y la tolerancia, ejemplo y testimonio que no nos abandona, perdura”, ha escrito García Ortiz en un artículo difundido por la Fiscalía General del Estado. 

A continuación reproducimos de forma íntegra el contenido de este artículo: 

“En memoria de Luis del Río

En el dolor ya del recuerdo, respetando sus deseos y los de su familia, hacemos pública hoy la triste noticia del fallecimiento de Luis del Río, nuestro compañero Luis.

Fiscal de Sala Coordinador de Seguridad Vial de la Fiscalía General del Estado, cargo del que tomó posesión el 24 de Mayo de 2022. Teniente y Fiscal Superior de la Comunidad Autónoma de las Islas Canarias desde el año 2009 al 2022, fiscal de Carrera desde 1994.

Pero el propósito de esta nota no es hacer una biografía de Luis, al contrario. Quien por sí mismo y por sus cualidades era capaz de llenar los corazones de tantas personas no merece que se encierre la memoria de su vida en un escueto y frío curriculum profesional.

Luis es, en el recuerdo de todos, una persona fundamentalmente honesta y comprometida, dos cualidades que, unidas, solo pueden dar como resultado un ser humano excepcional. Compañero de toda la carrera y amigo del diálogo y la tolerancia, ejemplo y testimonio que no nos abandona, perdura.

¡Que detengan todos los relojes, que corten el teléfono, querido Luis! Te esperamos todavía en tu tiempo canario, levantando los ojos sobre las gafas de tu sonrisa. En la tranquilidad de tu discurso y en la solidez de tus convicciones.

Llevábamos un año echándote de menos, sabiendo que estabas ahí, y no nos atrevíamos a decírtelo, no queríamos molestar tu discreción ni la cordura de tus pensamientos.

Ahora nos tienes que esperar tú a nosotros, siempre una hora más tarde.

Descansa, amigo“.