Gran Canaria está como un cencerro

Gara Santana

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Cada pastor trashumante puede distinguir a cada miembro de su ganado por el sonido de su cencerro, pero los habitantes de la ciudad han escuchado pocos en su vida. Cruzar el paso de peatón de la calle Bravo Murillo en Las Palmas de Gran Canaria, ha despertado hoy la curiosidad de los viandantes por los sonidos que se pueden escuchar cuando el semáforo está en verde: son cencerros. Estos sonidos son parte de la exposición La Mudá: Trashumantes en Gran Canaria con la que el Cabildo, a través del Servicio de Patrimonio Histórico de la Consejería de Presidencia y Movilidad Sostenible, quiere poner en valor la relevancia del patrimonio inmaterial que representa la actividad de la trashumancia en la isla por medio de las fotografías del geógrafo Javier Gil y los vinilos explicativos en las dos fachadas de la sede de la Corporación insular.

Bien de Interés Cultural

La trascendencia de la trashumancia en la Isla podría llevarla a ser declarada Bien de Interés Cultural. Así lo indicó José González Navarro, técnico de Inspección del Servicio insular de Patrimonio Histórico, al considerar que “desde el punto de vista ambiental, del conocimiento oral, de los saberes populares, de esos pastores de la comunidad que contiene, porque tienen una actividad muy colaborativa, ha sido un ejercicio de aprender, de conocer y por fin de reconocer la actividad que, en nuestra opinión, merece elevarse a Bien de Interés Cultural. Ese es nuestro objetivo”.

En declaraciones a este periódico González reconoció la figura de los pastores trashumantes, “no como algo nostálgico del pasado” sino como personas que han sabido no perder “su conexión ancestral con la naturaleza” y la gestión del paisaje.

González recuerda que, para quienes hoy se inicien en la percepción de los sonidos del campo canario o los amantes de un mundo desconocido, pero cercano como son los caminos que hacen los pastores y su ganado, existe el registro Las cencerras, mapas sonoros del ganado elaborado por Eduardo Grandio de Fraga y Santiago Rodríguez Rodríguez, a buen recaudo en el archivo digital de la Fedac.