Violeta López Meizoso inició el lunes 3 de abril una huelga de hambre delante de las oficinas del Grupo Boluda en el muelle de Las Palmas de Gran Canaria, para reclamar una indemnización por parte de la empresa por la muerte de su marido Rafael Fernández, cuando era contramaestre del buque Nieves 2.
Rafael Fernández falleció en septiembre de 2008 en el puerto de Alicante, durante la realización de su trabajo, cuando, al apoyarse en una barandilla, ésta cedió, precipitándose Rafael al vacío y golpeándose fuertemente en la cabeza. La familia asegura que la barandilla estaba “podrida”, y que no se trata de un caso aislado, ya que los buques de la compañía se encuentran muy deteriorados. De hecho tienen documentadas otras seis muertes, una de ellas en el mismo buque, en la que falleció electrocutado el primo del propio Rafael.
“Fue una muerte anunciada, -asegura Violeta López-, Rafael siempre me decía que algún día me llamarían para decirme que él estaba muerto”. Tras la muerte de Rafael, la empresa le aseguró a la familia que no tenían motivo de preocupación, ya que se harían cargo de todo.
Sin embargo, Violeta afirma que, tras el entierro, la empresa no volvió a ponerse en contacto con ellos, tan solo con su abogado para ir rebajando paulatinamente la indemnización ofrecida. Durante ese tiempo la familia asegura haberlo pasado realmente mal, llegando a depender de Cáritas para cubrir sus necesidades.
La empresa, a través del adjunto al Presidente, Joaquín Quilles, niega que la muerte se haya producido como consecuencia del estado deteriorado del barco y aseguran que se trató de una negligencia laboral del fallecido. El grupo Boluda ha hecho una última oferta de 80.000 euros que justifica argumentando que sería aproximadamente la mitad de lo que obtendría Violeta en caso de ganar el juicio que se iniciará en noviembre. No obstante, la cifra es sensiblemente inferior a la indemnización que se suele ofrecer en estos casos, que ronda los 180.000 euros. Joaquín Quilles también afirmó que la huelga de hambre solo busca ejercer presión de cara al juicio, y que al estar Violeta en huelga de hambre en la vía pública, sus actividades no incumben a la empresa.
Violeta asegura que “la vida de un ser querido no tiene precio, pero lo que sí tiene precio es el bienestar de su familia”. Por eso y para que se reconozca la responsabilidad de la empresa en la muerte de su marido, Violeta piensa seguir con la huelga de hambre hasta las últimas consecuencias.