El incremento de ciberviolencias machistas fuerza a trabajar la formación y prevención a edades más tempranas en Canarias
Ya lo advirtió en su memoria anual la Fiscalía de Canarias: hay una proliferación de ciberviolencias machistas, especialmente entre personas jóvenes. Entre ese aumento que se aprecia de los delitos relacionados con las nuevas tecnologías, “hay un porcentaje importante de los delitos de amenazas, coacciones, acoso, vejaciones e incluso los quebrantamientos tienen un componente vinculado al uso de dispositivos móviles, redes sociales, sistemas de mensajería instantánea o grabación con archivos audiovisuales”. Señala que “los delitos de acoso, amenazas, coacciones o incluso quebrantamientos de condena a través de redes sociales, que permiten amparar el anonimato del autor, ha dificultado la instrucción que exige una investigación tecnológica”.
En ese contexto, la experta Ana Lydia Fernández-Layos, directora de la entidad especializada en este tema Opciónate, explica que este aumento de ciberviolencias está suponiendo que se adelante la formación y prevención a edades más tempranas en Canarias. “Sobre todo nos pedían para Secundaria o sexto y quinto de Primaria, pero ahora nos están pidiendo formación desde tercero de Primaria”, explica. “Nos están requiriendo formaciones porque se están dando casos en los centros escolares”, remarca.
Ana Lydia Fernández Layos subraya que a su organización le están llegando peticiones de formación de todas partes porque hay una preocupación por la ética digital y de igualdad, así como delitos de odio y acoso. Destaca que cada vez el acceso a los dispositivos móviles propios se produce a edades más tempranas, algo que antes ocurría en Secundaria, ahora sucede en Primaria. “Ahora están teniendo los móviles desde que hacen la comunión y algunos de estos dispositivos propios tienen además líneas de WhatsApp”, remarca.
Explica que aunque la norma en general sea la de no usar móviles en clase, los menores los usan en los baños o en los comedores, “los usan en momentos que tienen menos vigilancia y muchas veces los usan en perjuicio de sus compañeros y compañeras accediendo a contenidos que no tienen que acceder”. “Muchas veces no saben que no pueden compartir una foto de un compañero o compañera sin consentimiento, que eso le puede caer una multa de 20.000 euros a sus familias”. Entonces, “en función de las edades es importante centrarse en la consecuencia del daño que pueden hacer a la otra persona. Centrarlo en que un día pueden ser ellos los agresores y otro día pueden ser las personas agredidas. Hay que fomentar una cultura de la empatía y de la convivencia y de bienestar y de cuidados unos a otros”, afirma.
La experta apunta que estos menores pueden difundir información, imágenes y contenidos violentos o pornográficos y “muchas veces son contenidos muy machistas de apología a la violencia”, incide. Fernández Layos añade que también se está detectando machismo en el ámbito de los videojuegos donde “incluso se hace apología de la prostitución”. Explica que asimismo se está dando mucho el fenómeno de las deepfakes, también en Canarias; es decir, “coger una imagen y distorsionarla y esto ocurre en muchos casos como acoso, toman a compañeros o compañeras que consideran más vulnerables o a personas que tengan algún tipo de diversidad”, apunta.
“Las chicas, las personas con otras identidades u orientaciones sexuales no normativas, o personas que tengan alguna divergencia o alguna diversidad son normalmente las personas más afectadas”, remarca la directora de Opciónate. “Luego también se están dando casos de happy slapping, que es hacer bromas entre comillas (porque muchas veces lo consideran bromas) lo graban y lo difunden”. Son cosas que pueden “no parecer gravísimas pero que sí son graves por el impacto psicoemocional que tienen en la persona agredida al verse humillada”. Una característica que menciona la experta es que, aunque las personas acosadas se cambien de centro educativo, todo esto les persigue porque cualquiera puede acceder a lo que le ha ocurrido.
“A la mínima las desacreditan llamándoles putas”
Otra cuestión que está detectando la experta es el daño que hace la violencia estética “en chicos y chicas, pero sobre todo en chicas”, apunta. “Está habiendo muchos más comentarios cuando alguna chica sube contenido, sube fotos a Instagram o comparte cualquier contenido, hay muchísima más crítica al físico de las chicas. Mucha más sexualización y mucha más crítica”, apunta.
“Entonces son mucho más vulnerables al impacto psicológico que tiene el que te den un ”me gusta o no, o te pongan un comentario negativo“. Destaca que sobre ello su entidad tiene un cortometraje que hizo con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y otro con el de Guía.
Avanza que en las formaciones se extraen los distintos tipos de ciberviolencias machistas que se están viviendo. Señala que, por ejemplo, las chicas comentan que cuando alguna se atreve a sacar un vídeo para hablar en YouTube de cualquier tema que les interese, ellos son mucho más críticos con su físico. Y luego está el fenómeno de “slut shaming”, que es “llamarles putas”. “Es que a la mínima les desacreditan llamándoles putas. Y entonces ”si se sexualizan mucho las llaman putas y si no lo hacen las llaman estrechas“, recuerda. ”Entonces hay un punto muy difícil para ellas para sentirse cómodas con su físico y con la manera en que se muestran“, agrega.
Por otro lado, apunta que es importante también la formación para las familias, ya que no le dan importancia al impacto que tiene: y es que están “entregando dispositivos a edades muy tempranas y tienen un peligro muy grande” ya que “los niños y niñas no tienen la madurez para cuidarse o cuidar a los demás” y cree que hay que poner el énfasis en el daño que se puede hacer y en las penas y sanciones que puede suponer.
En sus formaciones explica que también se trabaja en la autodefensa digital y en la ciberseguridad tanto en edades tempranas como en edades adultas ya que “no nos damos cuenta de que en el móvil tenemos la vida entera y podemos dar acceso a nuestros datos a cualquier persona en un momento dado. Entonces es importante ser consciente de cómo lo utilizamos, cuánto nos exponemos y del concepto de privacidad”, puntualiza.
El impacto psicológico
Fernández Layos apunta que “lo que nos vamos encontrando es cada vez más niños y niñas afectados por síndromes que tienen que ver con el mundo online. Uno es el que se llama FOMO, que es el miedo a perderse algo: tengo que estar conectado porque si no me pierdo lo que está ocurriendo y hay una ansiedad permanente a estar conectado”.
Por otro lado, afirma que hay “muchísima ansiedad con respecto a gustar o no gustar y mucha vinculación entre la autoestima y cómo ven y qué piensan de mí, que perciben y qué comentan cuando publico algo en Internet”. “Y luego, además está la vulnerabilidad cuando se meten con ellos, cuando en algún momento les insultan...”
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