Laura G, la enfermera que murió envenenada presuntamente por su marido el pasado 11 de julio en Gran Canaria, ha sido enterrada este martes en Granada, su ciudad natal. Su familia manifestó después del entierro que no sospechaban nada y mostraron gran indignación por el hecho de que el presunto autor, Iván R., haya podido acceder a los medicamentos que acabaron con su vida.
Familiares y amigos despidieron a la enfermera que fue enterrada en el cementerio granadino de San José, después de que su cuerpo llegara este martes al mediodía al aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén.
El tío de la víctima, José Luis González-Cuadros, aseguró que era “imposible sospechar” que pudiera ocurrir un hecho de estas características porque el presunto autor “la tenía entre algodones”, lo que a su juicio muestra que lo ha hecho “de una manera premeditada con tiempo, anulando su voluntad mediante psicóticos, según dicen los periódicos”.
Ha añadido que “puede estar negándolo eternamente, lo que no puede negar es la cantidad de medicamentos que tenía porque se le pilló in fraganti” y ha asegurado que “no lo va a admitir nunca porque es un cobarde”, por lo que espera que no prospere su defensa porque “la policía tiene suficientes datos”.
El tío de Laura G. criticó que en el Hospital Insular medicamentos que acabaron con la vida de la enfermera se hayan podido sacar y utilizar sin prescripción médica y aseguró que en la familia están “muy indignados y dolidos enormemente” y que tomarán “las medidas que la ley permita”.