La falta de información debido a la aparición este pasado verano de las cianobacterias Trichodesmium erythreaum, conocidas como microalgas, ha sido clave para avivar la crisis de este tema y fomentar su relación con los vertidos de aguas sin depurar en Canarias, según ha expresado este viernes el catedrático de Ecología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Javier Arístegui, dentro del Encuentro de debate del sector de la náutica que se ha celebrado esta semana en el Club Marítimo Varadero de Gran Canaria.
“La información es importantísima, creo que es lo que ha faltado, un poco la apuesta de futuro hay que informar a la gente, que no esté desinformada, porque la desinformación es lo peor de todo, lleva al alarmismo y el alarmismo lleva a conductas que no conducen a nada”, subrayó, y comparó el caso de Canarias con el de otros rincones del mundo en los que sí se le explica a la ciudadanía sobre qué son las microalgas y qué efectos tienen en la población.
Sobre el bloom de Trichodesmium erythreaum este verano, el catedrático ha recalcado que su origen está en la ausencia de vientos alisios, que han sido menos fuertes que en veranos pasados, la altas temperaturas tanto del ambiente -1,5 grados más de media respecto al año pasado- como del agua, la presencia de calima y la tranquilidad del mar. Así, Jáuregui ha indicado que el inicio de la aparición de las microalgas tuvo lugar en las islas más occidentales porque estas registraron un aumento mayor de temperatura de las aguas que las orientales y la calima llegó a esta zona con moléculas más pequeñas. “La calima trae hierro. De cuanto más lejos sea el polvo este es más fino” y por tanto el hierro es más soluble en el agua. Eso sí, aclaró que estas cianobacterias son habituales en aguas tropicales, mas este año “se han extendido a aguas subtropicales del Atlántico norte” como Canarias o Madeira, aunque recordó que el Archipiélago no es la primera vez que las sufre ya que en 2004 y 2011 tuvieron lugar episodios intensos favorecidos por el polvo en suspensión.
Destacó que también las corrientes, que son “muy complejas” en el Archipiélago, han jugado un papel importante en la propagación de estas cianobacterias por toda Canarias ya que por lo general surgieron en las vertientes sur de Gran Canaria, Tenerife o La Gomera, donde el agua es más calma. De hecho, puso dos ejemplos ilustrativos para afirmar esto: en ocasiones las pateras aparecen en lugares lejanos como el sur de El Hierro o el caso de un pescador que falleció arrastrado por una ola en el norte de Gran Canaria en la época de las mareas del Pino y su cadáver apareció en la zona de Playa de Santiago en la isla de La Gomera.
“Es un proceso oceánico”, por lo que tildó de “disparate mediático” el nexo con los vertidos descontrolados en la costa canaria. “No hay ninguna relación, los vertidos con mucha concentración de nitratos son tóxicos [para el Trichodesmium erythreaum] y cuando las cianobacterias llegan a las costas están en fase terminal, en muerte celular programada, es un proceso irreversible y no hay forma de reanimarlo”. No obstante, señaló que a pesar de ello el grupo de estudio que dirige ha tomado muestras de estas efloraciones de microalgas tanto en zonas de vertidos como en zonas en las que no para certificar en los laboratorios si existe o no esta relación, una información que avanzó que se sabrá “dentro de poco”.
Así mismo, reivindicó al Gobierno de Canarias que se hagan más análisis respecto a este fenómeno. “Nos ha pillado tan de repente que no hemos tenido tiempo de hacer muchos análisis, es algo que se lo hemos planteado a la Viceconsejería de Medio Ambiente que merece la pena monitorizar esto, no decir que ha pasado y ya está, porque el año que viene seguramente no tendremos un episodio como este pero dentro de tres años sí, cada vez serán más intensos y frecuentes. Es importante conocer las causas y las consecuencias, no tienen por qué ser dañinas, pueden ser buenas”. Esta última afirmación la realizó ya que maneja la hipótesis de que el Trichodesmium erythreaum genera al océano más beneficios que daños ya que fertilizan las aguas y, por lo tanto, generan vida. Como muestra de ello expuso una serie de fotografías de algas alimentándose de las cianobacterias y a su vez ejemplares como sardinas o rorcuales ingiriendo otras especies tales como crustáceos que se acercan a la zona para comer estas algas.
En cuanto a los efectos que pueden tener en los humanos, Arístegui es partidario de “hacer ensayos para saber cómo se manifiesta” su toxicidad y hasta qué punto lo es, aunque acentuó que “haciendo una revisión bibliográfica no hemos encontrado ningún caso de toxicidad humana”.