La jueza de guardia de San Bartolomé de Tirajana que tomó declaración a 19 de los 21 inmigrantes que desembarcaron el pasado día 5 en Maspalomas lo hizo a través de una ventana utilizando como correo a un intérprete. A pesar de que las autoridades sanitarias habían descartado la posibilidad de que portaran el virus del ébola, tanto por motivos epidemiológicos (procedían de Marruecos), como clínicos (ninguno presentaba fiebre, pese a las primeras informaciones erróneas), la jueza optó por tomar todas las precauciones al encontrarse embarazada, según han confirmado fuentes de los juzgados sureños.
Así, los diecinueve inmigrantes que pasaron a disposición judicial el viernes 6, después de haber estado sobre la arena de Maspalomas entre cuatro y seis horas (según las distintas versiones) sin recibir asistencia sanitaria y sin que les evacuara por falta de vehiculos adecuados, contestaron a las preguntas de la jueza a través de un intérprete que se las trasladaba a través de una ventana, al tiempo que recababa la respuesta de los interrogados y se las devolvía a la jueza de guardia a través de ese mismo medio.
Sólo 19 de los 21 inmigrantes llegados el miércoles pasado a Maspalomas fueron puestos a disposición judicial. Uno de ellos sufrió una herida abierta en una pierna al desembarcar, por lo que aún sigue ingresado en el hospital Doctor Negrín, de Las Palmas de Gran Canaria, y otro declaró a la Policía ser menor de edad, por lo que fue trasladado a un centro especializado en el barrio capitalino de Tafira Alta.
Aún resuenan los ecos de la polémica suscitada ante le descoordinación institucional evidenciada ante la llegada de la patera con estos 21 inmigrantes a bordo a la playa turística más frecuentada del sur de Gran Canaria, Maspalomas. Alertados de su arribada por la Cruz Roja, los servicios sanitarios tardaron cinco horas en acudir al lugar para certificar el estado de salud de los migrantes, de algunos de los cuales se informó que tenían fiebre. Un primer médico ni siquiera se atrevió a acercarse a los recién llegados, y hasta se atrevió a asegurar a los cuerpos sanitarios y policiales presentes que estaban mintiendo.
La descoordinación alcanzó su punto álgido una vez se decidió su traslado a las dependencias de la Policía Nacional de Maspalomas. Ni la Policía Local ni la Cruz Roja de San Bartolomé de Tirajana prestaron sus vehículos todo-terreno, los únicos capaces de circular por la zona de arena y dunas, por lo que se decidió evacuarlos mediante un camión utilizado en las tareas de limpieza de la playa.
Aunque no se ha informado aún de los países de nacimiento de los pasajeros de esa patera, todo apunta a que pudieran ser originarios del Golfo de Guinea. Pero la procedencia de la barquilla de Marruecos descarta cualquier posibilidad de ser portadores del virus del ébola. Esto es así porque resulta imposible que desde esos países hasta el reino alauí, más la estancia allí –habitualmente de más de un año- no se superen con creces los 21 días de incubación y manifestación de la enfermedad.
Por regla general, los inmigrantes subsaharianos pasan entre uno y dos años trabajando en tareas agrícolas y de construcción en Marruecos para reunir el dinero necesario para pagar a los patrones de las barquillas el importe del viaje, que oscila entre 1.000 y 2.000 euros, una cantidad algo inferior a los 3.000 que en los momentos de mayor afluencia se cobraba por esta travesía hasta Canarias.
Así, aun procediendo de los tres países emisores del ébola (Guinea Conakri, Sierra Leona y Liberia) no son portadores del virus. Si, además, no presentan fiebre ni otros síntomas clínicos, el descarte sanitario es evidente.
El tráfico de pateras desde Marruecos a Canarias se ha intensificado levemente como consecuencia de los brotes xenófobos contra ciudadanos subsaharianos registrados al norte de ese país (en las fronteras con Ceuta y Melilla) precisamente por temor al ébola.
En esta última patera viajaron hasta Gran Canaria diecinueve varones (uno menor de edad) y dos mujeres.