La lluvia fina y persistente moja, por primera vez en 41 años, La Traída del Agua de Lomo Magullo, el evento central y más multitudinario de las Fiestas en honor a la Virgen de Las Nieves que se celebra desde 1968 en el barrio de Lomo Magullo, en el municipio grancanario de Telde.
Este “acontecimiento”, objeto del rito con el que en su día los aborígenes invocaron a sus dioses y que inspira estas fiestas, cuyas rogativas se dirigen ahora a la Virgen de Las Nieves, no impedirá que se cumplan “de sobra” las previsiones de contar con entre 10.000 y 15.000 participantes en esta nueva edición, según dijo a Efe el concejal de Seguridad de Telde, Juan Martel.
“Hoy tendremos agua de lluvia por primera vez desde el inicio de las fiestas. Nunca había llovido desde primeras horas de la mañana, como lo ha hecho hoy, cuando la Banda de Agaete tocó la diana floreada, aunque las temperaturas son altas y hay bochorno. La gente ha venido y no le presta ninguna atención a la lluvia, habrá agua para todos”, bromeó Martel.
El dispositivo que velará por la seguridad de esta popular fiesta de las medianías de Gran Canaria lo conformarán 200 efectivos policiales, sanitarios y de Protección Civil.
La carencia de agua ha sido siempre frecuente en las Islas, de ahí que, pasados los años, la Traída del Agua de Lomo Magullo mantenga, al menos para sus promotores, la esencia de ser una rogativa a la Virgen de Las Nieves para que llueva, tal y como explica su fundador, Juan Peñate Suárez, de la asociación cultural Alcorac, en su página web.
Sin embargo, las ganas de diversión y el calor que suele acompañar en el mes de agosto a este multitudinario evento, al que acuden personas llegadas de todas las islas del archipiélago y también visitantes nacionales y extranjeros de vacaciones en Gran Canaria, lo han convertido en una auténtica guerra acuática contra todo lo que se mueve.
A partir de las 12.00 horas, pistolas de agua, cubos y artefactos caseros de todas las formas y capacidades tomarán un año más las calles y rincones de Lomo Magullo para impedir que alguien, ni si quiera los reporteros gráficos que traten de hacer la fotografía más curiosa, permanezca seco por mucho tiempo.