El sueño de Vicky Colomer era jubilarse en El Médano. La calma y el buen tiempo caracterizan a este pequeño pueblo del sur de Tenerife. Hasta hace muy poco, era uno de los enclaves favoritos de los vecinos de la isla para pasar su tiempo libre. Ahora, la presencia de aguas residuales en la costa, la suciedad de las playas y las calles y la saturación turística han transformado este “paraíso” en un “barrio abandonado”. Vicky, que se compró allí un piso, ahora piensa en venderlo. “No puede ser que el pueblo solo viva para el turismo. Nosotros (los vecinos) nos comemos los restos. Las basuras, la contaminación, el gentío, el no poder aparcar y los problemas que nos dejan. No pillamos nada bueno”, concluye.
Desde hace dos semanas, los balcones del pueblo se han vestido con carteles en señal de protesta. La principal reivindicación de los residentes es que se ponga fin a los vertidos de aguas contaminadas al mar. “Bienvenidos a El Miérdano”, “No más caca al mar”, “Por una depuradora eficiente” o “¡Peligro! El pueblo enferma por nadar en caca” son algunas de las frases que pueden leerse en las fachadas de las casas.
Es habitual que las playas de la isla se cierren por la presencia de la bacteria E.coli en el océano. Este microbio se encuentra en el estómago de los humanos y llega al océano a través de los emisarios de aguas residuales. Estas grandes tuberías conducen el agua supuestamente depurada desde las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales hasta el fondo del mar. Sin embargo, las corrientes arrastran estos flujos hasta la superficie y hacia la costa.
“En estos años se ha multiplicado la población de manera descontrolada. No ha habido ningún control del saneamiento. Se han construido más casas, eso implica más retretes, pero tenemos una depuradora obsoleta que se revienta cada dos por tres. Por eso tenemos El Médano contaminado casi a diario. Los residuos van directamente al mar, sin depurar”, explica Vicky Colomer.
El alcalde, José Domingo Regalado (Coalición Canaria), ha reconocido esta carencia. “El principal problema ha sido no contar con un sistema de depuración de aguas ni con unas instalaciones acordes al crecimiento poblacional que ha tenido durante décadas”, apunta en un comunicado.
El Ayuntamiento de Granadilla de Abona justifica que en la actualidad el municipio cuenta con una partida superior a 40 millones de euros para diferentes actuaciones en materia de saneamiento y para mejorar el tratamiento de aguas residuales. Los proyectos forman parte de un convenio entre el Cabildo de Tenerife y la Sociedad Mercantil Estatal Aguas de las Cuencas de España (Acuaes).
Algunas obras ya han comenzado y se prevé que terminen en 2024. Entre ellas están la estación de tratamiento y bombeo de aguas residuales en Ensenada Pelada, una estación depuradora en Los Letrados y una estación depuradora de aguas residuales en el polígono industrial y los colectores de medianías de Charco del Pino y Granadilla.
Pero para los vecinos, las soluciones llegan tarde. Dani es windsurfista profesional y vive en El Médano desde hace 30 años. “El problema siempre ha estado ahí. Recuerdo cuando organizaba el campeonato del mundo que se disputaba en el pueblo y las eminencias que venían se quejaban del mal estado del agua en el muelle”, narra.
Su familia ha vivido en primera línea las consecuencias de bañarse en agua contaminada. Hace tres años, en febrero de 2020, su hijo ingresó en el hospital después de haber pasado un día en la playa. “En esa época yo ya estaba mosqueado con el tema del agua. A veces me iba de la playa por el mal olor que había”, comienza.
“Ese día mi hijo cogió sus primeras olas con una tabla. Tragó un montón de agua y esa misma noche empezó con fuertes temblores y contracturas en el cuerpo. Al día siguiente fuimos al centro médico y nos dijeron que no había de qué preocuparse. Poco después presentaba sangre en la orina”, continúa. Los sanitarios le explicaron que había cogido una bacteria de origen desconocido y que su propio cuerpo había comenzado a matar a sus glóbulos rojos. Con solo tres años, el hijo de Daniel sufrió un ictus.
Tras varios meses luchando por su vida, el pequeño Daniel sobrevivió. “Cognitivamente ahora está casi al 100%, pero le cuesta mucho más que a sus compañeros aprender en la escuela y aún no controla la mano derecha”, cuenta su padre. A raíz de esto, el windsurfista comenzó a investigar el impacto de las aguas residuales en la salud de las personas.
El tinerfeño critica que las mediciones para comprobar el buen estado del agua se realicen entre semana, puesto que son los fines de semana cuando el municipio recibe más visitantes.
Sergio, que nació, creció y vive en este pueblo del sur de Tenerife, comparte la preocupación. “Hemos vivido en la ignorancia. Antes cuando enfermábamos no lo atribuíamos a posibles infecciones bacterianas. Hoy en día la gente empieza a planteárselo. El problema ha ido creciendo exponencialmente con la cantidad de población que hay, y se siguen dando autorizaciones para nuevos apartamentos”, dice.
En 2021, el Juzgado de Instrucción número 2 de Granadilla comenzó a investigar al Ayuntamiento por un presunto delito contra el medio ambiente y los recursos naturales por realizar vertidos de aguas residuales al mar con un tratamiento insuficiente al menos desde 2017, “una situación de riesgo para la salud de las personas y las condiciones generales del ecosistema”.
Más allá de las deficiencias en la depuración de las aguas, los vecinos coinciden en que el problema comienza en las casas. Por los retretes siguen tirándose toallitas, compresas y hasta pañales. Fuera del mar, en las calles del pueblo, los vecinos también denuncian que es habitual encontrarse con colillas, bolsas de plástico y latas. “Hay equipos de limpieza, pero no dan abasto. La gente necesita ser educada, y veo un pasotismo total por parte de Ayuntamiento”, lamenta Vicky.
Con el objetivo de revivir y recuperar el pueblo, los residentes han comenzado a organizarse. “Queremos formar un grupo grande de vecinos que aporten ideas, soluciones, para lo bueno y para lo malo. Para protestar, pero también para crear espacios de ocio, de exposiciones, de reunión”, propone la vecina.
También han creado la Plataforma Stop Vertidos. Con el objetivo de conocer el impacto que tiene en la salud de las personas la presencia de aguas residuales en las playas del municipio, la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN) está difundiendo un formulario. Otitis, sarpullidos en la piel, acidez, gastroenteritis, náuseas, fiebre o dolor abdominal son algunos de los síntomas que ya han podido detectar.
“Los riesgos para la salud pueden ser muy variados, dependiendo de varios factores como la edad del individuo, el tiempo de exposición en el agua contaminada, vías de entrada de los microorganismos patógenos al organismo, tipo de microorganismo, o la zona del cuerpo”, explican.