La esencia del Mercado Central de Las Palmas de Gran Canaria “radica en su interior, en sus puestos, su gente, sus productos, su variedad, su calidad, su frescura, su color, su orden...” o, al menos, eso es lo que dice el Ayuntamiento capitalino en su página web oficial. La realidad se antoja algo menos idílica si se conoce la realidad de las personas que mantienen sus negocios dentro de estas instalaciones desde hace años. Desde que la cooperativa formada por varios titulares cedió la gestión de este icónico enclave comercial a otra entidad en 2019, motivados por promesas de recuperación económica, la seguridad y la limpieza brillan por su ausencia y el descontento de los comerciantes ha ido in crescendo tras un aumento del canon de casi el 60%, una subida que muchos no han podido soportar.
El Central no fue ajeno al golpe económico que causó la crisis de 2008 y los estragos que se alargaron durante los años posteriores. Después de varias reuniones, la cooperativa decidió cederle a una entidad concesionaria la gestión del establecimiento entero, para “reavivar”, sobre todo, la zona más afectada: la planta alta, cuyos puestos permanecen cerrados bajo un aspecto de total abandono. En un primer momento, tal y como relatan algunos titulares, la construcción de un Mercadona en esa zona iba a ser la inyección económica que necesitaba el mercado. Sin embargo, esta planta no reunía los requisitos necesarios para poder llevar a cabo el proyecto. En su lugar, las persianas bajadas de los puestos siguen siendo las protagonistas, a pesar de que la Ordenanza de Mercados de Las Palmas prohíbe que los puestos en un mercado se mantengan cerrados sin causa justificada, como vacaciones o enfermedad.
Lo cierto es que la inactividad de los locales de la planta alta, titularidad de la entidad concesionaria, está repercutiendo en el resto de comerciantes del mercado. Mantener un espacio comercial con la mitad de sus instalaciones cerradas es caro y los titulares, aseguran, están pagando las consecuencias. La subida del 60% de la cuota, acordada por la concesionaria y el Ayuntamiento, cogió por sorpresa a los trabajadores. “Antes pagábamos el metro (del local) a diez euros, ahora lo estamos pagando a 35”, aseguran varios afectados del Mercado Central, y temen que esa subida responda “al ánimo de compensar con los comercios que aún quedan abiertos las cuotas que deberían pagar los puestos cerrados”. Además, denuncian que la causa justificada que pone la entidad para esa subida es que “hay más gastos”. Sin embargo, los comerciantes aseveran que “no es nuestro problema que la parte alta esté cerrada y genere pérdidas”, por lo que han decidido llevar este acuerdo ante los tribunales.
El descontento no termina ahí. Como en una comunidad, los comerciantes pagan una cuota de gastos generales, pero desde octubre de 2019., los titulares han tenido que hacer frente al pago de un nuevo suplemento de 80 euros por la “recogida de basuras”. Si bien el Ayuntamiento impuso la nueva orden de que los comercios tienen que tener los distintos tipos de residuos separados, este pago adicional que el mercado está aplicando por recoger esa basura específica lo consideran “irregular”.
Poca limpieza, poca seguridad y poca publicidad
El Reglamento General de Mercados Municipales de Las Palmas obliga a prestar “un servicio de vigilancia y control por parte de personal cualificado con la debida titulación” para mantener el orden público en el interior del recinto, colaborar con el personal y gestor del mercado o impedir la actividad de vendedores no autorizados, entre otras cosas. Los titulares alegan, por otro lado, que “cualquier persona puede entrar durante la madrugada” al establecimiento comercial y “nadie darse cuenta” debido a la falta de vigilancia que hay por parte de la persona contratada para realizar ese trabajo.
En el mismo Reglamento se advierte que la limpieza de cada puesto correrá a cargo de cada titular, pero el gestor “dispondrá de lo necesario para la limpieza continua y escrupulosa de los espacios comunes”. Los puesteros, una vez más, denuncian que “hay poquísima limpieza”, y que “el mercado está abandonado a su suerte”, pero no saben las razones, ya que desconocen “qué contratos tiene la entidad concesionaria y con quién los tiene. Nosotros estamos de libre oyentes”, afirman.
“Todos vemos publicidad del Mercado de Vegueta, del Mercado del Puerto, ¿y nosotros?”, lamentan los titulares. La competencia en este ámbito radica nuevamente en la entidad gestora, que es quien puede instalar carteles o hacer publicidad en medios de comunicación. Sin embargo, la poca visibilidad que se le está dando en los últimos años al que ha sido uno de los mayores mercados de abastos de Canarias solo es otra piedra en el camino en la lucha de los titulares para que el Central no quede en el olvido.