Los arqueólogos han considerado siempre que las momias canarias pertenecían a personas preeminentes cuyos cadáveres fueron preservados por ese motivo, pero esa tesis podría no responder más que a prejuicios modernos, ya que fueron sometidas a los mismos cuidados que el resto de difuntos.
El Museo Canario ha dado a conocer este martes algunas de las principales novedades del estudio que está realizando sobre la veintena de momias prehispánicas que atesora en su colección, con un nuevo enfoque: comparar el tratamiento que recibieron esas personas con los ritos funerarios que eran comunes entre todos los aborígenes.
Y el resultado ha llevado a cuestionar un paradigma que generaciones de arqueólogos y estudiosos de las antiguas sociedades de Canarias habían dado por bueno sin más: el de pensar que las momias eran personas especiales solo porque sus cadáveres se han conservado con el paso de los siglos, por algún tipo de cuidado especial.
La conservadora del Museo Canario, Teresa Delgado, y la investigadora Verónica Alberto han explicado este martes que ese paradigma se había perpetuado hasta ahora porque siempre se había estudiado a las momias de forma aislada, sin compararlas con el resto de cementerios aborígenes y las prácticas funerarias a las que fueron sometidos todos los individuos de esa sociedad, casi sin excepción.
“Ese ha sido nuestro error”, ha confesado Alberto, que subraya que, al incorporar ese contexto, se ha descubierto que no hay diferencias entre los cuidados mortuorios que recibieron las momias con los que se prestaron a otros difuntos mucho más anónimos.
De hecho, su estudio también confirma la tesis de quienes mantenían que las momias canarias son momias por casualidad, o más bien por las condiciones naturales del emplazamiento donde fueron enterradas, no por los cuidados o ritos que se les aplicaron.
Verónica Alberto ha recordado, en este sentido, que todas las momias que se conservan de los antiguos canarios proceden de cuevas, con niveles de temperatura y humedad que hicieron posible que esos cadáveres “momificaran” y hoy se conserve parte de sus tejidos blandos, como órganos internos, piel, cabello o uñas.
El Museo Canario trabaja en estos momentos en crear modelos fotográficos tridimensionales de sus momias más importantes, para que cualquier curioso pueda contemplarlos con detalle a través de internet en un ordenador, una tablet o un móvil.
El proyecto, que ha sido apoyado por la Fundación Hergar, pretende generar al menos tres “momias digitales” en 3D con tanto nivel de detalle, que incluso sirvan para investigaciones científicas, sin necesidad de que se vuelvan a tocar los originales.
Esos modelos 3D permitirá ver desde todos los ángulos cómo es la momia por fuera y por dentro (debajo de las pieles y tejidos que los recubren) y contendrán enlaces a todo tipo de datos sobre el individuo del que se trata, dónde fue recuperado, su época, su alimentación, su muerte o la sociedad a la que pertenecía.
El trabajo ha comenzado con la momia más famosa de cuantas se conservan en el Museo, la que durante décadas se identificó con Artemi Semidán, el noble aborigen que murió en la batalla que libraron en 1405 los antiguos canarios contra las tropas normandas de Juan de Bethencourt en Arguineguín (sur de Gran Canaria).
La momia fue cedida al museo a principios del siglo XX por el conde de la Vega Grande, sin que se conozca de dónde procede. Sin embargo, durante años se le atribuyó a Artemi porque se trata de un individuo de la misma edad de ese noble local al morir (24-30 años) y que presentaba múltiples fracturas, supuestamente de batalla.
Sin embargo, según ha explicado hoy Alberto, nada de eso se sostiene. El carbono 14 ha revelado que el joven de esa momia murió mil años antes que Artemi (entre los siglos V-VI) y el examen de sus fracturas demuestra que no pereció en una batalla.
Las heridas que presenta, ha añadido, sugieren una caída desde una gran altura, en la que ese individuo murió por un primer impacto en la cabeza y luego siguió rodando por ladera y rompiéndose huesos.
La tesis de la caída se refuerza, además, por el hecho de que la momia presenta fracturas antiguas ya curadas, que sugieren que esa persona tenía algún tipo de actividad ligada a los riscos; pero, al mismo tiempo, la variedad y riqueza de las pieles con las que fue envuelto su cuerpo hacen poco probable que se trate de un pastor.
Puestos aventurar una explicación, Alberto apunta dos posibles hipótesis: alguien de buena posición (por sus pieles) que murió en algún tipo de prácticas con las que los antiguos canarios medían su habilidad (hay crónicas que hablan desafíos saltos entre riscos y alturas) o alguien que se suicidó tirándose por un precipicio.
Pero, como admite la propia investigadora, es más que probable que nunca que sepa qué le pasó al joven al que tomaron por Artemi.