“Me has roto mi proyecto de vida, te vas a enterar”. Es una de las frases que la periodista Nanda Santana relata en su libro que le afeó su expareja cuando ella le pidió el divorcio. Durante la obra que lleva por título Te haré la vida imposible señala que en el momento de la separación comenzó un calvario para ella y sus hijos, una situación que no podía haberse imaginado antes. Explica que el padre de los menores nunca aceptó separarse. “Yo en aquel momento pensaba que le faltaba un poco de tiempo para digerir la situación, la mediadora del proceso de divorcio recuerdo que le dijo (y así lo pongo en el libro) que él necesitaba ayuda para su duelo, pero por la rabia que me tenía a mí, que directamente no me podía tocar, se dedicó a hacerme daño a través de mis hijos y a dificultar la vida semana a semana en cosas pequeñas y no tan pequeñas”, subraya. Este domingo a las 16.00 horas presenta esta obra en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria y pese a la dureza del relato insiste en que es muy importante apoyarse en las personas que te quieren. “Solo gracias a esas personas he podido sobrevivir tantos años a este acoso, a ese pulso enconado, feroz, sin pausa, sistemático, constante, que contra mi persona ha mantenido mi ex”.
Santana explica en una entrevista con Canarias Ahora que lleva sufriendo violencia machista psicológica y vicaria desde el año 2013, cuando se inició la separación, pero “la violencia psicológica sigue siendo desconocida” y apunta que los profesionales tardaron mucho tiempo en ponerle nombre a lo que le ocurría. Durante el confinamiento, su psicólogo le recomendó escribir cómo se sentía y que le hiciera llegar esos escritos. Entonces, fue cuando la emplazó a escribir un libro ya que consideró que podría ayudar a otras mujeres en su situación. De hecho, una de las cuestiones que remarca en el libro es que “ojalá” en aquellos años hubiera contado con la información de la que dispone ahora. Desde que saliera el libro a la venta y comenzara a conceder entrevistas ha recibido mensajes de apoyo y de mujeres que conocen a alguien que está pasando por la misma situación.
La periodista relata durante la obra no solo sus experiencias vitales sino que se apoya en teóricas feministas y en libros sobre maltrato infantil, psicología o las relaciones en la familia. Defiende la necesidad de enseñar las bases teóricas de la Comunicación No Violenta (CVN) de Marshall Rosenberg. Nanda Santana insiste durante su relato en la importancia de que los menores crezcan en un entorno de amor y que los progenitores luchen durante la separación por su bienestar. En su caso, afirma que ni siquiera con la ayuda de una mediadora su expareja puso de su parte y que pronto le aseguró a los menores que separarse era una idea de Santana, lo que despertó malestar entre sus hijos. Desde ese momento, apunta que la hostilidad de los niños hacia ella y entre ellos mismos fue creciendo, algo que aclara que tenía como base que ellos mismos también sufrían violencia. “Tú si a un niño le insultas, es violencia psicológica, si le comparas con su hermano o le dices que es el tonto de la familia se lo termina creyendo”, afirma. El vínculo materno filial se va dañando poco a poco e indica que sentía impotencia de no poder ayudar a sus hijos ya que la manera de educar de ambos progenitores difería mucho.
“Ellos también sufrieron una violencia física que yo llamo de baja intensidad, porque no dejaba marca, pero dolía”, añade. Además, asegura que cuando le pedía explicaciones a su expareja obtenía el silencio como respuesta. “La callada por respuesta es una de las armas que emplean los maltratadores psicológicos” ya que “el silencio cuando necesitas información porque atañe a los niños tenerla que estar pidiendo, ralentiza mucho la vida”. Otro mecanismo que apunta es el de “hacer algo y luego negarlo” y en este sentido asegura que “esa herramienta la usan mucho porque pretenden volverte loca. Él dijo delante de la mediadora varias veces que no pensaba darme la custodia compartida porque soy una mala madre, y después me lo negó. Te prometo que hubo un momento que dije: ¿me estaré volviendo loca?”
Más formación para detectar la violencia y tratarla
“A mi historia nadie le ponía nombre, la violencia psicológica sigue siendo desconocida, pero por lo menos ya vas al centro de salud y te cuentas con un display con los tipos de violencia y aparece la psicológica muy clarito desde el documental de Rocío Carrasco, pero hasta hace muy poco la violencia psicológica no existía en el imaginario colectivo porque es invisible y no deja huella porque nuestra alma es inmaterial y lo que duele en el corazón no se ve, ni todas las heridas emocionales que provoca”, indica Santana. Entre los ejemplos que enumera destaca cuestiones que pueden parecer más pequeñas como decirle que se le había perdido el libro de familia cuando ella lo necesitaba para pedir una prestación, cuestionarle los gastos extraordinarios de los niños como libros del colegio, material, medicamentos, decir que “no tenía que pasar pensión en el mes de vacaciones…” o que hubiera que acudir constantemente a los tribunales. “Tuve que ir a los tribunales para poder ver a mis hijos el Día de Reyes”, apunta.
Santana insiste en que cuando un proceso de familia acaba en tribunales, hay que “hilar muy fino en las sentencias”, como determinar muy bien todo lo relativo a la custodia y visita de los menores. “El proceso de divorcio en sí, él lo estuvo postergando un año y sin una sentencia de divorcio yo seguía casada con él ante la ley y no podía pedir una prestación económica. Le tuve que poner una demanda de divorcio y le sentó a cuerno quemado. Le sentó muy mal y le sentó peor que en esa sentencia sin yo pedirlo la jueza me dio el uso y disfrute de la casa”. Así mismo, “ en la primera sentencia no se contemplaban dos de las vacaciones escolares de los niños y eso supuso más problemas cuando llegaron las vacaciones, porque la sentencia no era clara”.
Debido a la larga lucha que ha llevado estos años sostiene que “una de mis peticiones a las instituciones es que se dé formación especializada a todos los profesionales que intervienen con mujer, menores y familias. Estoy hablando del ámbito jurídico, médico, trabajo social, y por supuesto del ámbito de la Igualdad”. Sí cree que hay cuestiones que han cambiado en los últimos años “aunque muy lentamente” como el reconocimiento de los menores como víctimas directas de la violencia de género o la ley de Infancia, en la que por ejemplo se contempla que el menor puede recibir ayuda psicológica sin tener que constar la firma de los dos progenitores, algo que no ocurría mientras ella y sus hijos vivían esta situación.
Las secuelas para la salud
La periodista remarca que ni siquiera ella que es una mujer que se ha formado en Igualdad era consciente mientras lo vivía que era víctima de violencia psicológica y que se sintió muy identificada cuando el psicólogo le aseguró que lo que sufría era un “cuadro de violencia psicológica de libro” y le recomendó leer El acoso moral: El maltrato psicológico en la vida cotidiana de Marie-France Hirigoyen. “Tú sabes que te está pasando algo super injusto pero no tienes las herramientas para afrontarlo , para entenderlo y estábamos confinados. El confinamiento fue una revoltura porque mis hijos tenían custodia compartida y la semana que se iban con el padre escribía”. “Los primeros escritos eran más mi testimonio pero después empecé a documentarme, a investigar y empieza a investigar sobre maltrato infantil, violencia entre hermanos, cómo afecta la violencia psicológica a la salud mental...”
Santana se enfrentó a este proceso de divorcio mientras atravesaba una situación económica complicada fruto de la crisis de 2008. “Yo en esos momentos había meses que estaba cobrando 136 euros porque venía de un contrato de 10 horas en una universidad online, que es una cuarta parte de la jornada laboral, pues cobraba una cuarta parte de la prestación que son 400 y pico. Por supuesto, fui a Servicios Sociales, por eso digo que los trabajadores sociales no tenían en ese momento perspectiva de género y sobre todo con el maltrato infantil”, afirma. Celebra que como sociedad nos estemos concienciado sobre el bullying, en el ámbito educativo o el mobbing en el laboral, pero añade que queda por visibilizar la que ocurre en los ámbitos familiares; “violencia piscológica que es sistemática y continuada en el tiempo te quita la salud mental y a los niños les rompe la autoestima”.
“La violencia psicológica afecta a tu salud mental, un cuadro de estrés que en mi caso se hizo crónico. Yo solo sentía que no tenía energía, que estaba cansada y me echaba a llorar por cualquier cosa”. Afirma que entonces su médico de cabecera aunque no tenía formación para ver que era violencia de género, sí que tenía capacidad de escucha y le indicó: “No me extraña, es que estás agotada física y mentalmente, porque es aguantar un pulso constante durante años”.
Santana se mantiene esperanzada con el plan de Sanidad para aumentar la plantilla de Psicología en la Sanidad Pública, algo que cree necesario, pues quien no tiene recursos no puede acudir a una terapia una vez a la semana y tiene que tirar de autoayuda. En su caso afirma que ha tenido que luchar mucho para ser atendida e insiste en poner los mecanismos necesarios para detectar por qué los menores se comportan de determinadas formas para poder ayudarles. En su historia concreta, “las cosas han mejorado un poco en el sentido de que yo he crecido y me he hecho más fuerte”, afirma, pero espera que con el tiempo sus hijos puedan leer su libro y llegar a comprender. Su gran objetivo, insiste, es que “dejemos de normalizar la violencia y el maltrato infantil”, más y medios y formación para que se visibilice que la violencia de género no son solo las cifras de mujeres asesinadas, también es la violencia psicológica, económica o los menores que la sufren directamente.