A través de una importante influencia cultural, comercial, educativa, urbanística o turística, la comunidad alemana en Canarias comenzó a construir, a finales del siglo XIX, y especialmente entre 1930 y 1945, una colonia compacta que evolucionaría al calor de acontecimientos internacionales, como el auge del nazismo o el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.
Sobre ello ha ahondado la investigadora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Marta García Cabrera a través del libro Deutsche auf den Inseln! La colonia alemana de Canarias y la huella del nazismo (1930-1946), que se presenta el próximo martes 28 de noviembre en el Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria.
En su libro se cuenta cómo se establecieron en las islas filiales del partido nazi (NSDAP), redes de espionaje, sedes del Frente Alemán de Trabajo (DAF) y organizaciones culturales y de adoctrinamiento, que complementaban la tradicional presencia de eficientes consulados alemanes y de compañías navieras y empresas de aviación como la Woermann Linie o la Deutsche Lufthansa. De este modo, la comunidad alemana, y con más ahínco y más adelante el nazismo, logró tejer en Canarias, principalmente en las dos ciudades capitalinas, una “imponente” red sociocultural y política multinivel.
“El nazismo trató de penetrar en estas comunidades extranjeras y ampliar el impacto y la influencia de su ideología. Su objetivo no era establecer el nazismo en países como España, sino extender el ideario y los valores del Tercer Reich entre los ciudadanos alemanes que vivían en el extranjero”, apunta García Cabrera en una entrevista con EFE, y añade que una parte de la población alemana en Canarias experimentó también algunos signos de vigilancia policial y persecución política.
No quedaba atrás, además, el afán publicitario del régimen, que se esforzaba en organizar actividades entre las comunidades locales de alemanes, buscando un efecto adoctrinador y patriótico a través de campañas propagandísticas, proyecciones cinematográficas, desfiles, grandes eventos y, sobre todo, la educación, a través de la modificación del currículo docente de los colegios alemanes que ya existían en las islas e inmiscuyéndose en la contratación del profesorado de los centros.
Cuando en 1945 termina la II Guerra Mundial, el panorama para la comunidad alemana en Canarias es complejo: la población que ha apoyado el régimen ve cómo el nazismo ha sido desarticulado, su país ha quedado derrotado y, además, se exponen a que se les expropien sus propiedades o negocios. Sin embargo, en España las incautaciones de bienes y los esfuerzos de los aliados por descapitalizar y neutralizar a los alemanes para evitar un resurgimiento del régimen fueron leves, por lo que muchas de esas familias alemanas de buena posición en Canarias mantuvieron parte de su influencia.
A la pregunta de si aún quedan familias que conservan una buena posición económica y social gracias a su adhesión al movimiento nazi, García Cabrera lo descarta. Una gran parte de estos ciudadanos ya gozaban, antes del comienzo del régimen de Hitler, de negocios boyantes. Y, además, no todos tuvieron un vínculo directo con el régimen. “En general, las grandes familias que conocemos de linajes alemanes establecidos en Canarias llevaban muchos años en las islas antes del Tercer Reich. Ya habían vivido un proceso de integración y habían formado imperios comerciales, con grandes socios, con un buen número de trabajadores... Son familias que, con independencia de su implicación o no en el nazismo o en la guerra, ya tenían una posición indiscutible en el entorno empresarial canario”, reflexiona García Cabrera.
Pero antes de la llegada del nazismo, la colonia alemana era ya activa en Canarias. Su establecimiento no dista del 'modus operandi' de cualquier otra colonia, como la británica: asentamiento, apertura de asociaciones y colegios propios, confraternización y mantenimiento de vínculos y valores, una búsqueda de sus raíces que, según García Cabrera, no les impedía integrarse en la comunidad canaria. “Pese a que mantienen rasgos propios y crean sus propias instituciones hay integración a nivel profesional, urbano, financiero, se forman matrimonios mixtos”, resalta la historiadora.
Agrega que, desde el primer momento, en el plano económico, intentaron aprovechar el potencial que ofrecían las islas a través de su entorno portuario, pero también en el plano turístico, donde demostraron, junto a los británicos, una gran visión del futuro potencial de las islas en este aspecto, con la creación de varias empresas, comercios y establecimientos hoteleros.
Así, la comunidad germana de aquella época fue también pionera a nivel comercial, un sector en el que también dejaron influencias todavía visibles en la calle Triana de Las Palmas, donde los alemanes establecieron, por ejemplo, una joyería, una relojería y un estudio fotográfico conocido como Bazar Alemán.