“O haces la transferencia del impago o te cortamos la luz en las próximas horas”. Esta es la amenaza que han recibido varios hosteleros de Gran Canaria en los últimos días al descolgar la llamada de varios teléfonos privados algo “sospechosos”. Se trata de una estafa muy bien pensada en la que los chantajistas se ponen en contacto con los restaurantes antes de comenzar el servicio o cuando ya están en plena faena. Las voces que realizan la llamada se presentan como “la compañía de suministros eléctricos” o, directamente, como Endesa, y advierten del incumplimiento de pagos de la factura de la luz. Con un tono “poco amable” y aprovechando que los clientes ya están en el local o a punto de entrar, intentan intimidar al empresario diciéndole que si no se transfiere el importe indicado, que puede ir de los 800 a los 1.600 euros, de manera inmediata, se quedará sin luz en su negocio al menos durante 72 horas.
En la última semana, el primero en recibir esta advertencia ha sido Willy Ramírez, del restaurante Pícaro. Un hombre le llamó y le comunicó que tenía una deuda de 1.200 euros con Endesa y que si no realizaba el pago se le cortaría la luz en su restaurante en 15 minutos. No contentos con eso, el hostelero asegura que le reprendieron al decirle que ya le habían mandado varios avisos y que “cómo era posible que no los hubiese visto”. Esta llamada se produjo a las 13.15 horas. Willy abría las puertas de su negocio a las 14.00. Sin embargo, y a pesar de la seguridad que desprendía el que hablaba, era bastante difícil que cayese en el “truco”, porque, tal y como asegura, no tiene ni deudas ni es cliente de Endesa.
Las llamadas se han seguido dando desde entonces, aunque los restaurantes ya conocieron desde el primer momento la existencia de esta estafa gracias al aviso de Willy por un grupo de WhatsApp en el que están varios empresarios de la isla. A Pedro López, del restaurante De Contrabando, le han llamado dos veces pidiéndole 1.350 euros. “Se ponen un poco bordes y te aprietan para que hagas el ingreso de inmediato”, asegura. Desde que la persona que realiza la llamada se da cuenta de que el hostelero ya es conocedor del timo cuelga el teléfono. Pero Pablo quiso ir más allá y llamó a los números desde un móvil que no fuese el suyo. “Uno ya lo habían dado de baja y en el otro respondió un chico que dijo llamarse Alejandro”.
Al propietario del restaurante Bevir, Rogelio Tenorio, también le llegó la advertencia. En este caso, el interlocutor intentó hacer de las suyas, a lo que el empresario respondió: “¿Qué pasó? ¿Ahora han cambiado de teléfono?”.
Juan Santiago, del restaurante Hestia, ha sido otro de los afectados y reconoce que en realidad “es una estafa bastante fácil de detectar”, ya que “Endesa no te llama”. Por este motivo, juegan con los tiempos. Intentan alimentar el miedo del empresario en horas de servicio y se comunican con seguridad. “Te llegan a decir si tienes facturas a mano para ver no sé qué datos”, señalan los empresarios.
Una práctica preCOVID
A pesar de que las llamadas de estafa se han intensificado en los últimos días, lo cierto es que esta práctica se lleva a cabo en Gran Canaria desde antes de la pandemia y muchos empresarios han picado en el anzuelo. Es el caso de Ángel Palacios cuando tenía su negocio en la isla. Se pusieron en contacto con su restaurante e informaron del impago de una factura de un mes de casi 1.000 euros, “justo lo que pagábamos de luz en ese momento”, detalla. Los estafadores le dijeron a la trabajadora del establecimiento que cogió el teléfono que si el pago no se realizaba, se cortaría la luz del establecimiento en media hora. Desde que Ángel Palacios tuvo esta información intentó ponerse en contacto con Endesa. No lo consiguió.
El restaurante estaba lleno en los dos servicios, así que, movido por el miedo, llamó al número que había amenazado con el corte de luz e hizo la transferencia. Al cabo de un par de minutos, los timadores le comunicaron que habían recibido el pago, pero que había “otra deuda de otro mes más”. Fue ahí cuando el empresario abrió los ojos.
Consiguió finalmente contactar con Endesa y, efectivamente, le aseguraron que “estaba todo al corriente y que no había ningún problema”, por lo que se fue con el recibo del ingreso y el número del que le llamaron a la Policía a poner una denuncia. Allí le dijeron que el importe de su estafa era “poquito” en comparación con otras denuncias de hosteleros quejándose de lo mismo.
Ángel Palacios no consiguió su dinero, pero al cabo de unos meses la Policía se puso en contacto con él para informarle de que la persona que lo llamó residía en un pueblo de Barcelona.