El 13 de diciembre, los gases del volcán de La Palma obligaron a confinar a 33.000 personas en la isla. Ese día, los niveles de dióxido de azufre se dispararon y superaron todos los límites europeos. Ahora, con el volcán ya dormido, la emanación de gases desde el cráter principal y la presencia de ceniza en el aire mantienen en alerta a los palmeros, ya que se ha probado que las partículas contienen metales que, en altas cantidades, podrían ser tóxicos.
El último informe emitido por el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) concluye que, desde el 17 de febrero la calidad del aire, en relación al dióxido de azufre, se ha mantenido en “niveles buenos” salvo algún episodio puntual que ha alcanzado “el nivel regular”. En cuanto a la ceniza, “no hay riesgo” porque la concentración de metales es baja, asegura el técnico de la Consejería de Transición Ecológica del Gobierno regional Jon Vilches.
El experto explica que la evaluación de la calidad del aire se realiza solo con una parte de esas cenizas. Las fracciones menores de 10 micras (PM10) y menores de 2,5 micras (PM2.5). Los análisis se han realizado sobre las partículas PM10 porque así lo establece la normativa europea de calidad del aire, explica Vilches.
En estos estudios se han localizado metales pesados como níquel, plomo, mercurio, arsénico y cadmio). Sin embargo, según tranquiliza Vilches, la legislación fija en 100 nanogramos al año, el promedio en todas las mediciones que el equipo científico realizó no superó el 1,21.
La presencia de estos metales explica por qué al pasar un imán sobre la ceniza esta se queda pegada. ''Es algo bastante normal en roca volcánica. Si pasas un imán por la arena de una playa de arena negra también pasa'', aclara el técnico del Gobierno de Canarias.
A pesar de ello, la presencia de partículas en el aire sí tiene incidencia en la salud de las personas. Esto ocurrió en La Palma, especialmente cuando la lluvia de este material volcánico era incesante. Aún hoy, tal y como explican los vecinos del Valle de Aridane, los días de viento echan por tierra todos los trabajos de limpieza de arena de las calles y esta termina otra vez en la columna de aire.
En las últimas semanas, tal y como añade Vilches, la ceniza se ha sumado a los repetidos episodios de calima que ha vivido el Archipiélago. “Las partículas sí tienen una afección directa de por sí porque entran en la zona pulmonar y pueden provocar enrojecimiento de la garganta, por ejemplo”, explica el técnico.
En una entrevista concedida a este periódico, el neumólogo Pedro Cabrera explicó que algunos estudios realizados en zonas de exposición prolongada a los efectos de la actividad volcánica concluyeron que los ingresos hospitalarios de personas con enfermedades respiratorias crónicas se multiplicaron por tres. Por esta razón, en los días donde se registró la peor calidad del aire, se recomendó a los vecinos con este perfil no salir de sus viviendas y, en caso de que fueran salidas necesarias, utilizar la mascarilla FFP2.
Los gases de Puerto Naos
Puerto Naos es una de las zonas más perjudicadas por la emisión de gases del volcán. Muchos vecinos cuyas casas sobrevivieron a las coladas aún no han podido regresar. Es el caso de Carlos Manuel, que lleva cinco meses en el hotel de Fuencaliente habilitado por los damnificados sin alternativa habitacional. ''Los gases son letales, no queda nada vivo. Ni una cucaracha''.
La infiltración de gases subterráneos es una de las causas por las que esta zona sigue estando restringida. Algo que también ha complicado las tareas de retirada de ceniza. En el caso de otras familias, la falta de agua corriente, de luz o de una carretera que conecte todos los pueblos impiden el paso a sus viviendas.