El Papa denunció este lunes que a pesar de tantas formas de progreso, “en esta época de abundancia y consumismo desenfrenado se sigue muriendo de hambre y pobreza, hay esclavitud, odio racial y religioso y terrorismo” y que ante ello el hombre del tercer milenio necesita más que nunca a Cristo.
Benedicto XVI hizo estas manifestaciones durante el tradicional Mensaje de Navidad, pronunciado desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano, en el que expresó su “gran preocupación” por la situación en Oriente Medio e Irak, y abogó para que se abra una perspectiva de una paz justa en la región.
Ante decenas de miles de personas reunidas en la plaza de San Pedro para escuchar el segundo Mensaje de Navidad de su Pontificado, Joseph Ratzinger proclamó al mundo que “ha nacido el Salvador”, pero inmediatamente se preguntó: ¿tiene todavía valor y sentido un Salvador para el hombre del tercer milenio?“.
“¿Es aún necesario un Salvador para el hombre que ha alcanzado la Luna y Marte, y se dispone a conquistar el universo; para el hombre que investiga sin límites los secretos de la naturaleza y logra descifrar hasta los fascinantes códigos del genoma humano?”, se preguntó el Papa.
El Papa alemán también se preguntó si el hombre actual “artífice autosuficiente y seguro de su propio destino, que se presenta como productor entusiasta de éxitos indiscutibles”, que ha inventado la comunicación interactiva, que navega por Internet, que ha convertido el planeta en una aldea global, necesita un Salvador.
La respuesta que dio el Papa teólogo es que parece que no lo necesita, “pero no es así”.
“En este tiempo de abundancia y consumismo desenfrenado se sigue muriendo de hambre, sed y de pobreza. Todavía hay quienes están esclavizados, explotados y ofendidos en su dignidad, quienes son víctimas del odio racial y religioso y no pueden profesar libremente su fe por intolerancias y discriminaciones, por injerencias políticas y coacciones físicas o morales”, afirmó.
En este día del nacimiento de Cristo, Ratzinger recordó a todos los niños destrozados por el uso de las armas, por el terrorismo y por cualquier tipo de violencia “en una época en que se invoca y proclama por todas partes el progreso, la solidaridad y la paz”.
El Papa también resaltó como problemas de este época la inmigración a la que se ven obligadas miles de personas en busca de condiciones de vida digna, de los que son engañados, de los esclavizados por las drogas y el alcohol y “los que eligen la muerte creyendo que ensalzan la vida”.
Ante estas situaciones, Benedicto XVI afirmó que “desde el fondo de esta humanidad placentera y desesperada” surge una desgarradora petición de ayuda y que por ello “hoy también nuestro Salvador ha nacido en el mundo, porque sabe que lo necesitamos”.
Libertad tensa entre el bien y el mal
Y es que, según el Papa, “a pesar de tantas formas de progreso”, el ser humano es el mismo de siempre, “una libertad tensa entre el bien y el mal, entre vida y muerte”.
A este respecto, Benedicto XVI agregó que en la época actual, “postmoderna”, el hombre necesita más que nunca “un Salvador, porque la sociedad en la que vive se ha hecho más compleja y más insidiosas las amenazas para su integridad personal y moral”.
Como es tradición en estos mensajes, el Papa hizo un recorrido por el mundo y dijo que en este día de fiesta pensaba “con preocupación” en Oriente Medio y que espera que se abra a una perspectiva de paz justa y duradera, respetando los derechos inalienables de los pueblos que la habitan.
“Confío al divino Niño de Belén los indicios de una reanudación del diálogo entre israelitas y palestinos que hemos observado estos días, confío en que después de tantas víctimas, destrucciones e incertidumbres, reviva y progrese un Líbano democrático, abierto a los demás, en diálogo con las culturas y las religiones”, dijo el Papa.
También hizo un llamamiento “a los que tienen en sus manos el destino de Irak”, para que cese la feroz violencia que ensangrenta el país y se asegure una existencia normal a todos sus habitantes.
Asimismo, invoco la paz para Sri Lanka, para que en Dafur y en toda África acaben los conflictos fratricidas y para que se extingan “los focos de tensión que hacen incierto el futuro de otras partes del mundo, tanto en Europa como en Latinoamérica”.
Benedicto XVI pidió a los cristianos que proclamen a Cristo no sólo con la palabra sino también con el testimonio de hermandad, perdón, acogida, servicio recíproco, verdad, justicia y amor.
El Papa concluyó su mensaje exhortando a los hombre a “abrir el corazón” a Cristo: “no temerle, Él es el Salvador del mundo”, dijo.
Tras el Mensaje, Benedicto XVI impartió la bendición Urbi et Orbi (a Roma y a todo el mundo) en 62 idiomas, en el que de nuevo la palabra que más pronunció fue paz.
En español proclamó: “Feliz Navidad. Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, en las familias y en todos los pueblos”.
Centenares de españoles y latinoamericanos presentes rompieron en aplausos y gritaron: “Se ve, se siente, Benedicto está presente”.
El mensaje fue transmitido en directo por un centenar de televisiones de 61 países, entre ellos España y la mayor parte de América Latina.