El Gobierno de Canarias impuso a la empresa promotora del macroproyecto turístico en Adeje una propuesta de sanción de 600.000 euros por destruir parcialmente patrimonio arqueológico en el sur de Tenerife; en concreto, un asentamiento guanche de gran valor, al constituir un ejemplo de las escasas poblaciones prehispánicas cerca de la costa. Esta negligencia ha supuesto una pérdida irreversible de una parte de la historia de los antiguos habitantes en las Islas, que se suma a una larga lista que la arqueología se ha esforzado en reconstruir investigando el rastro de los aborígenes que ha perdurado a lo lardo del tiempo.
“Los atentados contra el patrimonio en las Islas son casi diarios”, asegura la directora general de Patrimonio, María Antonia Perera, “lo que es excepcional, es abrir un expediente sancionador por ello”. Hasta la presente legislatura, según sus palabras, nunca se había castigado borrar memoria en el Archipiélago. “Se destrozaban yacimientos y no pasaba nada, te ibas de rositas; ahora no”, añade. Como ejemplo, Perera expone que durante estos tres años ha sancionado a ayuntamientos, cabildos, al obispado de Tenerife o a un párroco de Gran Canaria por dañar el patrimonio histórico de las islas.
“Podemos abrir un expediente sancionador y cobrar la máxima multa, pero solo tenemos dinero”, lamenta, pues si se pierde información, “se pierde memoria y perder memoria es no saber qué ha sido el pueblo canario”. Para que las acciones no queden impunes “hay que usar la ley”, tanto cuando “alguien está con una pala agrediendo un yacimiento” o si una promotora realiza unas obras a sabiendas de que van a afectar a restos arqueológicos, como ha sido el caso del macroproyecto turístico en Adeje.
Los daños al patrimonio en las Islas son variados y se pueden producir tanto por acción, (por ejemplo, los atentados vandálicos como los grafitis en grabados rupestres); como por omisión: que la administración competente no actúe en el marco de sus competencias para evitar o castigar los daños sobre el patrimonio que ha perdurado. Uno de los casos más sonados en las islas fue la localización casual en 1988 de la mayor necrópolis de aborígenes en España en el Lomo de Maspalomas (Gran Canaria) y uno de los espacios sepulcrales más completos en el Archipiélago. Durante la ampliación de la autopista GC-1 de la capital hacia el sur de la isla, en terrenos que tradicionalmente se dedicaron al cultivo del tomate, se descubrieron unos 200 cadáveres y más de un centenar de tumbas en un yacimiento de 2.000 metros cuadrados.
Según el documento Excavación arqueológica y consolidación de los restos humanos del yacimiento Lomo de Maspalomas, elaborado por Verónica Barroso en 2015, se destruyó parte de la necrópolis antes de paralizar la construcción cuando se hallaron dos cráneos humanos, pues los primeros huesos localizados fueron atribuidos a animales. Tras una inspección de la Dirección General de Cultura, se encargaron los trabajos de excavación al Museo Canario. Se decidió no modificar el trazado de la carretera ante la necesidad de las obras y, por ende, no se pudo realizar una excavación tradicional, por lo que se decidió exhumar los cuerpos y trasladarlos a “un laboratorio habilitado provisionalmente al efecto”, es decir, dos almacenes. En ese momento, se ideó crear un Museo Arqueológico en el lugar más cercano al hallazgo, pero se descartó por el elevado coste económico que suponía.
Los trabajos de tratamiento, conservación e investigación contratados por la Consejería de Obras Públicas se suspendieron en 1992 y el estudio de los restos arqueológicos quedó sumido en el olvido hasta 20 años después de haber sido hallado el yacimiento. En 2009, el Gobierno regional, el Cabildo y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana firmaron un convenio y contrataron a la empresa Arqueocanarias, decana en este campo en las Islas, para que iniciara los trabajos para estudiar los cadáveres y trasladarlos al Museo Canario.
Aunque se llegaron a conservar, durante todo el proceso de exhumación del yacimiento a las naves industriales y su posterior olvido, se perdió valiosa información: los datos recabados en el trabajo de campo, fundamentales para el conocimiento del cementerio y la organización de estas sociedades, nunca se procesaron adecuadamente; además, las condiciones ambientales de los almacenes, que no reunían los requisitos suficientes, incidieron de forma negativa en la conservación de los restos.
“Ahora tenemos un montón de muertos que no han sido totalmente estudiados”, lamenta Perera. En este sentido, la directora general de Patrimonio remarca que “todas las obras grandes que no han sido exquisitas con el patrimonio han supuesto una pérdida irremediable” y esto suele suceder, sobre todo, “en las islas con más carreteras, proyectos urbanísticos, con el litoral más masificado por proyectos turísticos… lo que había allí ni se sabía”. Y las máximas responsables de que esto ocurra son las administraciones, porque son “las que hacen las obras públicas mas grandes”, pero a su vez, “son las que deben velar porque sean lo más respetuosas posibles”.
Como ejemplo, el Gobierno canario ha modificado la construcción de la carretera de La Aldea al localizar técnicos del Cabildo de Gran Canaria una zona “de alto valor arqueológico”: hallaron un enterramiento prehispánico sin exacavar y cerámicas en superficie, entre otras piezas. Por ello, se ha incluido un nuevo túnel de 25 metros para no afectar a dicho espacio.
Las competencias en Patrimonio
El incipiente desarrollo urbanístico y turístico de Canarias durante la mayor parte del siglo XX se llevó a cabo sin un marco legal garante con el patrimonio de las islas, porque no es hasta 1999 cuando Canarias adquiere las competencias sobre su patrimonio, catorce años después de la primera normativa nacional (que aún sigue vigente), distribuyéndolas entre las administraciones municipales, las insulares y la regional. Antes de las normativas, ¿cuánta historia de los poblamientos de las Islas se ha perdido?
“La población aborigen estuvo viviendo en Canarias durante 2.000 años y se desarrolló y se distribuyó casi por todo el territorio. La conquista y la introducción de una nueva cultura, cuya consigna es acabar con todo lo anterior para imponer el nuevo orden social, económico, religioso o político, va en detrimento de las manifestaciones culturales o vivenciales del poblamiento aborigen”, explica Perera.
El interés por estudiar y conocer la antropología tiene como antecedente la obra Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, escrita en 1772 por José de Vieja y Clavijo, donde se dedica un amplio espacio a los guanches en la formación de la identidad canaria según el trabajo Cultura, Antropología y etnografía en Canarias, de Alberto García. “Antes de las leyes había intención, como la experiencia del Museo Canario: unas personas se proponen crear o recopilar elementos de la cultura aborigen”, recuerda Perera.
Esta institución científica, que alberga las colecciones arqueológicas y documentales más importantes del Archipiélago, surgió en 1879 de la iniciativa por un grupo de intelectuales liderados del doctor Gregorio Chil y Naranjo, impulsado por el desarrollo de la antropología física en el siglo XIX, principalmente desde Francia con el descubrimiento en 1868 del hombre de Cro Magnon.
A la par que el trabajo llevado a cabo por las sociedades científicas, se desarrollan las investigaciones arqueológicas, aunque con una producción “relativamente escasa” basada en la búsqueda y coleccionismo de particulares, según refleja Manuel E. Ramírez Sánchez en su obra Un acercamiento historiográfico de los orígenes de la investigación arqueológica en Canarias: las sociedades científicas del siglo XIX. “En el siglo XIX lo empiezan a hacer y se localizaron los primeros grabados, en El Hierro”, señala Perera.
Un patrimonio rico y excepcional
Hoy, Canarias cuenta con 2.000 yacimientos arqueológicos, que a su vez deben estar recogidos y actualizados constantemente en las cartas arqueológicas de cada isla y municipio, algo que no siempre se produce. Nueve yacimientos están habilitados para el acceso público: cinco en Gran Canaria; tres en La Palma y uno en El Hierro. “Canarias es muy rico en patrimonio, pero no sólo rico, sino excepcional. La única parte del mundo donde las poblaciones bereber o amazigh se desarrollan en un ámbito insular es en Canarias. Y en cada una de las islas, hay una tribu diferente, excepto Fuerteventura y Lanzarote, que fueron habitadas por la misma población, pero se manifiestan de una forma diferente”, detalla Perera.
Los trabajos de campo para investigar yacimientos pueden ser de iniciativa pública o privada. “El Gobierno puede autorizar una excavación, porque tiene que haber un control de todas las intervenciones arqueológicas que suceden en Canarias, pero un arqueólogo puede tener una línea de investigación y esa persona busca financiación. También las propias universidades o los cabildos tienen líneas de investigación”, explica Perera.
Pero como ocurrió con las obras de la autopista de la GC-1, también se detectan estos espacios al iniciar construcciones. La normativa exige que previamente a las actuaciones que puedan afectar al patrimonio, la empresa promotora contrate a una entidad especializada para realizar un inventario destinado a proteger los posibles restos arqueológicos que se encuentren. “La Ley dice que todos los planes, instrumentos de protección o intervención, programas y proyectos que tengan una incidencia en el paisaje y puedan suponer una afección a los bienes patrimoniales, deben tener un informe favorable del cabildo insular”, relata Perera.
Las corporaciones insulares son las administraciones encargadas de salvaguardar el patrimonio cultural que pudiera resultar afectado y deben aplicar las medidas protectoras, correctoras o compensatorias que correspondan. “Si un cabildo determinado no hace su trabajo y no aplica medidas cautelares de paralización, lo hacemos nosotros, tenemos que estar vigilantes a que los cabildos hagan su trabajo”, abunda Perera. En el caso del macroproyecto turístico de Adeje, intervino el Gobierno de Canarias para abrir un expediente sancionador al tratarse de un “atentado muy grave”, porque de los de menor categoría se encargan los cabildos.
Sin embargo, que una empresa constructora sea la encargada de contratar a una entidad especializada en arqueología para realizar el informe sobre el inventario es “el talón de Aquiles del sistema”, según Marcos Moreno, uno de los fundadores de la empresa Tibicena, que se dedica a trabajos realizados con la arqueología desde 2003. Y lo explica: “El trabajo consiste en buscar de forma concienzuda que haya registro arqueológico, patrimonial o cultural en la zona y le indicas a la empresa las áreas de interés, con una serie de criterios señalando lo que debe hacer”, detalla, pero “la constructora, la que tiene intereses, es la que paga el informe y puede ejercer presión”.
Aunque Moreno matiza que luego ese informe debe ser validado por el cabildo correspondiente. “Cuando haces el informe, dependiendo de lo que encuentres, pones medidas compensatorias, por ejemplo, indicas que se precisa un seguimiento a pie de obra, recomiendas que la empresa balice para que la obra no afecte al yacimiento. Eso se lo dices a la empresa y si el cabildo lo da por bueno, es decir, aprueba el informe previo, se hace”, indica.
Otros casos son aquellas actuaciones que, a pesar de edificarse en entornos donde existe un yacimiento, lo mantienen y acaba formando parte de la propia infraestructura. Un ejemplo es la necrópolis de Las Cucecitas, junto al yacimiento de La Cañada de Los Gatos, uno de los escasos poblados aborígenes cerca de la costa, en el municipio grancanario de Mogán. Y está dentro de un hotel del grupo Cordial, que inauguró en 2015 un camino que vertebra los restos arqueológicos.
“Esta forma de gestionar el patrimonio es perversa”, manifiesta Perera. A su juicio “los entornos de protección son para permitir el entendimiento de lo que se hizo en ese lugar y si yo yo veo un grabado rupestre, por ejemplo, en un campo de golf, me priva del paisaje, del entorno que había cuando se hizo eso. Y eso me parece nefasto, porque perdemos la visión paisajística, territorial, lo que se tuvo en cuenta para grabar allí. Pero la ley lo permite”.
La gestión del patrimonio arqueológico en Canarias, según las Islas
Normalmente, los trabajos de campo en la arqueología en las Islas lo realizan empresas especializadas. En Gran Canaria, la sociedad Arqueocanarias es la más antigua del Archipiélago y la que abrió el camino; también se suma Tibicena y Proyectos Patrimoniales, además de trabajadores por cuenta propia; en Tenerife, existe la sociedad cooperativa Prored y Cultánea; en Fuerteventura, Arenisca. En el resto de Islas, hay autónomos especializados, pero no empresas.
Marcos Moreno explica que en Tibicena desarrollan excavaciones, inventarios, gestión y musealización de yacimientos o informes de impacto previos a cualquier obra que pueda afectar al patrimonio. Desde hace una década tiene el encargo del Cabildo para poner en valor el yacimiento de La Fortaleza, en Santa Lucía de Tirajana, un poblado fortificado de los indigenas formado por un conjunto de cuevas en un espacio abrupto, que fue testigo de la mayor resistencia local a la invasión castellana en el siglo XV. “Intentamos dar a conocer la riqueza arqueológica de La Fortaleza, con vistas a que se convierta en un parque arqueológico, es decir, un espacio de ocio y cultura en el que se da a conocer el patrimonio aborigen”, señala Moreno.
Casi dos décadas después de que se aventurara a montar una empresa dedicada al patrimonio arqueológico, Moreno señala que actualmente la mayor diferencia es que “ahora hay mucho más trabajo” y hay un contexto más profesionalizado. En cualquier caso, matiza que esto depende de cada isla. “Gran Canaria es la isla que ha tenido o tiene más empresas porque hay un mercado que lo permite”, añade. De hecho, la Isla tiene reconocido como Patrimonio de la Humanidad al Paisaje Cultural de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña, un antiguo poblado troglodita formado por cuevas destinado a usos habitacionales o agrarios.
Para Moreno, esto se debe a la política de gestión y conservación del patrimonio durante los últimos años en la isla, independientemente de quien ostente el poder. “Hay unos 20 yacimientos visitables con diferentes niveles de actuación, unos con carteles y otros musealizados. Ha habido una continuidad en el trabajo a pesar de los avatares políticos”, remarca. Esto se da además por el tipo de yacimientos que tiene la Isla: “Son más monumentales; Gáldar, Agüimes y Telde eran grandes poblaciones indígenas y la sociedad colonial se estableció encima, es patrimonio que se ve, como las casas aborígenes o los poblados de cuevas y así es mucho más difícil no tenerlos en cuenta”.
“Hay visiones diferentes por islas”, destaca Perera, y depende de como gestione cada cabildo el patrimonio. “Tenerife tiene muchos bienes protegidos, no los tiene todos. La Palma, con todo su potencial cultural, solo tiene 30 expedientes de bien de interés cultural. Ni siquiera el santuario de Las Nieves o la ciudad de Los Llanos de Aridane tienen reconocido su valor patrimonial. Esto sucede porque no todos los cabildos tienen el mismo interés a y la ciudadanía tampoco lo exige”, señala.
Sin embargo, en las Islas han surgido movimientos ciudadanos sensibles y preocupados por el patrimonio que demandan la protección de la historia en las islas. La Asociación Patrimonial Tegüico surgió en Tenerife para reclamar la creación del primer centro de interpretación en la isla; en concreto, en el mirador de La Centinela, que estaba abandonado y se ubica en una de las mayores zonas arqueológicas de Tenerife. “Nacimos porque en todos estos años la arqueología en Tenerife ha sido muy castigada, muy dañada y hemos visto poca participación en las administraciones”, recuerda uno de sus fundadores, Sixto Domingo.
Este aficionado a la arqueología fue quien localizó un yacimiento de forma casual en el terreno destinado a convertirse en una zona turística con más de 400 villas de lujo, hoteles, restaurantes, piscinas, beach clubs, spa y otras infraestructuras denominado Cuna del Alma, en el municipio de Adeje. Mientras paseaba por los riscos cercanos a la playa, detectó un yacimiento al descubierto. Tras el hallazgo, impuso una denuncia que conllevó la paralización cautelar de parte de las obras y que ha provocado el expediente sancionador del Gobierno de Canarias a la promotora.
Su sensibilidad e interés por la arqueología viene de su niñez. Criado en el barrio de La Salud, en Santa Cruz de Tenerife, su campo de juegos era el barranco de Santos. “Allí aprendí a nadar cuando llovía y se formaban charcos grandes… recuerdo meterme en gateras, que son pequeñas cuevitas que pasaban a ser un poco más grandes. Y jugábamos ahí dentro y veíamos los restos arqueológicos: las momias, los restos óseos, vasijas… todo eso con los años se lo han ido llevando al museo”. Durante su vida laboral, ha trabajado como forestal, agricultor, ganadero o camionero, y ahora, desempleado a causa de problemas de salud, dedica su tiempo a defender y poner en valor el patrimonio de Tenerife.
“Aquí, en comparación con Gran Canaria, no tenemos nada. Ellos tienen sus centros de interpretación y Tenerife no dispone de ninguno”, lamenta. Tan solo existe el Museo de la Naturaleza y Arqueología (MUNA), pero “no dispone de suficiente espacio para todas las piezas que llegan”. Ello a pesar de la riqueza en yacimientos que tiene la Isla del Teide, sobre todo en el sur que, sin embargo, se encuentran dispersos por el territorio. “Tenemos bastantes yacimientos arqueológicos en Tenerife muy interesantes, pero unos no están registrados, otros no están protegidos, otros no están estudiados y no se han preparado para que sean visitables. Incluso los ayuntamientos desconocen su propio patrimonio. No tienen los catálogos actualizados, con la gravedad que puede suponer entregar una licencia obra sin tener en cuenta el patrimonio”, critica Domingo.
Desde la asociación colaboran con el área de Patrimonio del Cabildo de Tenerife, pero, según Domingo, “tienen escasez de medios, al solo disponer de tres técnicos”. De hecho, asegura que el colectivo ha localizado nuevos yacimientos en los últimos meses, como unos grabados rupestres durante una visita realizada en la zona sur de Tenerife. “No es aconsejable revelar los nombres de las zonas concretas para evitar daños porque son inseparables del entorno y no están señalizados”, explica.
También recuerda actuaciones que han dañado Bienes de Interés Cultural, como una torreta de Red Eléctrica instalada en Los Llanos de Ifara, donde hay grabados rupestres registrados y protegidos. “La torreta no debería ir dentro de un BIC, pero como la obra es de interés público y general, se permitió. Pero al construir la torreta y pintarla no protegieron los grabados rupestres que estaban al lado y los han dañado con pintura. Llevamos más de un año pidiendo que lo limpien”, dice Domingo.
Además, Tegüico ha denunciado la construcción de un campo de golf y un hotel en el municipio de Adeje “que afectarán a valores arqueológicos”, entre ellos, grabados rupestres. “En la zona de Hoya Grande, estamos perdiendo memoria prácticamente cada día, hay yacimientos en el suelo, sobre la superficie, y se está perdiendo”. Este periódico se ha puesto en contacto de forma insistente con el área de Patrimonio del Cabildo de Tenerife que, a pesar de fijar varias fechas, acabó posponiendo sus declaraciones hasta que denegó la petición, aduciendo que: “El presidente del Cabildo de Tenerife tiene una comparecencia a finales de mes sobre este asunto en pleno y, por consiguiente, el directo insular no podrá hacer declaraciones al respecto”. Tampoco ha sido posible contactar con su homólogo en Gran Canaria por problemas de agenda del responsable, al regresar de sus vacaciones.
Proteger el patrimonio
A pesar de las afecciones al patrimonio arqueológico de las Islas, los estudios o análisis han podido desentrañar gran parte del poblamiento prehispánico. En la serie Amaziges de Canarias. Historia de una cultura publicada en Canarias Ahora, el periodista Luis Socorro da buena cuenta de ello: desde el origen de los primeros habitantes de las islas a trazar un retrato de esas sociedades hasta su ocaso. “Hemos conocido una parte de la historia y aspiramos a conocer más”, subraya Perera.
Para Marcos Moreno, “lo que falta ahora es hilar discursos que vayan más allá de las tumbas o las casas, enhebrar todo como un relato conjunto”. Para ello, es fundamental la otra pata de la arqueología: la difusión. “Hay que integrar el patrimonio en la sociedad, que la gente lo vea como algo suyo, que conozcamos nuestra geografía y nuestra historia, verlo como algo nuestro, no como una cosa exótica. Falta concienciar mucho. Introducir en las escuelas la historia de Canarias. Yo me aprendí los ríos de España en su momento y los barrancos de Gran Canaria los he aprendido ahora”, demanda.
La información está disponible, pero a juicio de Moreno aún es necesario más difusión “con charlas, visitas, libros, cómics, series o películas”, y expone como ejemplo el cómic infantil Isaco, elaborado por Tibicena en colaboración con el ilustrador y contador de historias Alberto Hernández, que trata sobre un huérfano que vive en el poblado indígena de La Fortaleza entre los siglos X y XI. Además, considera fundamental que se apueste por la creación de parques arqueológicos para que los yacimientos sean accesibles porque, además de para los isleños, “es un complemento perfecto para los turistas que buscan algo más, que además puede ayudar a dinamizar la economía de zonas más interiores”.
En este sentido, Perera anuncia que la Dirección General de Patrimonio trabaja en la creación dos parques arqueológicos que son de propiedad pública del Gobierno de Canarias: El Julan (El Hierro) y La Zarza y La Zarzita (La Palma). “Nos hace falta más dinero, en El Julan estamos remodelando el interior, y en La Palma estamos remodelando la infraestructura, ampliándola, poniendo un ascensor y mejorando los espacios, también nos falta el proyecto museográfico, que se está redactando”, explica.
Y resalta la importancia de estudiar, analizar, proteger y conservar el patrimonio en Canarias. “Siempre lo comparo con el alzheimer, que no recuerdas ni quién eres. Si no sabes quién eres, difícilmente vas a vivir. Son personas que necesitan cuidados y es una enfermedad gravísima. En el ámbito cultural nos similar: perdemos continuamente memoria (…) Despójate de tu familia y de tu identidad y dime quién eres. No se puede. Como nos pasa ahora, que estamos perdidos dando tumbos como pueblo buscando evidencias del pasado (…) Tenemos que ser más conscientes de la importancia de saber, porque, en definitiva, el patrimonio es lo que somos y si no sabemos lo que somos, perdimos vamos”, concluye.