Entre las decenas de víctimas de presuntos abusos sexuales de la secta del kárate hay en la actualidad de todo. Incluido un miembro del Cuerpo Nacional de Policía. Su denuncia ante sus compañeros en la Jefatura Superior deja claras evidencias de los estragos psicológicos que ha producido a medio centenar de alumnos, a lo largo de décadas, el paso por la escuela de kárate Torres Baena: el policía sufrió abusos sexuales de adolescente y aún así, ya mayor de edad, siguió yendo a la casa de Vargas para “tomar café” con su presunto verdugo sexual.
Lo sorprendente de este caso es que la presunta víctima nunca llegó a perder el contacto con la escuela de kárate, desde que la abandonara hace doce años hasta el mismo día previo a que saltara a la luz este escándalo sin precedentes. “Desde entonces ya no he ido a pasar más fines de semana al chalé, sólo he ido a tomar café en alguna ocasión con Fernando a la casa, pero al mediodía o por la tarde”, declaró a sus compañeros en la misma Jefatura Superior de Canarias.
La última vez que estuvo en el chalet de Playa de Vargas fue “hace un par de meses”, dijo el 2 de febrero pasado a sus compañeros del Grupo de Servicio de Atención a la Familia. “Estaba Fernando, su hijo pequeño, María José, Ivonne y otro chico que jugaba con el hijo”.
Sus compañeros le preguntaron si había visto a menores las veces que había vuelto al chalet, ya de adulto, y el policía admitió que sí. “Pero nunca he creído que les hubiera pasado lo mismo [que a él en su adolescencia]” a esos menores.
“Al principio dejé de ir al chalet, pero seguí yendo al gimnasio, y con el tiempo dejé de ir al gimnasio y me busqué un trabajo”, explicó antes de reconocer que ese mismo día de la declaración “he pasado por el gimnasio para hacer pesas, pero llevaba mucho tiempo sin ir”.
También reveló que Baena tuvo un problema con un hermano suyo. “Yo estaba en Tenerife y mi hermano me llamó llorando porque le gustaba una chica y Fernando le echó la bronca”. Acto seguido, el policía llamó a Baena. El principal imputado del caso le dijo que el problema era que “mi hermano no estaba entrenando, que no se tomaba las cosas en serio”. Su respuesta fue elocuente: “Deja tranquilo a mi hermano”.
El policía víctima respondió con evasivas a la cuestión de si sospechó alguna vez que se seguía repitiendo lo ocurrido con él con otros alumnos. “He intendo olvidar lo que viví en esa época, no me siento bien por haber mantenido relaciones sexuales con un hombre y he intentado no volver a pensar en ello”, dijo. “No sé si ha ocurrido lo mismo con otros alumnos, para mí Fernando era como un padre, siempre lo he querido muchísimo y me ha ayudado”.
Declaró la noche previa a las detenciones
El relato de esta presunta víctima se produjo en la Supercomisaría de Las Palmas de Gran Canaria la noche previa a las detenciones en su vivienda de Vargas de Torres Baena y de su pareja, María José González. Explicó a los investigadores de la Brigada Judicial que comenzó a entrenar con Torres Baena a la edad de 7 años. Ya adolescente, con 14 o 15 años, acudía con otros chicos al chalet de Playa de Vargas. Y allí fue objeto de presuntos abusos sexuales por parte del director de la prestigiosa escuela.
“Fernando me decía que nos teníamos que llevar bien y tener una buena relación entre todos”, dijo a sus compañeros de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta. “No iba mucho al chalet porque mi madre no me dejaba, pero cuando iba mantenía relaciones con Fernando en casi todas las ocasiones”, explicó.
“Estábamos normalmente en el chalet viendo la tele y Fernando llamaba a uno y se lo llevaba a la habitación, volviendo al rato. Al rato volvía a llamar a alguien, o esperaba al día siguiente”. El policía cree que los demás chicos también tenían relaciones con Fernando, “pero no hablamos de ello”. Admitió también haber mantenido “relaciones entre los alumnos, me acosté con varias de mis compañeras, pero porque ambos queríamos”.
“Fernando nunca me dijo con quién tenía que enrollarme de las otras alumnas”, asegura este policía nacional, que cita a cuatro chicas, entre ellas la hija mayor de Torres Baena y Edith Volo, entre sus rollos de Vargas. “A veces coincidíamos más de una pareja en la misma habitación”, apunta sobre su experiencia en la vivienda de Playa de Vargas. ya con 17 o 18 años, el policía víctima le dijo a Torres Baena que “no quería tener nada que ver con lo que pasaba en el gimnasio y empecé una relación seria con una chica”.