El presidente de la Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) habría actuado de la misma manera que Poncio Pilato en el momento de la condena a muerte de Jesucristo: “Yo hubiera hecho lo mismo. Su responsabilidad fundamental era la salvaguardia del orden público, con una cohorte que sólo constaba de seiscientos hombres, frente a doscientos mil judíos que exigían la condena de Jesús”. El magistrado Juan Ignacio Moreno-Luque Casariego, autor de algunos de los autos y presidente la sala que ha emitido todos los que traen de cabeza al Gobierno de Canarias en su batalla contra la pandemia por COVID-19, es un reputado experto en la decisión de Poncio Pilato hasta el punto de haber escrito un libro sobre la cuestión. Además, es internacionalmente reconocido por sus estudios sobre el llamado “sudario santo” que se custodia en la catedral de Oviedo, su tierra natal, cuya autenticidad y significado cristiano defiende apasionadamente a pesar de las evidencias científicas en su contra.
Moreno-Luque Casariego preside la sala que ha tumbado prácticamente todas las últimas medidas de restricción aprobadas por el Gobierno de Canarias para controlar la pandemia después de su quinta ola, provocada por la llamada variante delta, que ha colocado al Archipiélago en los índices más altos de contagios en esta crisis sanitaria y a la sanidad pública en niveles de presión asistencial similares a los primeros meses de la explosión del coronavirus.
Entre sus resoluciones cabe destacar la que dedicó a echar por tierra la pretensión del Gobierno que preside Ángel Víctor Torres (PSOE) de imponer la obligatoriedad de presentar el certificado europeo de vacunación que emite el Servicio Canario de la Salud y sus homólogos de España o un test de COVID negativo para poder acceder a locales de pública concurrencia. El magistrado, fusilando un texto del blog del prestigioso catedrático de Derecho Constitucional Miguel Ángel Presno Linera, pero apartándose de su tesis principal, concluyó que sobre el derecho a la salud pública debería prevalecer el de la intimidad de cada persona a la reserva sobre su historial clínico. Para ello se basó en una sentencia del Tribunal Constitucional de 2006, catorce años antes de la pandemia por COVID-19 que asola al mundo.
Otro de sus polémicos autos echó por tierra las restricciones que el Gobierno pretendió imponer a los locales interiores de diversas actividades, básicamente hostelería, en el conocido como nivel de alerta 3, en el que entró hace semanas Tenerife dado el disparo de contagios que sufría esa isla. Fueron célebres algunos de los pasajes de su auto: “Un sector basado en la dispensación de productos primarios y de difícil conservación en muchos casos, amén de una precariedad laboral constatable, no puede ser torturado por la incertidumbre más absoluta de ahora cierro, mañana abro y pasado el gobierno dirá”.
La especialidad de Moreno-Luque Casariego es el Derecho Contencioso-Administrativo, pero también es un reputado experto en asuntos cristianos. De hecho ha estudiado Teología, como él mismo ha destacado en algunas entrevistas con diversos medios de comunicación. Tras publicar en 2012 su libro La decisión de Pilato, un caso difícil para un prefecto romano del siglo I (Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias), ha desarrollado en diferentes foros su teoría sobre los hechos que narran los Evangelios sobre los últimos momentos de Jesucristo antes de ser crucificado.
Ferviente estudioso de los textos atribuidos a San Juan, que él considera “el Evangelio de la Virgen María”, Moreno-Luque Casariego dijo en Crónicas de San Borondón, a poco de ver la luz su libro, que lo ocurrido con Jesucristo ante la justicia del imperio se debió a que “la situación romana en la colonia era dificilísima. Pilato no contaba con fuerzas suficientes para contener un estallido social. Sus consejeros debieron buscar una solución apaciguadora aun a costa de la justicia, lo que en vista de la situación resulta comprensible”. El magistrado cree, “como una reflexión a la que he llegado y que puede ser discutida, que se lava las manos como gesto de desaprobación ante la decisión judicial de los miembros de su tribunal, y no como siempre se ha pensado, para responsabilizar con ello a los judíos”.
En una entrevista concedida a El Comercio, Moreno-Luque Casariego insiste en la misma idea de las presiones que se ejercieron sobre Pilato para tomar aquella fatal decisión: “Su responsabilidad fundamental era la salvaguardia del orden público, con una cohorte que sólo constaba de seiscientos hombres, frente a 200.000 judíos que exigían la condena de Jesús”.
Pilato, efectivamente, cedió ante las presiones del lobby religioso local frente a quien se había erigido en mesías. En 2021, el TSJ de Canarias atendió las demandas de los sectores económicos de la isla de Tenerife, representados por algunas patronales de la hostelería y el ocio nocturno, que lograron doblegar en la vía judicial las acciones gubernamentales de represión de la pandemia.
Un apasionado defensor del “sudario santo”
Pero además de un experto en la decisión de Pilato, el magistrado que preside la Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJC, con sede en Santa Cruz de Tenerife, es un apasionado defensor del conocido como “sudario santo”, pañuelo de lino que se custodia en la catedral de Oviedo y que la tradición cristiana considera que fue el utilizado por las personas que amortajaron a Jesucristo tras su crucifixión para cubrirle el rostro.
En una larga entrevista al programa Nuestra Fe en Vivo, de la cadena Red Católica Mundial, con sede en Alabama, Estados Unidos, pero con implantación en todo el mundo, el magistrado con destino en Canarias demostró sobradamente que el sudario es una de sus pasiones.
“Cuentan de un misterioso sudario”, expone durante una larga intervención Moreno-Luque con el comunicador Pepe Alonso, “que había estado sobre la cabeza del señor en el momento en el que expira y muere y queda con los ojos abiertos y en una situación dramática y echando sangre por todos sus costados y por el pelo de su cabeza debido a la corona de espinas, sangre impura que no podía llegar a la tierra porque eso era un malaje prácticamente para los judíos”. De ahí que algunas personas se apresuraran “a subir a la cruz y taparle la cara para que su rostro no se viera”.
A juicio del magistrado, que no aporta ninguna referencia científica en la que apoyar sus conclusiones, la imagen de Jesús en la cruz que ha trascendido por los siglos de los siglos no se corresponde exactamente con lo que ocurrió porque, según sus conclusiones, “inmediatamente después de exhalar, los apóstoles se ocuparon, bueno, los apóstoles, las personas piadosas, no concretamente los apóstoles, quizás San Juan, que estaban al pie de la cruz, le cosieron a su pelo y le envolvieron su cabeza ese paño, ese paño de lino, que es mucho más pequeño es simplemente un pañuelo que llevaban los judíos como sudario”.
El magistrado relata incluso el recorrido que supuestamente hizo ese sudario desde Jerusalén hasta Oviedo, de cómo resistió en Asturias incluso a “la revolución marxista” de 1934 sofocada por Franco, entre otros mandos militares. Y dio por sentada la autenticidad de la reliquia incluso por estudios que, dijo, realizó en su día la NASA. Sin embargo, los estudios científicos que se conocen y que han sido publicados datan ese sudario en siglo VII. Los supuestos estudios de la NASA no están publicados.
Según Andrea Nicolette, investigador de la Università degli Studi di Torino, en declaraciones a El Comercio, “la autenticidad del sudario es insostenible. Es un tejido que ha sido estudiado muchas veces y radiodatado con el Carbono 14 en cuatro ocasiones en tres laboratorios diferentes y es del siglo VIII. El de Turín lo dataron doce veces y es del siglo XIV”. Efectivamente, la sábana santa depositada en Turín ha sido datada entre 1230 y 1390 por tres laboratorios de Estados Unidos, Reino Unido y Suiza en un estudio publicado en la revista Nature. La diferencia de siglos entre una reliquia y la otra y su dispar antigüedad hacen descartar la teoría que sostienen los sindonólogos, entre los cuales se encuentra el magistrado con destino en Canarias: que ambos sudarios envolvieron el mismo cuerpo, el de Jesús.
Juan Ignacio Moreno-Luque Casariego es miembro del Centro Español de Sindonología, entidad dedicada al estudio y difusión de la Sábana Santa de Turín y del Sudario de Oviedo. Con esa autoridad ha impartido varias conferencias.