Ammita nació en los campamentos de refugiados del Sáhara Occidental junto a sus tres hermanos. Ella es la segunda mayor y, por eso, le tocó salir del continente africano detrás de su hermano. Primero pasó los veranos con una familia de acogida en Andalucía por el programa Vacaciones en Paz. Cuando cumplió los 16 años, su madre, la activista y presidenta de la Asociación de Saharauis en Tenerife, Sukeina Ndiaye, pudo reagrupar a toda la familia en Canarias.
“Teníamos familiares aquí y pudimos empezar en el Archipiélago nuestra vida, pero sin perder de vista el motivo de nuestra lucha: la libertad del pueblo saharaui”, asevera este sábado en una concentración en protesta al cambio de ruta de las relaciones entre el Gobierno de España y el de Marruecos con respecto al Sáhara Occidental.
El Sáhara Occidental fue una colonia española hasta 1976. Desde ese momento los saharauis han vivido en un limbo jurídico que les ha hecho vulnerables ante el sistema. “A pesar de haber venido de una colonia española y haber sido españoles hasta ese momento, no hemos tenido ninguna ventaja”, confiesa Ammita.
En su caso, no ha sido hasta ahora, con 36 años, cuando ha podido obtener la nacionalidad española. Legalizar su situación en España ha sido una travesía “muy muy complicada”. “Tuve que esperar 23 años para conseguir la nacionalidad”, explica. Hace menos de un año que ha podido regularizar su situación de forma definitiva, añadiendo a su permiso de residencia la nacionalidad española.
Una habitación propia
Para Ammita, los niños saharauis se han visto obligados a crecer con otra visión del mundo y a adquirir cierta madurez para afrontar la separación de sus familias. “Crecer en una comunidad donde todo se comparte y luego irte con una familia con una habitación propia para ti es un choque cultural. A la barrera idiomática se suma tener que lidiar con echar de menos a tu familia”.
“El ser saharaui y haber nacido en un campamento de refugiados ha jugado en nuestra contra”, relata Ammita. En sus documentos de identidad, pasó de la nacionalidad mauritana a la argelina, luego de vuelta a la mauritana hasta que pudo regularizar su situación en Canarias. Eso es parte del enjambre legal al que han estado sometidos los saharauis y consecuencia de la relación irregular de los gobiernos españoles con su pueblo y las intenciones de Marruecos, Argelia o Mauritania.
La madre de Ammita, Sukeina Ndiaye, es también presidenta de la Red Migrante y representa a mujeres saharauis en Canarias. A diferencia de su hija, Ndiaye aún no ha podido obtener la nacionalidad española aunque lleva 20 años en las Islas y su madre era española. “No hay nada fácil para los saharauis”, denuncia.
A fecha de hoy trabaja como intérprete de francés-español en juzgados, comisarías y en un centro de Accem para migrantes tratando de ayudar a personas que vienen desde diversos países del continente vecino. “Mis hermanas han conseguido la nacionalidad en la Península y a mí aquí en Canarias por mi activismo me ha sido imposible por ahora”, reflexiona Ndiaye.
“El pueblo es el que salva al pueblo”, relata Ammita citando a una frase muy repetida por su hermana la abogada Loueila, conocida por su trabajo defendiendo los derechos humanos en el Archipiélago. “Siempre las familias que nos han tocado han querido ir más allá y acogernos, pero es muy complicado para una familia eso de abrir sus puertas desde el otro lado, dar tu casa para alguien aunque sabes que luego se irá, pero estos lazos nunca se rompen del todo”.
Tras la carta de Pedro Sánchez enviada a Mohammed VI y hecha pública por la monarquía marroquí con respecto a la soberanía en el Sáhara, decenas de políticos españoles se han pronunciado al respecto. Además, las diferentes asociaciones de saharauis han convocado concentraciones en todo el país y en seis de las ocho islas canarias, a excepción de La Gomera y La Graciosa.
“El Gobierno más progresista de la historia no puede desvincularse de su responsabilidad directa en esta situación”, denuncia el delegado del Frente Polisario en Canarias, Hamdi Mansour. En esa misma concentración, agradeció a los partidos políticos que habían acudido al acto en solidaridad con la lucha saharaui y citó a Podemos, Coalición Canaria e Izquierda Unida por haber apoyado sus reivindicaciones.
Muchas son las familias saharauis afincadas en Canarias que acudieron a este acto de protesta, al que también se sumaron el colectivo anticapitalista y el feminista de Tenerife. Entre ellas Naja, Chamanda, Ismail, tres mujeres saharauis que se manifiestan este sábado junto a sus hijos por un Sáhara libre y recriminan al Gobierno de España “haber vendido dos veces a su pueblo”.
Por su parte, el presidente de la Asociación Sáhara-Canarias la Concordia, Salem Murtaj, defiende que la decisión de Sánchez no representa “al pueblo español, ni mucho menos al pueblo saharaui”. En este sentido, Murtaj señala al doble rasero con el que el presidente español ha juzgado la “invasión de Marruecos en el Sáhara”, mientras apoyaba a Ucrania en la invasión de Rusia: “Si Putin es un invasor, Marruecos peor”, recrimina. “En Ucrania apoyas la legislación internacional y en el Sáhara apoyas la dictadura marroquí”, afea. “No fue capaz ni de contar con sus socios de gobierno”, critica Murtaj.
“En contra de la nueva traición del Gobierno español al Sáhara Occidental, por la autodeterminación del pueblo saharaui”, rezaba el lema de la manifestación bajo el título “No en mi nombre”, que concentró a 300 personas frente a la subdelegación del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife, según los datos ofrecidos por la Delegación del Gobierno en Canarias. En Gran Canaria acudieron en torno a 500 personas. Sin embargo, aún no hay datos de la afluencia en el resto de islas.
En la concentración, donde ondeaban banderas saharauis y sonaron gritos de libertad, las asociaciones en pro de la libertad del pueblo del Sáhara Occidental utilizaron una canción del aragonés José Antonio Labordeta haciendo un grito a la libertad: “Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad”.