Natalia G. Vargas

Los Llanos de Aridane —
18 de septiembre de 2022 10:09 h

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Una falsa sensación de calma reina en La Palma. La rutina se ha apoderado ya de las calles de la isla, pero la ceniza que aún queda en el suelo transporta de inmediato a un año atrás, cuando la tierra se abrió en Cabeza de Vaca. La lluvia constante de piroclastos ha cesado, el cielo ya no está cubierto por una nube gris y el silencio ha sustituido a los estruendos del volcán que no daban respiro. Sin embargo, la erupción volcánica de 2021 sigue monopolizando las conversaciones en los bares y la pesadumbre aún envuelve todo el Valle de Aridane. Se han invertido millones de euros en la gestión de la emergencia, pero muchas familias aún necesitan soluciones. 

Este 19 de septiembre a las 15.12 horas se cumple el aniversario de la erupción que obligó a más de 6.000 personas a dejar sus casas. Muchas de ellas para siempre. Es una fecha que los damnificados prefieren no conmemorar. “El aniversario supone volver a recordar todo el daño. Volver a ver sin parar imágenes de la destrucción”, apunta Alexis Simón Rodríguez, vecino de Los Llanos de Aridane y propietario de Bodega y Bodegón Tamanca, una empresa familiar localizada en el barrio de Las Manchas que esquivó las coladas de lava.

Alexis apenas puede caminar tres pasos sin que alguien se pare a repetirle una pregunta. “¿Cuándo vas a abrir?”. Hace 365 días desde que su negocio cerró ante el riesgo de que el volcán erupcionara en esa zona. Las pérdidas de este tiempo no han sido solo económicas, sino también emocionales. “Cuatro personas que trabajan con nosotros perdieron todo. Casa, coches, todo”, recuerda. Gracias a los ERTE y a la venta de vino, la empresa ha podido salir adelante.

Para las familias que se quedaron sin hogar es difícil creer que haya pasado tanto tiempo.  “Me parece un sueño que se vaya a cumplir ya un año del volcán. Yo lo tengo muy presente”, confiesa Ana, vecina de Todoque, el barrio que desapareció bajo la lava. Para ella, como para muchos otros palmeros, la emergencia no se terminó el día que el volcán de Cabeza de Vaca dejó de escupir lava. Ana pasó más de cinco meses viviendo con su marido en una caravana de ocho metros cuadrados en Los Llanos de Aridane. Hasta ahora no le han ofrecido ninguna de las viviendas habilitadas en la isla para los damnificados que perdieron todo, así que vive en un piso.

Su amiga Olga, que también fue su vecina de caravana, sí ha podido regresar a su casa en Las Manchas. Aunque las primeras noches que pasó en su habitación después de la catástrofe fueron difíciles, se siente afortunada. El problema ahora son las conexiones. Poner gasolina, ir al médico o comprar comida y agua se han convertido ahora en odiseas por la destrucción de vías de comunicación. 

La construcción a toda prisa de la carretera de La Laguna, un pueblo también arrasado por el material volcánico, ha permitido facilitar al menos durante el día los desplazamientos de los vecinos del Valle. Las excavadoras no dejan de trabajar y los coches de alquiler se suceden por esta vía que atraviesa las coladas y que se cierra a las diez de la noche. Sin embargo, lo que es una atracción turística para algunos, es un sufrimiento para otros. En medio del manto negro que se ve desde la ventanilla del coche, aún pueden observarse pedazos de puertas, de tejados y pequeños puntos blancos que revelan los enclaves donde antes había casas. 

“Es desolador”, describen Mónica y Ana, profesoras del colegio público de La Laguna, destrozado por la erupción. “Hemos perdido hasta los puntos de referencia. Ha cambiado tanto el entorno que ya no sabemos cómo ubicarnos”. Las dos coinciden en que el volcán ha pasado factura a todos los habitantes de La Palma. Todos, de forma directa o indirecta, han perdido algo. 

Miedo y alerta

La población palmera lleva doce meses con el miedo en el cuerpo. Para ellos, es imposible olvidar los terremotos y el fuerte estruendo que anunció el inicio de la erupción. “Fuimos de viaje de fin de curso a Madrid. Cada vez que el metro se acercaba a la estación y el suelo temblaba, los niños se asustaban. Tenía que explicarles que no eran seísmos”, cuenta Mónica, la directora del colegio de La Laguna.

Su compañera Ana también recuerda un mensaje de WhatsApp que recibió de una amiga este verano. “No me lo puedo creer. ¿Es verdad que se reactivó?”, decía el texto que acompañaba a un vídeo del volcán emitiendo gases. “Yo estaba en casa, subí a la azotea corriendo. ”Otra vez no“, pensé. De pronto me di cuenta de que me empezaron a temblar las piernas”, narra la profesora. 

La psicóloga Aurora Soria, que atendió a decenas de palmeros durante la emergencia, explica que la hipervigilancia es una de las secuelas más habituales entre la población de la isla. “Es frecuente que al escuchar un sonido fuerte o sentir un temblor los vecinos lo asocien al volcán. En este sentido, es importante el proceso de desaprendizaje para dejar de vincular los ruidos a una erupción”, plantea. 

El semáforo volcánico en La Palma se mantiene en amarillo. El último informe de actualización de la actividad volcánica en Cumbre Vieja data del 9 de septiembre e indica que “desde el 13 de diciembre continúa la fase post-eruptiva, en la que persisten algunos peligros volcánicos, sin ser posible descartar futuras reactivaciones”. 

“No hay presencia de tremor volcánico en las señales sísmicas. Sigue localizándose sismicidad superficial y a profundidad intermedia. Continúa la sismicidad relacionada con el movimiento de fluidos volcánicos. No hay deformaciones superficiales de terreno significativas relacionadas con la actividad magmática”, reza el informe. 

Por su parte, la subdirectora de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Carmen López, ha tranquilizado en una entrevista que “cada vez es menos probable que el volcán de La Palma se reactive, pero todavía no lo podemos descartar”. 

Pensar en la posibilidad de una reactivación alarma a los vecinos. “Estoy de los nervios. Procuro no ver la televisión”, confiesa Olga, la vecina de Las Manchas. Dévora López es periodista y es también una de las personas que perdió su casa en El Paso a pocos días de empezar la erupción. “No necesitamos titulares sensacionalistas ahora, mucho menos en estas fechas”, insiste.

Después de la incertidumbre que los palmeros vivieron al no saber si su casa sobreviviría o no al volcán, se suman las dudas sobre cómo saldrán adelante. “Antes lloraba por lo que perdí, ahora lloro por lo que nunca voy a poder tener”, lamenta Goreti, vecina de Todoque. 

¿Qué se ha hecho en un año?

El último balance elaborado por el Gobierno de España y el Ejecutivo regional apunta a un gasto de 535 millones de euros hasta el 8 de septiembre. De las 7.860 peticiones de ayuda recibidas, se han firmado 6.810 expedientes y 276 están en trámite. 

Las administraciones han destinado un total de 242 millones de euros a vivienda y alojamiento. De esta cifra, 7 millones de euros se han gastado en la adquisición de viviendas prefabricadas y modulares y 3,92 millones al alojamiento de personas desplazadas a hoteles. Según los datos del Gobierno canario, hasta la fecha siguen alojadas en hoteles 180 personas, la mayoría de ellas de La Bombilla y Puerto Naos, dos lugares que siguen inhabitables por la presencia de gases tóxicos. 

En esta línea, hasta el 8 de septiembre habían sido entregadas 139 viviendas y se habían resuelto 489 expedientes en relación al abono de una indemnización de 60.000 euros del Estado por la pérdida de la vivienda principal. 

Además de 88 millones de euros en ayudas para la emergencia social y el apoyo al empleo y la entrega de 77 millones para empresas, autónomos y sectores económicos, también se han utilizado 127 millones de euros para poner en marcha otras medidas, muchas de ellas polémicas. Entre estos proyectos está la adjudicación de la nueva carretera de la costa entre Tazacorte y Puerto Naos. Cientos de vecinos de la zona se han movilizado para exigir que el trazado de esta vía no quite a los palmeros “lo poco que dejó el volcán”, ya que el trazado actual de la obra obligaría a expropiar y a derruir fincas de plataneras y bordearía varias viviendas. 

Otros nueve millones de euros han sido empleados en el montaje de desaladoras de emergencia instaladas en Puerto Naos. El objetivo de esta obra, instalada en una de las islas canarias con más recursos hídricos, es generar agua suficiente para los cultivos de los más de 600 agricultores que se vieron afectados en la zona por la ceniza y la rotura de la principal red de riego. El anuncio de las desaladoras puso en guardia al sector agrícola, que puso en cuestión la calidad del agua de las desaladoras para el riego. 

Tareas pendientes

Muchas familias afectadas no han recibido aún ninguna ayuda más allá de la parte que les correspondía de las donaciones que particulares hicieron a las administraciones locales desde diferentes partes del mundo. “Nosotros estamos como se puede. Poniéndole buena cara a la vida. Mi hermano compró una casa en Fuencaliente, mi hermana y mamá irán a las casas contenedor y yo sigo de alquiler en Tazacorte. Nadie de casa ha recibido los 60.000 euros del Estado y de los 30.000 del Gobierno de Canarias qué decirte… Ni están ni se les espera”. 

Así resume su situación Goreti, vecina de Todoque. La erupción dejó sobre sus casas al menos diez metros de ceniza y material volcánico. Teodora, su madre, tiene 92 años y su estado de salud empeoró los meses en los que el volcán no daba tregua. “Antes de la erupción mi madre caminaba y era totalmente dependiente”, contó Goreti a este periódico. Ahora, la anciana pasará a vivir en una de las casas tipo contenedor instaladas en Los Llanos de Aridane.

El alojamiento de personas mayores en estas viviendas es una de las críticas de los damnificados un año después. Por esta razón, los afectados de La Palma conmemoran el aniversario de la catástrofe con una manifestación en la tarde de este 19 de septiembre. “La gestión de las ayudas, de todas ellas, ha sido un desastre. No se pueden tolerar semejantes actitudes que llevan a los afectados a un callejón sin salida. Han perdido un tiempo precioso en iniciativas que no llevan a ninguna parte”, sentencia la Plataforma de Afectados.