''¿Quién reconoce mis veinte años de sacrificio?''

“Para la Consejería de Educación siempre he sido un número, me ha demostrado que no hay preocupación por nada”. Antonia Montesdeoca, una maestra grancanaria de 53 años, ejerce como sustituta en un centro de Lanzarote desde hace unas semanas, después de que en febrero abriera ámbito a la isla conejera y Fuerteventura al no haber sido llamada a cubrir ninguna baja en Gran Canaria desde el comienzo del curso escolar.

Antonia acumula más de un cuarto de siglo de experiencia docente, siempre como interina o sustituta, sólo interrumpido por seis años de excedencia. La maestra ingresó en las listas en 1978, nada más finalizar la carrera de Magisterio, pero no fue hasta siete años más tarde cuando comenzó a hacer sustituciones en distintos centros de la Isla.

En todo este tiempo, reconoce que no le ha faltado trabajo hasta este curso, cuando las restricciones en la política de sustituciones le dejaron como único ingreso el subsidio por desempleo para mayores de 52 años, motivo por el que decidió ampliar el radio de actuación a las otras dos islas de la provincia de Las Palmas.

Aunque Antonia se ha visto beneficiada por la supresión de la convocatoria de plazas de Primaria para 2011 en el Archipiélago, vislumbra un futuro poco esperanzador. La maestra grancanaria deberá presentarse y aprobar las próximas oposiciones que se convoquen para lograr su continuidad en las listas. “Mi sacrificio de todos estos años, de dar todo lo que sé como profesional, ¿quién me los reconoce?”, se pregunta Antonia, quien admite que sus posibilidades de superar el concurso oposición “son mínimas”.

“Me he presentado en dos o tres ocasiones, pero me he quedado en la segunda prueba. Reconozco hasta donde puedo llegar, con la edad que tengo no me entran igual los temas que antes, pero eso no mide mi profesionalidad. Delante de un tribunal, no voy a demostrar lo que delante de un aula. Que me examinen viéndome dar clase”, defiende la maestra.

Antonia ve “lógico” gratificar a los aprobados que no hayan alcanzado una plaza con un puesto superior en las listas, pero no entiende que la bolsa actual “se eche abajo”. “¿Qué le puedo restar si no me presento a unas oposiciones a una persona que sí se presenta?”, cuestiona.

La docente grancanaria recomienda a los recién diplomados que manejen un plan alternativo si quieren prosperar. “Necesitamos gente joven, por supuesto. Les diría que se presenten a las oposiciones, pero también que sigan estudiando, que todas las personas servimos para más de una cosa y, simplemente con este título, se pueden ver muy limitados”.

Antonia lamenta el progresivo “deterioro” de la Educación pública en las Islas. “Se están dando casos de profesores que han estado un mes y medio de baja y que han vuelto sin que nadie haya pasado por esas clases. Se está sobrecargando a los compañeros que están trabajando. ¿Para qué me sirve una pizarra digital si me faltan dos profesores porque no hay dinero? Esa es la calidad de la enseñanza que estamos teniendo”, asevera.

Plaza compartida en Puerto del Rosario

Lanzarote ha sido la tercera isla que cubre Antonia como profesora sustituta o interina. Sus primeros pasos los dio en su tierra natal, Gran Canaria, con trabajos de muy corta duración entre los meses de marzo y junio de 1985. En octubre de ese mismo año, se le presentó la oportunidad de cubrir una baja en Puerto del Rosario. Una experiencia que debía ser de 15 días pero que, sin embargo, se prolongó hasta los tres meses.

La maestra recuerda que la capital majorera estaba en fiestas y todos los alojamientos habían colgado el cartel de completo. Antonia cuenta que en el centro escolar le llegaron a proponer instalar una tienda de campaña para que pernoctara allí hasta que encontrara un lugar. “Al final, unos compañeros me acogieron en su casa”, dice.

Antonia explica así lo que ocurrió con posterioridad: “Esa plaza la tenía que cubrir una chica que había terminado la carrera y se había sacado las oposiciones, pero causó baja. A los 15 días, cuando volvió, anunció que quería presentarse a un grupo de trabajo en Madrid y que posiblemente no llegaría a incorporarse a su trabajo. Durante una semana, estuvimos juntas en el colegio ocupando la misma plaza, me retuvieron la ficha en la consejería y el director me prometió que me quedaría tres meses ante una posible denuncia”.

La docente, que ha recorrido prácticamente toda Gran Canaria haciendo sustituciones en las últimas dos décadas, perdió un puesto privilegiado en la lista de interinos en 1995, cuando agotó su periodo de excedencia por hijo menor de tres años. “No podía incorporarme en esos momentos por unos problemas personales, los antepuse al trabajo, aunque podría haber permanecido en la lista por seguir estudiando”.

En 1996, volvió a ingresar en la lista de sustituciones. Sus años de experiencia le permitieron obtener un buen número e, incluso, redujo ámbito para evitar los traslados a Fuerteventura, Lanzarote y algunos municipios de Gran Canaria y así conciliar su vida laboral con la personal.

Esta situación le permitió vivir con relativa comodidad hasta el presente curso, cuando se ha visto obligada de nuevo a abrir el abanico de posibilidades para encontrar trabajo. Antonia lamenta que esta situación se haya producido “cuando más necesitas cotizar”.