A estas alturas de la erupción cualquier retina entrenada mostrará fatiga con la cantidad de imágenes que este monstruo produce y así y todo no dejará de sorprendernos… porque cambia todos los días. Y porque la crueldad del reloj de arena negra que nos hace perder la cuenta de las horas y los días no cesa… y van ya seis semanas. 

Estas fotografías sólo pretenden acercar una mirada, la mía, que lo observó poco de frente y buscó el foco más allá del cráter y las coladas: en el paisaje cenizo que va dejando y que gracias a muchos trabajadores y voluntarios, esforzados y modernos Sísifos, se trata de restaurar a diario.