La portada de mañana
Acceder
La gestión de la DANA y sus mentiras ponen a Mazón contra las cuerdas
Los catedráticos y jefes de mantenimiento que 'salvó' a 1.718 alumnos en la UV
Opinión - Lo siguiente era el fascismo. Por Rosa María Artal

El silbo gomero sigue surcando los barrancos de Canarias a través de las aulas

Alberto Valdés / Efe

30 de mayo de 2024 11:28 h

0

Cada lunes por la tarde, el barrio de San Diego en La Laguna cambia su tranquila y rural banda sonora habitual por el silbo gomero tanto de expertos como de principiantes, quienes colaboran entre sí para comunicarse a través de este lenguaje articulado utilizado desde antes de la llegada de los europeos a las islas y que sirvió durante la dictadura para huir de la Guardia Civil.

Los vecinos ya están acostumbrados, pero cada día alguno de ellos se queda parado observando cómo uno de los cursos impartidos por la asociación cultural Silbo Gomero practica en la cancha del centro ciudadano, con sus alumnos repartidos en zonas lo más alejadas posibles entre sí.

El profesor y silbador, Juan Pedro Rodríguez, hace indicaciones a uno de los grupos para corregir la postura o en la entonación de las palabras, según el tipo de consonantes y vocales que tiene cada una, mientras que el también monitor Ramón Montesinos apoya a los que intentan descifrar el mensaje, un proceso que se va invirtiendo cada vez.

Pero para llegar a este punto, los alumnos han pasado antes por el curso de iniciación, en el que muchos tuvieron que aprender primero a “emitir” (es decir, a poder realizar sonidos silbando), a identificar los tonos agudos de algunas vocales frente a los graves de otras, a comprender mensajes sencillos o a memorizar los códigos básicos para responder al ser llamado o al entender lo que se les está diciendo.

“El silbo gomero es un lenguaje silbado articulado para mandar mensajes a larga distancia propio de La Gomera, pero que también abarca a otras islas donde llegaron sus habitantes como El Hierro, Gran Canaria o Tenerife, así como Venezuela, Cuba o Estados Unidos. Nosotros buscamos divulgarlo a través de lo que aprendimos de los maestros silbadores y transmitir este tesoro”, ha explicado Rodríguez.

Una forma de comunicación tan práctica en la complicada orografía isleña que ha ido adaptándose y que evolucionó, según la creencia extendida entre los investigadores, desde el tamazigh, idioma de los antiguos habitantes bereberes del Archipiélago, hasta el castellano, tras el inicio de la conquista a principios del siglo XV.

Y es que gran parte de la historia del silbo se encuentra apoyada en hipótesis abiertas, como la posibilidad de que fuera un lenguaje traído del norte de África por los bereberes y que pervivió principalmente en La Gomera o que por el contrario sea un lenguaje que nació originalmente en La Gomera, donde fue datado por primera vez en 1402 a través de la crónica Le Canarien.

Desde entonces, el silbo gomero ha sufrido una importante evolución, especialmente a partir de la década de 1990 cuando vivió un proceso de revitalización y comenzó a expandirse su interés por las ocho islas, lo que le hizo pasar de ser una pequeña tradición rural a un fenómeno cultural de interés autonómico, pero también internacional.

Esa reivindicación llevó en 1997 al Parlamento de Canarias a aprobar la inclusión del silbo gomero en el currículum escolar de la Gomera, que se convirtió en efectivo a partir de 1999 como asignatura de carácter obligatorio tanto para primaria como para secundaria en la isla.

Años después, en 2009, obtuvo la declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO y en febrero de este mismo año ha alcanzado la categoría de Bien de Interés Cultural (BIC) a nivel regional.

Durante doce años Juan Pedro ha compatibilizado su trabajo con la formación y divulgación, al igual que otros muchos compañeros, pero desde hace dos lo hace junto a la Asociación Cultural Silbo Gomero.

En ella, ha continuado, buscan vincular este lenguaje silbado con otra tradición prehispánica, el salto del pastor: un medio de transporte principalmente usado por cabreros que se sirve de una lanza de madera de grandes dimensiones con un hierro en su punta para poder sortear los desniveles del terreno.

“El silbo ha recibido un impulso en los últimos años y ha hecho que muchas personas se interesen por él, tanto canarios como extranjeros. Ahora, gracias al colectivo Aguere, intentamos vincularlo además con el salto del pastor, para unir dos tesoros del patrimonio cultural canario y llevarlos al lugar donde eran practicados por nuestros antepasados: el risco”, ha concluido Rodríguez.