La Sima de Jinámar, el 'agujero del horror' que oculta a cientos de antifascistas asesinados
Los trabajos para limpiar y dignificar este tubo volcánico en el que eran arrojados republicanos de Gran Canaria, como el primer policía municipal de Agaete cuya hija cuenta su historia, se han puesto en marcha este año tras ser una reclamación de las asociaciones de Memoria Histórica
El 4 de abril de 1937 fue la última vez que la familia de Gregorio Dámaso Álamo lo vio con vida. Eran las 00:30 en la villa grancanaria de Agaete cuando lo despertaron y se lo llevaron de su casa. Gregorio pasó por la comisaría de la calle Antúnez, pero a partir de ahí se le perdió la pista. Esta es solo una de las historias que siguen existiendo en Canarias. Jóvenes y mayores, mujeres y hombres. Personas que desaparecieron a partir del Golpe de Estado de 1936 y cuyos cuerpos no han sido encontrados. El caso de Gregorio Dámaso sí que tiene un punto al que la memoria de Mari Luz, su hija, acude cada vez que piensa en él. El tubo volcánico de la Sima de Jinámar.
Mari Luz Dámaso tenía 22 meses cuando se llevaron a su padre. “No digo que creo, sino que sí está”. A sus 85 años, aún recuerda la historia que le contaba su madre. Primer policía municipal en el pueblo de Agaete en 1922, según afirma Mari Luz, Gregorio separó a un simpatizante de la Falange y a uno de izquierdas que mantenían un pleito. Tras encerrarlos juntos en el cuartelillo, regresó a su casa. Cuando volvió, “se encontró que el de izquierdas estaba encerrado, pero que el de Falange ya lo habían soltado. Mi padre vino, se quitó la ropa y se la entregó al alcalde y al juez que estaban en el Juzgado. Y en ese momento, dejó mi padre de ser policía municipal”.
Mari Luz detalla que al poco tiempo hubo una batida. Por el peligro de que fuera uno de los detenidos, “mi padre se fue 15 días a Las Arenas. Se iba por la tarde y por la mañana venía”. Un cuento. Eso es lo que le decía Gregorio a su mujer Lucía tras estar yendo y viniendo sin que hubiera sufrido daño y lo que le motivó a regresar. Una decisión que marcaría el resto de sus vidas.
La búsqueda de la verdad llevó a Lucía y a la tía de Josefina Expósito, hija de otros de los represaliados cuyo cuerpo se sospecha que puede estar también en la Sima, a caminar hasta la comisaría de la calle Antúnez. “Mi padre le mandó al tercer día a mi madre, junto con otro desaparecido, la chaqueta y la camisa manchadas de sangre. Le dijo: Dile a Lucía que me traiga ropa limpia. Mi madre fue a comisaría y ya mi padre no estaba. Aquella noche ya lo habían sacado”.
La falta de respuestas convertía cada cuerpo en un reencuentro que tanto su madre como la tía de Josefina perseguían. La llegada de la Transición y la Constitución de 1978 no llevaron, no obstante, a la familia a exigir respuestas. Mari Luz lleva toda una vida con estos sucesos en la memoria y reconoce que se va “a morir sin recoger algún resto”. No se le quiebra la voz cuando termina de explicar su historia y menciona a las Administraciones. “Si fueran familiares de ellos, ya los hubieran sacado”.
“La justicia española está al lado de los criminales fascistas”
Justicia y reparación a las víctimas de la Sima y a otras tantas. Estos son los propósitos de Francisco González, portavoz de la asociación Familiares Fusilados de San Lorenzo. “La Sima de Jinámar es una chimenea volcánica de parte de la erupción de la caldera de Bandama. Un lugar con unas características muy importantes para el pueblo canario porque es un sitio donde se asesinó a mucha gente”, detalla. “Crímenes de Estado” y cuya huella sigue tras más de 80 años en un espacio catalogado como Bien de Interés Cultural.
La fama que ha adquirido se debe, como señala Francisco González, a la función que cobró principalmente entre 1936 y 1940. Allí “fue ajusticiada ilegalmente, de madrugada, gente detenida en sus casas, en los campos de concentración, en los centros de detención o de tortura o en las comisarías, de donde los sacaban y llevaban las Brigadas del Amanecer y los arrojaban”. El número aún se desconoce, pero “según los estudios y los testimonios de familiares, se calcula que puede haber cientos de personas”, como el luchador canario Pollo Florido o Maribel, una maestra republicana de Agüimes.
La elección de la Sima como punto de genocidio no fue fortuita ni aleatoria. “Precisamente la eligen para que no se pudieran recuperar nunca más los cuerpos”. Los franquistas “empezaron tirando gente en la Marfea y asesinando gente en la calle, pero eso llamaba demasiado la atención. Entonces decidieron que los asesinatos fueran lo más ocultos posible”. ¿Y quiénes estaban detrás? Personalidades del falangismo y el fascismo, “como Francisco Julio Guerra, que era Jefe de Acción Social de Falange, Juan del Río Alaya, el Conde de la Vega Grande...”.
La justicia sigue tapando estos asesinatos. El portavoz afirmaba que es así porque “la justicia española está al lado de los criminales fascistas”. Con la justificación de que esos crímenes ya han prescrito no se investiga cuando “los crímenes de lesa humanidad según la justicia universal nunca prescriben”. Los únicos ejemplos de exhumaciones que existen en Canarias se encuentran en “los pozos de Arucas y Tenoya, donde se han logrado sacar unos cadáveres” y en “Fuencaliente, en La Palma, pero porque fueron los familiares con los sachos y los picos”.
El fondo de la Sima se sitúa a unos 80 metros y tras él capas y capas de escombros separan la superficie de los restos de las víctimas a cuya recuperación se comprometió Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, en 2016. Este proyecto, ya en marcha por el Cabildo, esconde un abandono institucional. Francisco González puntualiza que han dejado “morir un espacio para que se olvide que allí cometieron asesinatos. Que aquello se convierta todavía más en un estercolero”. Lavadoras, neveras, vertidos,... Hay una lista del impacto medioambiental que sufre el entorno y a la que se añade una planta de reciclado de escombros en sus proximidades.
La reparación de los crímenes, que están “en la historia oral y en la memoria de las personas mayores”, pasa por proteger el espacio y exhumar los cuerpos, además de construir “un monumento en homenaje a las víctimas” que sirva de espacio de memoria y de espacio educativo. Porque la historia de un pueblo, como recuerda Francisco González, también se encuentra en las aulas.
La Transición, “una amnesia colectiva”
La Sima del olvido, documental de Juan José Monzón estrenado en 2017 y que trata la historia de ese agujero del horror a través de testimonios de familiares, historiadores, espeleólogos y personalidades del Cabildo, recoge esta vocación. El director, que además es coautor de la novela El reloj de Elwinga, detalla que el documental muestra “qué fue ese agujero y para qué se utilizó” e intenta “empatizar con las familias”.
Juan Monzón responde así al deseo de dignificar la Sima y cuyos primeros pasos se encontraron con dificultades. “Buscaba información de la Sima y encontraba cositas por aquí, vídeos sueltos por Youtube, alguna bajada de algún colectivo...” La escasez de información es una variable que también vivió en el núcleo familiar. “Desde pequeñito había escuchado hablar de la Sima, si bien entre dientes, porque siempre se hablaba de puertas para adentro y muy en baja voz”.
Tras su estreno en los Multicines Monopol (Las Palmas de Gran Canaria) en noviembre de 2017, La Sima del olvido se ha proyectado “en algunos municipios de Tenerife y en muchos de Gran Canaria”, además de “en centros educativos de la Península”, en multicines de Barcelona y Argentina y en el Ateneo Español de México. Un recorrido que se sincera con un pasado aún vivo. “Las heridas siguen abiertas. Las heridas no se cerrarán hasta que no se entreguen los restos y no se pongan los medios”. La década de 1970 paró este camino lo que ejemplifica, como sentencia el director, que “la Transición no fue nada más que transitar. Se hizo una amnesia colectiva”.
El compromiso de rescatar la historia de la Sima de Jinámar se esconde en las palabras de los entrevistados. Antonio Morales, Javier Velasco, Jesús Cantero, Mari Luz Dámaso, Josefina Expósito,... Un caso particular que menciona Juan Monzón es “el testimonio de Antonio María González Padrón, cronista oficial de Telde, contando cómo él en varias ocasiones se entrevistó” con un señor implicado en los asesinatos de la Sima que aún no había logrado calmar su mente y reconocía su culpa.
El escarnio al que se enfrentaron los represaliados se pone en boca de Jesús Cantero. El espeleólogo relata en el documental que en una de las bajadas “vio como un cadáver que se había como separado del grupo. Él cree que esa persona cayó viva y fue buscando la salida de la Sima, salida que no hay”. Este dato demuestra, según reseña el director, que alguna persona era arrojada viva. Era más común que les disparasen y arrojasen muertos, pero “a lo mejor te empujaban. Te ponían de espaldas para mayor escarnio y te arrojaban”.
El régimen utilizó el miedo a sufrir los mismos escarmientos para evitar que se hablase. “La propia institución metió el miedo hasta el tuétano de manera que la gente tiene actualmente mucho miedo”. Con el fin de la dictadura franquista, los crímenes siguen en la sombra, señala Juan Monzón, junto a comisarios o jueces que “transitaron de un régimen dictatorial a una supuesta democracia. De la noche a la mañana dejaron de cantar Cara al Sol extendiendo la mano para volverse en los demócratas más convencidos”.
Cotejar el ADN de los represaliados con sus familiares
El Cabildo de Gran Canaria ya está trabajando en la línea de lo acordado por Antonio Morales. Así lo expone Javier Velasco, técnico del Servicio de Cultura y Patrimonio Histórico. El proyecto se inició el 24 de septiembre y está compuesto por varias fases. La primera es un diagnóstico “para valorar cómo está el interior, pero sobre todo para valorar cómo serían las condiciones de trabajo en el interior y con el objetivo de hacer sondeos para determinar si existen o si han conservado los restos en la zona que no ha sido cubierta por el sedimento”. Esta primera aproximación sirve para planificar la siguiente fase, cuando descenderían “los técnicos del Servicio de Patrimonio Histórico para así preparar para el año que viene un trabajo arqueológico más exhaustivo”.
2021 podría ser el año en que se verifiquen “que existen esos restos humanos, dónde están y en qué condiciones” y planificar un levantamiento completo. Los sondeos determinarán el curso de esta vía que también podría abrirse para los familiares. La idea es cotejar el ADN de los represaliados con los parientes que aún siguen vivos, reseña el técnico.
Desde el compromiso del presidente del Cabildo hasta el comienzo del proyecto han pasado más de tres años. ¿El motivo? Los procedimientos administrativos. Javier Velasco señala que “son muy lentos y difíciles de explicar porque hay múltiples aspectos. Uno de ellos es garantizar las condiciones de seguridad y salud. No es lo mismo un perfil profesional, como es del Consorcio de Bomberos, que el nuestro”.
Los resultados de los trabajos se volcarán en una web desarrollada por un grupo de Memoria Histórica del Gobierno canario. Con los datos ya recopilados, “se podrán consultar en esa página del Gobierno”, detalla. Dentro de las iniciativas futuras también se contabiliza “una línea de publicaciones dirigida a dejar en la memoria colectiva todo lo que fue la represión en Gran Canaria”.
El entorno es otro de los aspectos en los que se está trabajando. Velasco destaca que, si bien existe un panel informativo, “los paneles direccionales no los hemos instalado todavía porque tenemos que garantizar que las condiciones de acceso sean las mejores” y asegurar la boca de 14 metros de diámetro. Actualmente delimitada solo con tensores, taparla “es complicado y costoso. Sobre todo, tenemos que pensar en el impacto ambiental”.
Los escombros entre Caserones Altos y la Sima ya han sido retirados en su mayoría por el Ayuntamiento de Telde, afirma el técnico y añade que la limpieza de la basura que rodea el espacio será ejecutada por el Cabildo probablemente a partir de enero. La planta de reciclado, que ha sido uno de los puntos mencionados por Francisco González, es una planta “asociada a un programa de recuperación ambiental. Lo que se hace es llevar los residuos para rellenar el hueco de una antigua extracción de áridos y, una vez que esté cubierto, taparlo y plantar vegetación”.
La reparación a las víctimas de la Sima
La Sima es solo uno de los tantos lugares de Canarias donde el franquismo impuso la muerte. Actuar como se debe es el siguiente paso y de ahí una de las funciones de la Comisión Técnica de Memoria Histórica del Gobierno. Carla Vallejo, viceconsejera de Justicia, reseña que en la Comisión están presentes “representantes de las administraciones públicas, las universidades y las asociaciones de memoria histórica”.
A raíz de los trabajos del Cabildo, la viceconsejera abre la mano a que la Comisión preste la cooperación que necesiten e indica que en la Junta “está representada la FECAI, la Federación de Cabildos Insulares y el nivel de comunicación y de información es continua”. En la misma línea hace mención a la relación entre educación y Memoria en la que asegura que ya trabaja la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes. Los familiares de las víctimas de la Sima también son una prioridad. “Lo principal es recuperar los restos de las personas fallecidas, honrarlas y ofrecer esa reparación a las víctimas”.
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