El primer guirre canario que nace en cautividad, Tamarán, reclama desde este miércoles su sitio en los cielos de Fuerteventura, el territorio de sus padres y uno de los últimos refugios naturales de esta subespecie de alimoche en peligro de extinción, de la que solo quedan unas 42 parejas.
Este joven guirre regresa con solo tres meses a los campos majoreros desde Gran Canaria, donde nació en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo (CRFS), que ha cuidado de sus padres desde que fueron recuperados del medio natural con heridas y enfermedades que les incapacitan para volar.
Considerado como uno de los emblemas de la fauna canaria, el guirre majorero es una subespecie del alimoche propia de las islas, que está aislada y no emigra, por lo que tiene diferencias genéticas con sus parientes europeos y africanos.
Tamarán no solo es el primero de su género que nace en cautividad, sino que también es el primer guirre que viene al mundo en décadas en Gran Canaria, de donde desapareció hace medio siglo.
El huevo fue puesto el 8 de mayo y prosperó en una incubadora bajo el asesoramiento del experto en aves carroñeras Álex Llopis, hasta que eclosionó el 19 de junio.
El joven Tamarán pesa 2,1 kilogramos y tiene una envergadura de alas que supera el metro, explica a Efe el biólogo, veterinario y director del CRFS, Pascual Calabuig, quien acompañará al ave a Fuerteventura, donde continuará el adiestramiento antes de su puesta en libertad.
Calabuig recuerda que la idea de criar guirre en Gran Canaria surgió al comprobar que algunos de los animales que llegaban de Fuerteventura al centro se quedaban en la isla como “irrecuperables” para la vida salvaje. Sin embargo, se siguen cuidando, porque se trata de una de las subespecies de aves más amenazadas de Europa.
“Siempre se pensó en la posibilidad de que algún día se tuviera que intentar la cría en cautividad forzosa por algún desastre medioambiental, por lo que se hicieron prácticas y varios emparejamientos”, señala el biólogo.
El padre de Tamarán fue emparejado con anterioridad con otra hembra que también puso huevos, pero que, con una pata de menos, “no podía copular bien y no era fértil”, por lo que se le quitó y se le puso otra “más jovencita”.
“Al final surgió el amor y, aunque costó la relación, hubo huevos. Primero, sin fecundar. Luego llegó una puesta fértil en 2012 y, viendo que podía funcionar, este año hemos tenido un asesor para evitar problemas en la incubación”, relata Calabuig.
El haber podido criar por primera vez este animal en cautividad es para Calabuig una “satisfacción compartida” de los cabildos de Gran Canaria y Fuerteventura, ya que este logro ha sido “un trabajo en equipo y el CRFS no haría nada sin la cesión de los animales”.
“Los padres de Tamarán son guirres que desgraciadamente no se han podido curar para el vuelo pero, así y todo, les hemos buscado un trabajo y podrán sobrevivir un largo periodo de tiempo”, destaca.
Pascual Cabaluig cree que sería “una idea muy bonita” reintroducir el guirre en los cielos grancanarios, ya que esta isla era la que más aves tenía de esta subespecie. Además, cree que convendría reducir riesgos diversificando su población de modo que no se concentre solo en una sola isla, aunque ese es un reto “complejo y que necesita un buen plan y trabajar bastante”.
“Lo hecho por el CRFS es una prueba. Se ha visto que con ejemplares sanos o lisiados es posible criar en cautividad”, señala.
En libertad, los guirres suelen poner dos huevos, que eclosionan con bastantes días de diferencia, de tal forma que el pollo que nace primero, a los diez o quince días puede matar a su hermano, en “una especie de cainismo que se da en un porcentaje altísimo en Fuerteventura”, explica el director del centro grancanario.
En su opinión, lo ideal sería sacar al segundo pollo, que está casi condenado a morir y salvarlo poniéndolo con machos, como el que hay en Gran Canaria, o con otros pájaros “muy buenos” que existen en La Oliva (Fuerteventura).
“Esa sería una fórmula de avanzar en la crianza en cautividad cogiendo un atajo, para que mueran menos guirres en la naturaleza. Es una forma lógica y coherente de sacar partido y producir más, de tal manera que se podría tener en Gran Canaria una población espejo a la de Fuerteventura”, indica Calabuig.
La consejera de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, María del Mar Arévalo, no descarta que a “medio o largo plazo” se pueda reintroducir el guirre en la isla, al igual que han hecho con el pinzón azul (diezmado por el incendio de 2007) y la paloma rabiche (que se extinguió de sus bosques hace un siglo).
Arévalo precisa que, para abordar algo así, primero hay que trabajar sobre “las causar que provocaron la desaparición del guirre grancanario”. Sin embargo, no oculta su optimismo por lo ya conseguido: “El que se haya logrado una cría en cautividad nos ilusionada y permite abordar otras sendas de trabajo”