La Península se sumerge desde hoy en su primera ola de calor del año, un fenómeno que se intensificará a partir del jueves y que tendrá su punto álgido el sábado, con temperaturas que podrán alcanzar los 41 ó 42ºC en Sevilla o Córdoba. Así se desprende de las últimas predicciones, que vaticinan también la introducción de polvo sahariano en los cielos peninsulares y de Baleares. Aunque Canarias no se presentará este fin de semana al rojo vivo -como se ve a la Península en el modelo europeo ECMWF-, sí registrará temperaturas elevadas, que podrán superar los 30ºC en Fuerteventura este sábado.
La ola de calor en la Península se acentuará, por tanto, con la llegada de una masa de aire cálido de origen subtropical procedente del norte de África, y que para el viernes subirá los termómetros del valle del Guadalquivir hasta los 40ºC. El bochorno, en general, será intenso y agobiante para todos, menos para los canarios, que bañados por los vientos alisios y el Atlántico han frenado la introducción de esta ola de calor.
Las rachas de viento en Canarias marcarán las siguientes jornadas. Así, serán más intensas a partir del viernes en Lanzarote, Fuerteventura, el centro de Gran Canaria, el norte de La Gomera y el sur y oeste de Tenerife. Los vientos se mantendrán con rachas de hasta 50 kilómetros por hora en Lanzarote y el sur de Tenerife durante todo el fin de semana. Mientras que la nubosidad teñirá de gris La Palma y el norte de Tenerife y Gran Canaria desde este jueves, aunque se irán disipando durante el fin de semana.
Mientras tanto, no se prevén lluvias ni fuerte oleaje, al menos hasta el domingo. Los termómetros variarán de los 15ºC a los 30ºC y solo se prevé una calima muy ligera en Fuerteventura y Lanzarote.
Las olas de calor más intensas de la historia del mundo
Un nuevo estudio ha revelado las olas de calor más intensas de la historia en todo el mundo, y sorprendentemente algunas de ellas pasaron casi desapercibidas hace décadas.
La investigación, dirigida por la Universidad de Bristol (Reino Unido) y publicada en Science Advances, también muestra que se prevé que las olas de calor sean más intensas en el futuro a medida que se agrave el cambio climático.
La ola de calor del pasado verano en el oeste de Norteamérica batió un récord, con un máximo histórico en Canadá de 49,6 °C en Lytton (Columbia Británica) el 29 de junio, lo que supuso un aumento de 4,6 °C respecto al pico anterior. Los nuevos resultados revelan otras cinco olas de calor en todo el mundo que fueron incluso más graves, pero de las que no se informó.
La autora principal, la doctora Vikki Thompson, climatóloga de la Universidad de Bristol, señala en un comunicado que “la reciente ola de calor en Canadá y Estados Unidos conmocionó al mundo. Sin embargo, hemos comprobado que en las últimas décadas se han producido situaciones extremas aún mayores. Gracias a los modelos climáticos, también descubrimos que es probable que los episodios de calor extremo aumenten en magnitud durante el próximo siglo, al mismo ritmo que la temperatura media local”.
Las olas de calor son uno de los fenómenos meteorológicos extremos más devastadores. La ola de calor del oeste de Norteamérica ha sido el fenómeno meteorológico más mortífero de la historia de Canadá, con cientos de víctimas mortales. Los incendios forestales asociados provocaron también grandes daños en las infraestructuras y la pérdida de cosechas.
Pero el estudio, que calculó el grado extremo de las olas de calor en relación con la temperatura local, mostró que las tres más calurosas de la historia en las respectivas regiones se produjeron en el sudeste asiático en abril de 1998, que alcanzó los 32,8 °C, en Brasil en noviembre de 1985, con un máximo de 36,5 °C, y en el sur de Estados Unidos en julio de 1980, cuando las temperaturas se elevaron a 38,4 °C.
La doctora Vikki Thompson, del Instituto Cabot para el Medio Ambiente de la universidad, subraya que “la ola de calor del oeste de Norteamérica será recordada por su devastación generalizada. Sin embargo, el estudio expone varios extremos meteorológicos mayores en las últimas décadas, algunos de los cuales pasaron en gran medida desapercibidos, probablemente debido a que se produjeron en países más desfavorecidos -resalta-. Es importante evaluar la gravedad de las olas de calor en función de la variabilidad local de la temperatura, ya que tanto los seres humanos como el ecosistema natural se adaptan a ella, de modo que en las regiones donde hay menos variación, un extremo absoluto menor puede tener efectos más perjudiciales”.
El equipo de científicos también utilizó sofisticadas proyecciones de modelos climáticos para anticipar las tendencias de las olas de calor en lo que queda de siglo. Los modelos indicaron que los niveles de intensidad de las olas de calor aumentarán en consonancia con el aumento de las temperaturas globales.
Aunque las temperaturas locales más altas no son necesariamente las que causan los mayores impactos, a menudo están relacionadas. Mejorar la comprensión de los extremos climáticos y de los lugares en los que se han producido puede ayudar a priorizar las medidas para ayudar a atajar esta situación en las regiones más vulnerables.
El coautor, el profesor Dann Mitchell, catedrático de Ciencias del Clima de la Universidad de Bristol, recuerda que “el cambio climático es uno de los mayores problemas sanitarios mundiales de nuestro tiempo, y hemos demostrado que muchas olas de calor fuera del mundo desarrollado han pasado prácticamente desapercibidas. La carga del calor en la mortalidad a nivel de país puede ser de miles de muertes, y los países que experimentan temperaturas fuera de su rango normal son los más susceptibles a estos choques”.