A pocos metros del Puerto de Los Cristianos, en el que desembarcó tras siete días a bordo de una patera, Ismael Pouye (1982) hace un repaso de una vida –la suya– inevitablemente ligada al mar. Desde los años en los que era un jovencísimo pescador en Senegal, hasta la última oportunidad que se le ha brindado: fichar por el club de natación tinerfeño Isora Swim Master.
Ismael se crió en Saly, una localidad costera de Senegal. En su familia, como en muchas otras, la pesca permitió ganarse la vida a tantas generaciones como es capaz de recordar. Durante cierto tiempo también a él, que con solo trece años ya faenaba en los poblados caladeros de su país para ayudar en la economía de una familia de nada más y nada menos que diez hermanos.
Su pasión por el mar le llevó a convertirse en un gran nadador, lo que le permitió también ejercer como socorrista. Durante ese tiempo se percató de lo habituales que eran los ahogamientos en su pueblo natal, una tragedia a la que quiso poner remedio creando una pequeña escuela para enseñar a nadar a los niños de su comunidad.
Pero hace un año todo eso quedó atrás. Ismael se vio obligado a dejar allí a su mujer, a sus dos hijos y su escuela y se lanzó al mar a bordo de una patera en la que viajaba con 181 personas más. El objetivo de todos ellos –en su mayoría jóvenes de Saly– era buscar en Europa el trabajo que ya no encontraban allí. “Si no fuera por la política, la vida en Senegal sería estupenda”, afirma. Y es que, según cuenta, desde que los buques extranjeros empezaron a faenar en la zona, –gracias al acuerdo de colaboración de pesca entre la Unión Europea y la República de Senegal– los caladeros quedaron completamente esquilmados, dejando a la pesca artesanal sin recursos pesqueros: “ya no quedan peces para nosotros”, sentencia.
Si hay algo con lo que se muestra particularmente desencantado es con la clase política de su país: “La corrupción en Senegal afecta a todos los niveles. Desde el más grande al más pequeño. Cualquiera que tenga un mínimo de poder abusa de él”, critica. Estas son algunas de las circunstancias que explican que, como él, muchos de sus compatriotas dejen su país con la esperanza de prosperar.
Pero para Ismael, como para muchos otros, no todo fue como esperaba en su llegada a Canarias. Aunque ahora admite sentirse muy a gusto aquí, en un primer momento su intención no era quedarse, sino trasladarse a Europa. Además, una vez establecido en las Islas, encontrar trabajo no le ha resultado tan sencillo como había imaginado. En la actualidad comparte piso con algunos compañeros y tiene que ganarse la vida como vendedor ambulante. Todos los días, de 10 de la mañana a 6 de la tarde, recorre las playas del sur de Tenerife intentando vender sus productos. El tiempo libre que le queda por las tardes lo dedica a entrenar en la playa. Sin duda, es para él el momento más esperado del día.
Precisamente la natación es lo que más le ha animado en los momentos en los que el hecho de estar lejos de los suyos y en una tierra desconocida se le hacía cuesta arriba: “Al principio, sobre todo, me resultaba muy difícil, pero cuando vi que había gente que nadaba, con la que podía compartir mi pasión, mi estado de ánimo cambió y empecé a estar más contento”, reconoce.
Un momento especialmente duro para él fue también la pérdida de su hermano. Poco tiempo después de que lo hiciera él, y con solo 19 años, uno de sus hermanos pequeños siguió sus pasos y partió con destino a Canarias en una patera que no corrió la misma suerte que la suya. Según ha podido saber, la embarcación volcó y solo hubo cinco supervivientes.
Las buenas personas
Sin embargo, un año después parece que la vida empieza a sonreírle. Y él admite estar contentísimo. Hace ya unas cuantas semanas, durante uno de sus entrenamientos en la playa, unos nadadores federados lo vieron entrenando y se percataron de que tenía cualidades para la disciplina de aguas abiertas. Vieron en él a un buen deportista y movieron los hilos necesarios para que el Club de Natación Isora Swim Master se decidiese a ficharlo. Ahora Ismael forma parte del equipo y puede ejercitarse con material específico proporcionado por la Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) ProemAID, lo que le permitirá profesionalizar sus entrenamientos.
Cuando en Atlantic Emergency, una empresa dedicada a la formación en urgencias, emergencias y seguridad, conocieron la historia de Ismael y se enteraron de que iba a empezar a competir, también quisieron ayudarle y se ofrecieron a ser su patrocinador. De este modo, él no tiene que correr con los gastos derivados de su actividad deportiva: inscripciones, viajes, alojamientos, equipamiento… Cuando se pusieron en contacto con él no daba crédito: “Es increíble, cuando me lo dijeron no me lo terminaba de creer”, asegura aún perplejo. Ahora que ya se ha estrenado como nadador federado empieza a asimilar todo lo ocurrido: “He tenido mucha suerte. Desde que llegué me he ido encontrando por el camino con buenas personas. Les estoy muy agradecido”.
En su debut del pasado 23 de octubre, en la Travesía a Nado de Puntallana, en La Gomera, Ismael quedó cuarto en una jornada marcada por las malas condiciones del mar, por unas fuertes corrientes y por la dificultad añadida de no haber participado nunca antes en una competición de este estilo. Y es que, aunque parezca pronto, ya se ha marcado sus propias metas en la natación. Aunque, eso sí, no tienen nada que ver con quedar campeón de ninguna travesía: “Lo que me gustaría conseguir con la natación es volver algún día a Saly y retomar la escuela, mejorar sus recursos y enseñar a los niños a nadar para que dejen de morir ahogados”.