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¿Escupes o tragas?

Me han vuelto a ordenar que trague, que no escupa. Lo hacen porque tienen autoridad para hurgar en mi vida. Son jueces y, parte de ellos, dictan y regulan lo que he de ser. Están ahí porque son mentes privilegiadas, con la suficiente cabeza fría para llevar el mando. Han asaltado lo público escalando por encima de aquellos que se han puesto en su camino. No han tenido remordimientos a la hora de eliminar cuantos obstáculos han encontrado a su paso. Son supervivientes. Expertos en las artes del gobierno.

Han sido claros en el mandato. No se han andado con rodeos ni han buscado una réplica, simplemente han convenido que era lo mejor para todos, el bien común, el interés general. Las palabras que usaron fueron las adecuadas, con una estructura impecable, lo suficientemente claro para que me enterara. Había letra pequeña, pero me indicaron que eran detalles sin importancia.

No me han mentido en sus explicaciones. Ocultar o transformar la realidad es una herramienta más que hay que usar con moderación. No todo el mundo tiene que saber la verdad, puede resultar comprometido conocer todos los intríngulis. Piense que se puede desestabilizar el sistema o colapsarse la red. Todo se vendría abajo. La importancia de preservar el estatus es vital. No se pueden tomar decisiones arriesgadas, hay muchas vidas en juego. Los cambios no son buenos si no se hacen poco a poco.

Solo me han pedido que cumpla. Es más, han apelado a la confianza que habían depositado en mí. Siempre fuiste un buen chico, me han recordado. Sonrisa amable, cara de amigos y todas las soluciones. Me han dado un abrazo. La falsedad, la pose o el teatro son estrategias. Hacer sentir bien al prójimo es una tarea que va con el cargo. No usan a la gente, tan solo es una manera de hacerles sentir importantes. Motivación fue el término que usaron.

He guardado silencio durante todo el tiempo, pero mi cara no ha ayudado. La tensión aumentó lo suficiente para que hubiera incomodidad. Con voz grave y algo autoritaria me han indicado de nuevo que trague con imperativos. Me han mirado a los ojos fijamente sin pestañear. No sienten vergüenza porque no creen en ella, lo pude ver en sus miradas, no había remordimiento ni sentido de culpabilidad.

Apretones de manos y despedidas. Salgo de la habitación y siento que respiro otro aire, no me había percatado de lo cargado que estaba dentro. Creo que me he convertido en un tipo peligroso para ellos. Al salir del edificio he escupido toda esta mierda. Continúo mi camino. Que les den.

Me han vuelto a ordenar que trague, que no escupa. Lo hacen porque tienen autoridad para hurgar en mi vida. Son jueces y, parte de ellos, dictan y regulan lo que he de ser. Están ahí porque son mentes privilegiadas, con la suficiente cabeza fría para llevar el mando. Han asaltado lo público escalando por encima de aquellos que se han puesto en su camino. No han tenido remordimientos a la hora de eliminar cuantos obstáculos han encontrado a su paso. Son supervivientes. Expertos en las artes del gobierno.

Han sido claros en el mandato. No se han andado con rodeos ni han buscado una réplica, simplemente han convenido que era lo mejor para todos, el bien común, el interés general. Las palabras que usaron fueron las adecuadas, con una estructura impecable, lo suficientemente claro para que me enterara. Había letra pequeña, pero me indicaron que eran detalles sin importancia.